Manteniendo lo que es, Roberto Enríquez destaca en el panorama hegemónico de la industria del entretenimiento. Ser «comunista, maricón y cojo» es su «filtro de corrección».
En esta entrevista, Bob Pop honra la verdad y el reconocimiento. Esa verdad «celebrada» en el mundo del show business, esa verdad que «cada vez más gente exige» y que la clase política debe aprender a contar, sin «miedo a perder nuestros favores». El escritor y colaborador de Late Motiv también rinde homenaje al reconocimiento, al de sus privilegios, al de las personas que le enseñan lo que sabe y al de la memoria histórica.
Dices que con el blog ‘Qué trabajo nos manda el Señor’, vigente de 2001 a 2013, te construiste el personaje. En la tele se te ve tan auténtico que cuesta creer que haya un personaje y una persona…
En aquella época diferenciaba mucho mi yo personal de mi yo profesional. Utilizaba pseudónimo porque el blog era como una novela en clave. Más que de un personaje se trataba de una protección, un alter ego que sirvió para que no me echaran del trabajo que tenía entonces, pero yo era el mismo que soy hoy.
¿En el show business la verdad es tan prescindible como en la política?
Creo que la verdad es celebrada y recompensada, al menos en el mundo del espectáculo que yo conozco, que es el de cierta televisión. La gente cada vez exige más verdad, quizás porque no es tan fácil de encontrar. Luego hay otra televisión, que yo nunca haría, donde lo que funciona es la impostura.
«La gente cada vez exige más verdad, quizás porque no es tan fácil de encontrar», @BobPopVeTVCLIC PARA TUITEAR
En ese ámbito, entonces, la posverdad no lo ha enturbiado todo…
No sé hasta qué punto es justo hablar de posverdad en política como algo genérico. Yo soy propolítica y me parece que el decir «todos los políticos son iguales» o «la política es una mierda» es un recurso profascista que revierte contra nosotros. Creo que hay mucha verdad en política, pero se da en pequeña dosis. Más que la posverdad, el problema es que nos falta mucha información.
¿Ocultan más que mienten?
Creo que, más que a una intención de manipular, la falta de información responde al miedo que tienen los políticos a perder nuestros favores, a las consecuencias de contar las verdades, a considerar que no somos capaces de asumirlas todas.
«Creo que hay mucha verdad en política, pero se da en pequeña dosis. Más que la posverdad, el problema es que nos falta mucha información», @BobPopVeTVCLIC PARA TUITEAR
Vaya, cuesta creer eso…
¿De qué sirve la verdad hoy en día si los medios van a utilizar todas las herramientas posibles para manipularla y convertirla en posverdad? Así, algo tan precioso como la verdad se puede convertir en un arma arrojadiza contra ti. Estamos en la época del silencio, por un lado, y de la posverdad, por otro. La verdad está ahí, en un punto muy complicado. Me encantaría que alguien fuera capaz de procesar esa verdad para que pudiera llegarnos de la manera más limpia posible. Aspiro a conocer una buena política en la que los políticos y las políticas hayan aprendido a contarnos la verdad.
¿Pistas que sugerirles?
El encuentro humano, las asambleas, las calles… ¡Poder al espíritu del 15M!
Como subdirector y colaborador de Late Motiv…
Soy productor ejecutivo; me han ascendido.
¿Y qué tienes que hacer?
Ser el guardián de las esencias editoriales del programa y proponer mejoras a partir de una visión más externa y global, no tan del día a día como la que tenía siendo subdirector.
Entonces, como productor ejecutivo y colaborador de Late Motiv, ¿cuáles son los ingredientes del humor inteligente?
La intención. Tiene que llevar un poquito de proteína, no puede ser inocuo. Yo creo que el humor tiene que tener una posición editorial clara y, en muchos casos, militante.
¿Cuál es tu intención?
Yo te lanzo una golosina de risa, pero quiero que cuando la estés chupando te des cuenta de que tiene unos sabores que no esperabas.
. @BobPopVeTV «Todo entretenimiento o diversión tiene elementos ideológicos. Asumir lo contrario es una gran falacia»CLIC PARA TUITEAR
De eso se deduce que, para ti, divertir es más un medio que el fin.
Es una forma de contar cosas, de hacer literatura, de crear piezas que lleguen a la gente un poco politizadas. Entre mis compañeros de programa hay opiniones diferentes, pero todos estamos de acuerdo en que no nos conformamos con la tontuna por la tontuna, en que la diversión per se no es suficiente, aunque sea magnífica. Todo entretenimiento o diversión tiene elementos ideológicos. Asumir lo contrario es una gran falacia.
¿La diversión alternativa está siempre financiada por empresas el IBEX 35?
No; existe Deforme Semanal, de Isa [Calderón] Lucía [Litjmaer], o No te metas en política, de Facu [Díaz] y Miguel [Maldonado]. Ahora bien, si el humor lo quieres hacer en televisión, entonces sí; trabajas para el IBEX 35, como yo.
