martes, 19 de xullo de 2016

Muchos y machos

https://miguelorenteautopsia.wordpress.com/
La conciencia de injusticia no significa la renuncia a ella, tan sólo que las motivaciones para actuar necesitarán ser más  intensas.
La Pamplona de San Fermín no queda tan lejos de tantos otros lugares donde la idea del “todos a una”, o lo que es igual, de "cada uno a lo de todos” se pone de manifiesto como parte de  la masculinidad tradicional para justificarse en lo realizado.Y como su ámbito de relación principal es el espacio público, su reconocimiento ha de hacerse en esa sociedad sumisa a sus dictados y creyente en la religión de la desigualdad.
Los hombres que toman esas referencias de la cultura necesitan ser hombres y sentirse como tales en el reconocimiento de los demás, no tanto en lo que hacen de manera anónima y desconocida. Por eso es tan común contar con espacios de relación y oportunidades donde los hombres puedan intercambiar sus historias de masculinidad (el momento de la cerveza, la pausa del café, unos chatos de vinos, las copas tras la reunión…) y así sentirse más hombres en los gestos y palabras que los demás les dicen mostrando su apoyo, cuando no su admiración. Y por ello lo primero que hace un hombre cuando logra algo que lo sitúa en una lugar importante como hombre, según marca la tradición, es ir a contárselo a otros hombres. Una de esas historias que siempre se han difundido  es la de Luis Miguel Dominguín, cuando después de estar con Ava Gadner la dejó en el hotel ante la necesidad de contárselo a sus amigos, algo no muy lejano a lo que otro hombre, ya en nuestros días, hizo con el video de Olvido Hormigos, mostrarlo a otros para presumir de hombría.
Y por eso molesta tanto que las mujeres se unan a esos espacios de hombres donde la masculinidad se renueva en cada comentario, generalmente de componente sexista. De lo contrario no tendría sentido tanto sentido y rechazo a su incorporación.
Pero como decía al principio, el reconocimiento de la injusticia no lleva a su renuncia,por eso cuando saben que su imagen como hombres pasa por  una conducta ilícita o ilegal buscan la compañía de otros hombres para que la complicidad se traduzca en parte de esa normalidad inclinada, que tan buena sombra y cobijo les ha dado a lo largo de la historia.
La violencia de género, o sea, la violencia que los hombres ejercen contra las mujeres a partir de las referencias que la cultura ha levantado como razones y justificaciones, es una de las conductas que explican a la perfección esta situación. 
La violencia en el ámbito de las relaciones de pareja se ejerce para que la mujer cumpla con los  parámetros que cada hombre que la ejerce ha tomado de la cultura, y de esta manera ser reconocido públicamente como un buen marido y padre, o lo que es lo mismo, como un buen hombre. Y cuando su estrategia de control falla o siente que su mujer no se ajusta a lo que se espera de ella, y él se siente cuestionado por la actitud “rebelde” y “provocadora” de la mujer, máxime si su decisión avanza hasta la separación, algunos de ellos las asesinan. Esa idea de reconocimiento público llega hasta la conducta asesina, hasta el punto de que la mayoría de estos asesinos rubrican su homicidio con una llamada a su reconocimiento como hombre “hecho y derecho” a través de la entrega voluntaria a la Policía o Guardia Civil(aproximadamente lo hace un 78%), o por medio del suicidio (un 17% de los homicidas por violencia de género se suicida tras matar a la mujer). Las dos conductas son característica del  denominado “crimen moral”, en los que los autores asumen lo realizado y están dispuestos a “pagar” su precio social, unos con la condena, otros con su vida, dependiendo de otras circunstancias individuales. Pero los dos reivindican su hombría con la conducta seguida.
Las imágenes que se han visto estos días sobre lo ocurrido en las fiestas de San Fermíndonde unas mujeres eran desnudadas y abusadas sexualmente por parte de una jauría machista son otro ejemplo de esa conducta que muchos hombres justifican en el grupo, y que presentan como refuerzo de la hombría de cada uno de ellos. Salvando las distancias y las circunstancias, no son tan diferentes a otras imágenes de hombres en un lapidación o en ejecutando a una mujer considerada adúltera.Es el grupo el que actúa, el “todos a una” bajo la idea de que es la voz de todos en defensa de su todo.
Pocos hombres se hubieran atrevido por sí solos a hacerlo uno a uno, pero todos juntos son algo más que la suma de los individuos que llegaron a la plaza. Y a partir de ese momento cada uno intenta ir un poco más lejos para contarlo y comentarlo cuando se reúnan. “Yo le he arrancado la camiseta”, “yo le he quitado el sujetador”, “yo le he roto el pantalón”, “yo le he tocado una teta”… cada uno contará su historia y todos se sentirán después un poco más hombres tras esa catarsis colectiva.
El componente cultural en esta conducta está en su repetición en diferentes lugares y fechas, en todos bajo el mismo patrón, y en la reacción que, ¡oh casualidad!, muchos  hombres han tenido tras lo ocurrido. Ninguno de ellos, de estos que se sienten “muchos y machos” ha cuestionado la agresión que esos hombres han llevado a cabo, todo lo contrario. Rápidamente han mostrado imágenes en las que en las que en circunstancias similares, pero no iguales, una mujer aparentemente consentía los tocamientos. Lo cual revela dos cosas, por una parte las trampas que la propia cultura machista coloca a las mujeres para que participen, actúen y se comporten del modo que los hombres quieren, y luego las culpabilicen por haberlo hecho, ya lo vimos en otro post sobre la provocación (http://blogs.elpais.com/autopsia/2013/05/provocación.html). Y por otro lado, cómo para estos “muchos y machos” el consentimiento de las mujeres es algo intrascendenteque no merece ser respetado, el famoso “las mujeres dicen no cuando quieren decir sí”, que traducido a la realidad significa, “si yo digo sí, da igual que la mujer diga no”.
Dos cuestiones para finalizar, la primera, ¿investigarán a partir las imágenes los posibles abusos sexuales que se hayan podido producir, como ocurre con otros teóricos delitos en los campos de fútbol o en las manifestaciones?. La segunda,¿esa es la idea de hombres que defienden los posmachistas y las posmachistas, es ese el concepto de ser racional que manejan, esos son los que deben ser la referencia en la familia, en los consejos de administración, en la política…?
Yo soy hombre, mis hijos son hombres,  y respeto y quiero a los hombres, como respeto y quiero a las mujeres, de ahí que defienda la Igualdad, pero no me identifico con estos machos, por muchos que sean.

Ningún comentario:

Publicar un comentario