Las consecuencias del tsunami que golpeó la central nuclear de Japón llegan a todos los rincones del mundo
A. O.
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Para que todo el mundo entienda los niveles de las fugas radiactivas que se escapan de las centrales nucleares se suele utilizar lo que se denomina "dosis equivalentes a un plátano". Aunque se desconozca, los plátanos, la fruta que llena nuestros estómagos y que popularizó el tierno oso holgazán Baloo, suponen una pequeña fuente de radiación.
Uno de los isotopos de potasio resulta que es radiactivo, aunque se presenta en una cantidad tan pequeña e insignificante que no repercute en nuestro cuerpo. Si 100 gramos de plátano contienen unos 400 miligramos de potasio, el radiactivo apenas representa el 0,0117% . Lo que viene a ser nada, porque se necesitaría comer 35.000.000 bananas de una sentada para morir envenenado, pero que hay que reconocer que medir los escapes en plátanos nos dice mucho más que si nos hablan en becquerelios o milisieverts.
Teniendo esto en cuenta, se ha calculado la radiación que Fukushima ha expandido por todo el mundo desde 2011. Según los datos analizados por la Organización del Tratado de Prohibición Completa de Ensayos Nucleares, todos los seres humanos de la Tierra habríamos recibido una dosis de 0.1 milisieverts.
En otras palabras: lo mismo que si te comieras 1.000 plátanos de una vez.
La Organización remarca que la cantidad que se ha adentrado en nuestro cuerpo no nos debe preocupar al no implicar graves efectos, pero es la forma de visibilizar que el tsunami que golpeó a Japón tiene consecuencias en todo el mundo. Que un desastre nuclear puede llegar a todos los rincones del planeta.
Por fortuna, "más del 80% de la radiación se depositó en el océano y los polos, así que creo que la población mundial recibió la menor exposición", manifestó Nikolaos Evangeliou, del Instituto Noruego para la Investigación Aérea.
Los restos son una dosis de 163 terabecquerel (Tbq) se esparció en toda América del Norte, unos 11 billones de plátanos dispersos por todo el continente. A Europa llegaron 14 Tbq y en Asia 47 Tbq.
Mientras nuestras vida seguirá igual -nadie morirá con estas dosis-, el suelo y la diversidad de los alrededor de Fukushima padecen el grave deterioro que causa la mano invisible de la actividad nuclear. La señal de que el mundo necesita evolucionar hacia energías limpias para que dejemos de medir esta letalidad en bananas.
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