Debe de tener sus ventajas…
Su altavoz permite probablemente más repercusión que el de un medio alternativo. En ese sentido, me parece más útil para lanzar el mensaje que quiero. Otra ventaja enorme es que, por contraste, lo que haces para el IBEX 35 parece bastante más reivindicativo y antisistema de lo que es en realidad. Si yo mantuviera mi discurso en una asamblea punky sería la blanda. En cambio, si lo hago en Movistar Plus soy el punky. Encantado de la vida. ¡Ah! Y además me pagan, única parte buena del capitalismo.
¿Qué líneas rojas marca tu empresa?
Siento una libertad brutal y creo que mi discurso no sería diferente si trabajara en otro lado. Hablo de lo que quiero y a mí nunca nadie me ha dicho «oye, por aquí no vayas», ni a priori ni a posteriori. A lo mejor es que las líneas rojas me las pongo yo antes…
¿Podríamos estar hablando de una multinacional aliada de los movimientos de transformación social de los pueblos?
No; lo que pasa es que yo soy un señor muy pequeño en una empresa muy grande con preocupaciones más importantes. Tal vez un día, en algún consejo de administración, alguien se dé cuenta de que yo existo y entonces la tengamos… Mientras tanto yo estoy ahí, encantado. De todas formas, los directivos que tengo más cerca sí son aliados míos. Puede que suene un poco rancio pero, cuando he trabajado en medios o multinacionales, me ha pasado muchas veces que los cargos con los que trato son señores y señoras de izquierdas, que han militado, que están ahí porque han hecho televisión toda la vida. Entonces es muy fácil encontrar errores en el sistema por los cuales funciona lo que queremos hacer. Movistar Plus, de una manera muy inteligente desde el punto de vista del marketing, ha asociado su logo con un contenido muy yeyé. A ellos mi mensaje les da igual y, si consigo mostrar su logotipo a un sector del público al que no llegarían de otro modo, pues miel sobre hojuelas. Creo que, si la inteligencia del capitalismo fuera siempre esta, nos iría mucho mejor.
En tus apariciones mediáticas reconoces la lucha feminista y LGTBI, a veces incluso con verdaderos alegatos. ¿Con qué corriente te sientes más identificado?
Con la anticapitalista, porque creo que no es posible ser feminista sin ser anticapitalista y que no es posible reivindicar derechos LGTBI sin entender que el sistema tiene errores gravísimos de base.
¿De qué fuentes te nutres?
He pertenecido a colectivos de Barcelona que ya no existen y, hoy en día, me nutro de lo que leo, de lo que escucho, de las amistades que me enseñan, desde viejos comunistas, a feministas maduras y a luchadores por los derechos LGTBI de toda la vida.
Te has definido como «comunista, maricón y cojo». ¿Cómo es llegar al panorama mainstream manteniendo lo que se es?
Haciéndolo divertido. Y rentable. Esos adjetivos son para mí un filtro de corrección, el punto de partida para analizar las cosas, pero no hago mítines constantes sobre el comunismo ni sobre la homosexualidad. Explicar desde dónde habla para entender la realidad creo que es algo que todo el mundo debería hacer por honestidad. De todas formas, para mí mainstream es otra cosa: si no puedo sacar un perfume, no soy mainstream (risas).
«El planteamiento de que la diversidad es una trampa que está evitando la lucha de clases es no entender que la posición en las clases también está relacionada con tu identidad»CLIC PARA TUITEAR
¿Cuál de esas etiquetas te ha puesto la vida más difícil?
Cuando eres un privilegiado, ser comunista, maricón y cojo es mucho más fácil de llevar. Ahora mismo, mi privilegio es el de clase. Tengo una posición económica que permite que ser cojo sea más fácil, porque puedo pagarme taxis y porque, además de recurrir a la medicina pública, puedo ir a un rehabilitador privado. Por otro lado, ser comunista nunca me ha supuesto un problema porque el anticomunismo en este país es mucho más genérico que particular. En cuanto a maricón, ha sido un doble juego, porque en muchos casos los maricones y las lesbianas, y en mayor medida la gente trans, han tenido un proceso de desclasamiento muy potente. El planteamiento de que la diversidad es una trampa que está evitando la lucha de clases es no entender que la posición en las clases también está relacionada con tu identidad, en este caso sexual y de género.
En pocos años, los medios de comunicación hegemónicos han pasado de denostar el feminismo o, en el mejor de los casos, de pasar de puntillas por él, a reservarle un hueco en la agenda. ¿Cómo interpretas esto?
Para sobrevivir, un medio de comunicación tiene que entender la realidad e interpretarla. El feminismo es un movimiento transversal fortísimo que está modificando todos los ámbitos y que, probablemente, sea el único que puede detener el auge del fascismo. Cualquier medio que no se dé cuenta de su fuerza se va a convertir en irrelevante porque llegará un momento en el que esté hablando de un mundo que ha desaparecido. Creo que los medios están recogiendo ahora todo ese conocimiento al que han llegado tarde, pero al que tenían que llegar para poder entender el mundo del que hablan.
