Pocos conocen la historia de Lola, Amparo y Julia Touza Domínguez, tres hermanas que, desde Ribadavia, un pequeño pueblo gallego, tejieron una red de fuga para los judíos que escapaban del Holocausto nazi
Las tres hermanas y la placa que les rinde homenaje en su Ribadavia natal
IVÁN FERNÁNDEZ AMIL
Todos conocemos la historia de Oskar Schindler, un empresario alemán y miembro del Partido Nazi, que salvó la vida de más de mil judíos empleándolos como trabajadores en sus fábricas. Pero pocos conocen la historia de Lola, Amparo y Julia Touza Domínguez, tres hermanas que, desde Ribadavia, un pequeño pueblo gallego, tejieron una red de fuga para los judíos que escapaban del Holocausto nazi. Esta es la historia de la “Lista de Schindler” gallega, una historia olvidada durante más de 60 años.
Todo comenzaba en el año 1941, al abrigo de una pequeña tienda que las tres hermanas regentaban en la estación de tren de Ribadavia, a unos veinte kilómetros de la frontera con Portugal. Un día las hermanas se encontraron con un hombre que estuvo durante horas en un banco de la estación. Lola se acerca al forastero a ofrecerle su ayuda y éste le cuenta que es judío y que está escapando del infierno.
Así se iniciaba una red clandestina que arrancaba en los Pirineos, terminaba a la otra orilla del Río Miño, en Portugal, y que convirtió a Ribadavia en uno de los epicentros mundiales de ayuda a los judíos.
Entre los pasajeros de la línea Hendaya-Vigo se encontraban muchos judíos que huían de los nazis, cruzando la frontera francesa hacia España, con el objetivo de llegar a Portugal para partir rumbo a Estados Unidos o Sudamérica.
Cuando se empezó a correr la voz de que tres hermanas de Ribadavia ayudaban a los suyos a cruzar la frontera con Portugal, los judíos viajaban a España con un destino claro: Preguntar por “La Madre” nombre en clave de Lola Touza. Una vez localizada en la estación, ésta los escondía en su tienda (en la que había un zulo excavado en la tierra) o en el sótano de su casa, hasta que fuese seguro cruzar la frontera y llegar a Portugal.
Pero, además de las hermanas, otros héroes ayudaron a llevar esta gesta a buen puerto, dos taxistas, Xosé Rocha y Javier Míguez, un emigrante retornado, Ricardo Pérez, que hacía de intérprete, y el barquero que les ayudaba a cruzaba el Río Miño, Ramón Estévez.
La historia permaneció oculta hasta que, en 1964, un viejo judío de Nueva York quiso saber qué había sido de aquella mujer que una noche sin luna le había ayudado a cruzar la frontera hacia la libertad. La investigación llegó a las manos del escritor Antón Patiño, que juró no contar la historia hasta que las tres hermanas hubiesen fallecido.
Se estima que las hermanas salvaron a más de 500 judíos entre los años 1941 y 1945 y que la temida Policía Secreta Nazi, la Gestapo, visitó en más de una ocasión el pueblo de Ribadavia preguntando por “La Madre”. Nunca llegaron a saber quién era.
En septiembre de 2008, el Ayuntamiento de Ribadavia instalaba una placa en homenaje en el que una vez fue su domicilio natal: "A las tres hermanas Lola, Amparo y Julia Touza. Luchadoras por la Libertad".
Ese mismo año, el Centro Peres por la Paz plantó en Jerusalén un árbol, con el nombre de Lola Touza, que recuerda su labor.
"Para que se les conceda este título se deben cumplir tres requisitos: que hayan salvado a un judío, que lo hayan hecho arriesgando sus vidas y que se haya llevado a cabo de forma desinteresada. Ellas los cumplen todos", dice el nieto de Lola, Julio Touza.
El Servicio Secreto Británico contaba con infraestructura en Galicia, debido a la importancia de esta comunidad en el comercio de Wolframio, y seguían de cerca a los alemanes. El MI5 anunció que en el futuro desclasificaría material confidencial de la guerra, por lo que es posible que en los documentos desclasificados aparezca "La Lista de Lola", y poder conocer el número exacto de judíos a los que ayudaron.
Lola Touza moría en 1966 en su casa de Ribadavia a causa de un fallo cardíaco producido por un derrame cerebral. Tenía el corazón demasiado grande…
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