David Torres
La noticia es que Mariano ha concedido no sé si la segunda o la tercera entrevista a una televisión en dos años y pico. Lo que haya dicho luego da más o menos igual: lo increíble es que se ha manifestado en el comedor de todos los españoles y no a todos los ha pillado rezando. A las apariciones marianas les basta con la imagen, el sonido luego es opcional; de hecho todavía no está muy claro cuál es el tercer misterio de la Virgen de Fátima. Probablemente, a la Virgen de Fátima le pasaba lo mismo que a Mariano, que se traía los misterios escritos en una chuleta y después no entendía su propia letra.
Con tantos españoles manifestándose, y casi todos en Gamonal, era lógico que el presidente acabara sumándose a las manifestaciones, porque a él a español no le gana nadie. Ni a gallego tampoco. Los afortunados que todavía disponen de televisión (por haberla preferido al frigorífico en la casa de empeños) se han encontrado al sintonizar Antena 3 con que las rayas del aparato modelaban la carta de ajuste de 1975 mientras el poso de la estática iba configurando un fenómeno poltergeist. Al poco la nieve radiactiva fue formando la cara de Mariano, una imagen casi desconocida del tiempo que hacía que no pasaba por allí en directo. Unos dudaban de que fuese el presidente en carne y hueso, lo más probable es que hubiera enviado al doble de plasma. Otros, más desconfiados, pensaron que se trataba de una entrevista congelada de un año o dos años atrás y empezaron a enviar mensajes a la emisora para que lo entrevistaran posando con el periódico del día, como los secuestrados de la vieja escuela. Los más escépticos buscaron una bayeta y un limpiacristales y se pusieron a frotar la pantalla, por si se trataba de una cara de Bélmez.
Mariano se quejaba de que Zapatero no daba la cara y luego, para dar ejemplo, se ha pasado media legislatura dando el culo en diferido a los medios. Total, lo que tenía que decir tampoco era muy novedoso: que España se rompe y que el año que viene va a bajar los impuestos; exactamente lo mismo que advirtió y prometió hace más o menos un año. España es un país que siempre se está rompiendo, como la cadera del rey Juan Carlos. Después, cuando cogió carrerilla, Mariano se puso igual de misterioso que la Virgen de Fátima y declaró que tiene un plan, pero que no piensa decirlo todavía para que la realidad no le pesque con el pie cambiado. La esencia de la entrevista fue más o menos esto: “Tengo un plan y luego ya veré lo lo que hago”. Casi es mejor que no lo haya especificado, porque si va a hacer con el plan lo mismo que con su programa electoral, lo más seguro es que sea un plan de fuga.
El plan tenía que ver con Cataluña y, más concretamente, con Artur Mas, que ni le llama ni le escribe. En consecuencia, él tampoco piensa descolgar el teléfono. Como se ve, lo de Cataluña y España, más que una historia de amor, es una película experimental de cine mudo donde el primero que habla revienta. A la entrevista le faltó profundidad porque nos quedamos sin saber qué piensa en su fuero interno Mariano de la nueva remodelación del Camp Nou y del fichaje en diferido de Neymar.
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