Por Vicenç Navarro
Catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas, Universidad Pompeu Fabra
Es una constante en la narrativa del establishment (es decir, la estructura de poder) político y mediático español denunciar al gobierno venezolano, durante el mandato del gobierno Chávez, por sus supuestas violaciones de los derechos humanos. Se presenta a Venezuela como una dictadura cruel y sangrienta, la más oprimente existente en América Latina. Una de las voces más promovidas en esta campaña es la del Premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, presentado en los mayores medios de información españoles como un autor especialmente sensible a las violaciones de los derechos humanos en América Latina. Y últimamente hemos estado viendo como este mismo establishment se ha movilizado para destruir la persona de Pablo Iglesias y el movimiento que fundó, Podemos, denunciando su trabajo realizado para el gobierno venezolano, presentado como dictatorial, carente de sensibilidad democrática.
El establishment político y mediático español y sus portavoces han guardado, mientras tanto, un silencio ensordecedor sobre lo que ocurre en Honduras. Este silencio va parejo a la atención mediática por lo que está pasando en América Latina y en las fronteras del sur de EEUU con la infancia. Hoy es noticia mundial que se han detenido casi 50.000 niños (sí, ha leído bien, niños) en su intento de atravesar solos la frontera de México con EEUU huyendo muchos de ellos de Honduras. Pues bien, según Dan Beeton (“The Child Migration Crisis and the Legacy of the Honduran Coup”, del Center for Economic and Policy Research, de Washington DC), el 28% de estos niños son de Honduras. Sin embargo, en ninguno de los grandes medios se ha relacionado a estos niños con Honduras.
¿Qué pasa en Honduras?
Si usted es lector de estos medios, la conclusión a la que llegará es que no pasa nada. La atención se centra en Venezuela, gobernada por un partido de izquierdas. Honduras no tiene ninguna cobertura mediática, y ello a pesar de que hoy es uno de los países más violentos en el mundo, con mayores violaciones de los derechos humanos. Está gobernado por las derechas, por partidos (conservadores y liberales) que pertenecen a la misma sensibilidad y familias políticas (pertenecen a las Internacionales Conservadoras y Liberales) que las derechas españolas, es decir, PP, CiU, UPyD y C’s. Honduras (país con algo más de 8 millones de habitantes) es definida como la capital mundial de asesinatos políticos. Los siguientes hechos están siendo silenciados por los establishments políticos y mediáticos españoles (incluyendo los catalanes):
Una mujer es asesinada cada 13 horas. Según un informe de la Iniciativa Mesoamericana de Mujeres Defensoras de Derechos Humanos, el feminicidio ha aumentado un 92% desde que tuvo lugar el golpe militar en el año 2009 liderado por un partido liberal. El equivalente en España serían 3.623 feminicidios.
116 miembros de movimiento sociales han sido asesinados desde el golpe del año 2009. El equivalente en España serían 668 asesinatos.
Más de 30 periodistas han sido asesinados desde el golpe, sin que –según Reporteros sin Fronteras- ninguno de los asesinos haya sido imputado. El equivalente en España habría sido de 173 periodistas.
74 abogados, conocidos defensores de los derechos humanos, han sido asesinados desde el año 2009. El equivalente en España serían 426 abogados.
18 miembros del partido del Ex presidente Manuel Zelaya, (depuesto por el golpe militar) han sido asesinados. El equivalente en España serían 104 miembros.
100 activistas del movimiento campesino de protesta frente a la Dinant Corporation han sido asesinados, y sus tierras expropiadas, durante este periodo. El equivalente en España serían 576 campesinos.
El clima de terror ha sido generalizado, pues sostiene una de las estructuras sociales más injustas de las muchas existentes en América Latina. La pobreza es sangrante y ha empeorado desde el año del golpe.
Esta situación ha generado una protesta por parte de 108 miembros del Congreso de EEUU, que han escrito una carta al Ministro de Asuntos Exteriores, el Sr. John Kerry, exigiendo que se interrumpa cualquier ayuda al gobierno hondureño, y denunciando los abusos existentes en aquel país, que han conducido a la huída de personas (incluyendo niños solos) de esta situación de miseria, pobreza, terror y represión. Desde que sucedió el golpe militar, el número de niños solos que intentan huir a EEUU, a través de la frontera, ha aumentado en 1.272 veces. Y los liberales y conservadores españoles no dicen ni pío. Este silencio es un indicador de su inexistente compromiso con la libertad y con los derechos humanos que constantemente cacarean.
El País y sus silencios ensordecedores, incoherencias e hipocresías.
Mientras se daba este silencio ensordecedor sobre la enorme violación de los derechos humanos que está ocurriendo en Honduras, ha habido una algarabía casi histriónica contra el gobierno Chávez (que fue uno de los más exitosos en reducir la pobreza, incluyendo la infantil). Este doble estándar se muestra en la agresividad frente al fundador de Podemos, Pablo Iglesias, acusándolo de haber recibido dinero del demonio, el gobierno Chávez. El diario El País ha sido uno de los mayores acusadores, denunciado que Pablo Iglesias recibió dinero como consecuencia de sus servicios prestados como asesor. Lo que El País no ha dicho es que este rotativo ha recibido 4 millones de dólares del gobierno Chávez por los servicios proveídos por este periódico, vendiéndole (su casa editorial) un millón de ejemplares de El Quijote. Es más, El País colaboró con el gobierno Chávez al sacar un prólogo de Vargas Llosa y sustituirlo por otro, escrito por el Premio Nobel José Saramago.
Imagínese el lector por un momento que esto lo hubiera hecho el diario Público. Habría habido una movilización mediática liderada por El País en contra de Público por ser un instrumento del gobierno venezolano, servil y dócil al Presidente Chávez. Ni que decir tiene que El País no ha dicho ni pío de todo esto. Para leerlo tiene que ir al último número de la revista Mongolia (Julio/agosto 2014, pagina 61), que lo explica con gran detalle.
Estamos viendo, pues, el intento de destruir por todos los medios imaginables un movimiento que se considera amenazante a la estructura de poder financiero, económico, y por lo tanto político y mediático, de este país. Y el establishment responsable de tal agresividad tiene la osadía de justificar sus manipulaciones y falsedades bajo el argumento de que son ellos los defensores de los derechos humanos. El grado de incoherencia, por no decir hipocresía, del establishment español alcanza niveles auténticamente hiperbólicos.
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