Habrá nuevas elecciones antes del verano. Este lunes se llamó a las urnas en Galicia y País Vasco, que se adelantan a la cita también anticipada pero sin fecha de Cataluña. A continuación repaso los primeros sondeos en las tres comunidades autónomas.
En Galicia el PP es favorito, pero tiene su mayoría en juego. Las encuestas más recientes lo colocan al borde de los 38 escaños necesarios, lo que da una probabilidad del 50% a su mayoría en solitario. Es tan probable que la consiga como que no la alcance. Esa suma la podrían completar Ciudadanos o Vox en la investidura, siempre que cumplan una condición exigente en Galicia: alcanzar el umbral del 5% en votos para poder optar a escaños.
— El PP gallego está más débil que en 2016. Entonces logró un 48% de los votos en solitario, y superó el 50% sumando a Ciudadanos. Pero en las generales de noviembre, hace apenas tres meses, la suma de la derecha (PP, Vox y Ciudadanos) se quedó esta vez en el 44%.
— La alternativa para la izquierda es un acuerdo hipotético entre PSOE, BNG y Esquerda (la coalición de Podemos), que están uno o dos escaños por debajo de los necesarios. Su mejor opción ahora la ofrecen los umbrales: un PP que rondase el 40% en votos, si Ciudadanos y Vox no llegan al 5% y se quedan sin escaños, daría seguramente la mayoría a izquierda y nacionalistas.
— En Galicia es donde un acuerdo entre PP y Ciudadanos suena más prometedor. Ciudadanos obtuvo un 3,4% de los votos en 2016, que se quedaron sin representación, pero el PP no necesitó. No está claro que ahora los populares vayan a tener tanto margen. Primero, porque el voto de la derecha parece algo debilitado, y segundo, porque el PP se enfrenta también a la aparición de Vox, que obtuvo en Galicia un 7,8% del voto en las generales de noviembre.
En el País Vasco el PNV seguirá casi con seguridad. Sumará probablemente con el PSOE, que ya facilitó la investidura de Iñigo Urkullu en 2016 y que ha sido su socio preferente en los últimos años. El PNV también sumará una mayoría alternativa con Bildu. Y no hay otras opciones a la vista.
— Otra ventaja del PNV es el proceso de investidura en el País Vasco, que es menos exigente que el que rige en las elecciones generales. Pueden presentarse varios candidatos al mismo tiempo (en 2016 fueron Urkullu y Maddalen Iriarte, de Bildu) y los diputados votan para elegir su preferido. Pero no hay votos “sí” o “no" y en la segunda votación basta con ser el más votado para ser lehendakari.
El escenario más complejo es el catalán. Lo más probable es una victoria de ERC, aunque los republicanos no la tienen asegurada. Tampoco está clara la mayoría de Gobierno, porque ERC sumará seguramente con el bloque independentista, pero quizás también con comunes y PSC.
— ERC es un favorito débil. Tiene una ventaja sobre Junts per Catalunya de 3 o 4 escaños y alrededor del 4% en votos, pero la experiencia de 2017 obliga a la cautela. Entonces la lista liderada por Carles Puigdemont sorprendió a los sondeos y acabó imponiéndose en votos y escaños.
— La mayoría independentista es probable. ERC, Junts per Catalunya y la CUP rondan los 72 escaños en media docena de sondeos recientes, lo que les da unos cuatro asientos de margen. En votos parece que estarán (otra vez) cerca del 48%, lo que debería asegurarles la mitad de escaños gracias a dos características del sistema electoral: su sesgo mayoritario y su sesgo rural.
— La principal incógnita en Cataluña es la suma de izquierdas, porque determinará las alternativas de ERC y por tanto la negociación del próximo Gobierno. El sondeo de GAD3 es el único que da una mayoría clara a la suma de ERC, PSC y comunes, mientras que el resto ven la suma al límite. Sus opciones aritméticas están al 50% y equivalen de momento a una moneda al aire.
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