Tampoco los partidos pueden obviar que el feminismo se ha impuesto. Hasta Ciudadanos se vio obligado a subirse al carro del feminismo…
…. «liberal». Tiene que ver con algo muy interesante y perverso: con la oferta y la demanda. Tanto los partidos políticos como los medios de comunicación buscan clientes, que van a encontrar en el mundo actual en donde está presente el feminismo. Y el antifeminismo, porque los partidos y los medios antifeministas también han entendido la realidad y reaccionan, conscientes de que una parte de su clientela busca el lugar en la caverna donde poder seguir caliente con su hoguera, porque fuera están pasando cosas que no entienden y que, además, limitan sus privilegios.
Al equipo de Buenafuente se os ha reprochado incoherencia al contar con una mayoría aplastante de humoristas varones delante de las cámaras, al tiempo que os posicionáis del lado del feminismo. ¿Cómo lidiáis con eso?
Con una constante autocrítica y búsqueda de cómicas que colaboren habitualmente en el programa. Los últimos años hemos incorporado al equipo a tres mujeres guionistas y a la realizadora, todas ellas feministas, así que la mirada femenina y feminista está en el programa. Asumimos como un trabajo pendiente la falta de mujeres delante de las cámaras.
¿Se aceptan propuestas?
Serán superbienvenidas.
«Veo dos cosas muy interesantes de la evolución del movimiento marica: la consciencia de la cuestión de clase y la memoria histórica», @BobPopVeTVCLIC PARA TUITEAR
¿Cómo interpretas la evolución del movimiento marica en los últimos años?
Yo estaba en los orgullos de Madrid de los 90, cuando éramos cuatro gatos en la Puerta del Sol, cuando la reivindicación iba muy cruzada con el duelo por las víctimas del VIH. También viví de cerca la época en la que fuimos acogidos por el sistema, que dijo: «Sois maricas pero tenéis dinero, venid aquí». Y me encantó después cuando, creo que durante la crisis, el movimiento reparó en que estaba cayendo en una trampa de asimilación, en que estábamos olvidando de dónde veníamos y, sobre todo, en que estábamos perdiendo el valor que nos habían dado nuestras cicatrices. Veo dos cosas muy interesantes de la evolución del movimiento marica. Una es la consciencia de la cuestión de clase, en dos direcciones: cómo afecta la clase a tu posición en el movimiento y cómo afecta el modo en el que perteneces al movimiento a tu acceso a según qué clase. La otra es la memoria histórica. Estamos aquí porque ha habido mucha gente que lleva años luchando, no porque de repente nos levantamos y el mundo era más amable y menos raro…
El Orgullo LGTBI: cuatro gatos, al principio, y cita masiva, ahora.
En lo que se ha convertido es algo que ni me interesa ni me representa. Fíjate, como marica, ahora mismo con el Orgullo siento lo mismo que con una Champions en Madrid: pereza porque me cortan el tráfico. Pero, por otro lado, la parte interesante no es lo que pasa ese día en Madrid o en Barcelona, sino lo que ve en la tele una chavala o un chaval de 13 años en un pueblo de Albacete si, con un poco de suerte, la noticia no es «ya están otra vez estas guarras con tanga comiéndose la boca», sino «fíjate qué fiesta popular, todo el mundo unido». A lo mejor eso le facilita un poco la vida a esa chavala o a ese chaval. Tengo un sentimiento contradictorio, pero es que yo estoy lleno de contradicciones. Ojalá fuera coherente todo el rato. Y Papa.
¿Papa? Mmm; te hacía menos de Iglesia…
No soy nada religioso, pero tiene que ser un chollo. Te lo hacen todo, no hay que pensar ni qué ropa ponerse (risas). Sacaría a la luz lo confidencial y lo reventaría todo desde dentro. Sería un mes divertido, antes de que me mataran (risas).
«La parte interesante del Orgullo LGTBI no es lo que pasa ese día en Madrid o en Barcelona, sino lo que ve en la tele una chavala o un chaval de 13 años en un pueblo de Albacete»CLIC PARA TUITEAR
¿No te parece que hoy en día, también en el movimiento LGTBI, la identidad y el ‘qué es cada cual’ lo ofusca todo?
Más que la identidad yo reivindicaría la identificación y el posicionamiento, porque creo que el ‘dónde estamos’ tiene mucho más potencial transformador que el ‘quiénes somos’. De esa identificación descubriremos que tenemos mucho más en común con otras personas y grupos que se consideran absolutamente únicos y nos daremos cuenta de que, en el fondo, somos mucho más colectivo de lo que creemos. Para eso tenemos que encontrar la identificación entre identidades, porque el ombliguismo no nos lleva a nada bueno.
¿Te sientes con poder?
Yo lo único que hago es convertir en divertido un discurso que otra gente de la que he aprendido controla mucho más que yo. Mi intención es lanzar una idea, jugar con ella y que la gente reflexione. Me siento querido y escuchado y eso, más que poderoso, me hace sentir privilegiado.
¿Qué efecto te gustaría tener en el público?
Que algo de lo que diga le lleve a buscar a algún autor o autora mucho mejor que yo. Me gustaría abrirle un camino a la fuente y al conocimiento de verdad interesante.
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