venres, 27 de setembro de 2019

Gases, enfermedades y mercurio: los tóxicos que está liberando el deshielo del Ártico

El deshielo está destapando los secretos escondidos en el permafrost. Y muchos son peligrosos


El aumento del nivel de los océanos no es la única amenaza derivada del deshielo del ártico. El permafrost se está descongelando debido al aumento de las temperaturas, revelando todo aquello que esconde. Algunos de estos secretos ocultos son tan fascinantes como la cabeza de un lobo gigante que vivió hace 40.000 años, cuyo hallazgo en Siberia trascendió recientemente. Otros, son mucho más peligrosos: emisiones masivas de carbono y metano, mercurio tóxico y enfermedades que se creían erradicadas.
Tal y como explica la científica especializada en el Ártico Sue Natali a la BBC, el permafrost ártico esconde 1.500 millones de toneladas de carbono, lo que representa “aproximadamente el doble de carbono presente en la atmósfera y el triple de carbono que almacenan todos los bosques del mundo”.
Al entrar en contacto con microorganismos, este carbono se transformará en CO2 o metano, gases de efecto invernadero. Aproximadamente el 10% del carbono descongelado se liberará como CO2, lo que equivaldría a emitir la tasa actual de emisiones de Estados Unidos cada año hasta 2100. “La gente habla de una bomba de carbono”, apunta Natali.
La liberación masiva de metano podría tener efectos todavía más devastadores, ya que a pesar de que se trata de un gas que dura menos tiempo en el aire que el dióxido de carbono, su contribución al calentamiento global es mucho mayor.
Además de gases de efecto invernadero, el deshielo del permafrost también podría liberar enfermedades extintas como la gripe española, la viruela o la peste.
Otro de los peligros directamente ligados al derretimiento del hielo ártico es la introducción del mercurio en la cadena alimenticia.
El pasado año, un estudio del Servicio Geológico de los Estados Unidos reveló que existen 1.656.000 toneladas de mercurio atrapadas en el hielo polar y el permafrost. Esto representa el doble de la cantidad que albergan el resto de tierras, océanos y atmósfera del planeta, y convierte al Ártico en la mayor reserva de mercurio del planeta.
“El permafrost es prácticamente la tormenta perfecta. Hay mucho mercurio en el permafrost, se libera a sistemas de humedales, que son el entorno adecuado para que los organismos los capten, y luego se dirigen a la red alimentaria. Esto representa una preocupación para la vida salvaje, la gente y la industria pesquera comercial”, explica Natali.
“Las acciones tomadas por la comunidad internacional tendrán un impacto sustancial en la cantidad de carbono que se liberará y la cantidad de permafrost se derretirá. Necesitamos mantener congelado todo el permafrost que podamos. Y tenemos cierto control sobre eso”, añade la científica. El Ártico depende de ello. Y todos dependemos del Ártico.

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