David Bollero
El Ministerio del Interior se ha volcado con el conflicto del barrio de Gamonal en Burgos. Y por volcarse no sólo entendemos el desplazamiento de un centenar de antidisturbios desde Valladolid para que sean 130 los que intimiden y, en algunos casos, apaleen al pueblo; sino que también debemos destacar el arranque de la maquinaria de mentiras y manipulación de la cartera de Fernández Díaz.
Era cuestión de tiempo que el secretario de Estado de Seguridad, Francisco Martínez, comenzara a escupir falacias acerca del foco de la protesta, aludiendo a grupos itinerantes de antisistemas que no reivindican nada que no sea la violencia por la violencia. Contradiciendo las declaraciones de Martínez, el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León ha asegurado que la práctica totalidad de los detenidos son vecinos de Burgos y, en contra de lo afirmado por el secretario de Estado, no tienen antecedentes penales.
La lista de grupos calificados como “antisistemas de izquierda radical” es tan larga como ineptas parecen las fuerzas de seguridad pues entre los detenidos no aparece ni uno sólo de estos supuestos grupos violentos, según fuentes judiciales. ¿Por qué tantas mentiras? El propio alcalde, Javier Lacalle (PP), miente al asegurar que su proyecto pelotazo urbanístico cuenta con un amplio apoyo popular. Olvida el político -curiosamente ex concejal de Urbanismo- que ya en 2005 los vecinos tuvieron que salir a la calle para paralizar el proyecto de parking subterráneo que planeaba el consistorio. ¿Quién iba a querer contar con 100 plazas de aparcamiento menos y, además, que les cobren 20.000 euros por cada una de ellas?
Entonces, ¿por qué tantas mentiras? ¿por qué tanta represión? Por el temor al poder de los movimientos sociales y, más concretamente, de los movimientos vecinales que desde la aparición del 15M y sus asambleas de barrio han resurgido con fuerza. Nuestro Gobierno conservador, entre cuyas filas se encuentran ministros más propios de la dictadura que de la democracia, no olvida el poder de las asociaciones de vecinos como agentes de cambio social. No puede quitarse de la mente cómo el mismo dictador estuvo contra las cuerdas y se sacó de la manga una Ley de Cabezas de Familia para poner puertas al campo. Y no sirvió de nada.
El gran temor del ministerio del Interior es que el espíritu de Gamonal se extienda por el resto de España, que otras regiones constaten que la unión hace la fuerza y no hay porra ni toque de queda que puedan debilitarla; más bien al contrario, la refuerza y le dota de un poder expansivo. Cuanto más grande es el fracaso de las instituciones y de nuestros representantes políticos, más potente es el movimiento vecinal, ese que se ocupa del día a día, al que le importa un carajo las cifras macroeconómicas y lo que diga el FMI y lo único que busca es su bienestar y el de su prójimo en la más pura cotidianeidad.
Lo que de verdad no sólo teme, sino que aterra a Fernández Díaz es que se multipliquen los focos de conflicto por el país o, incluso, que del mismo modo que él desplaza fuerzas de represión e intimidación desde otras provincias, el pueblo haga lo mismo para reclamar lo que es suyo: la soberanía. Por este motivo animo a ser antisistema, dado que llevamos años constatando que el sistema actual sólo beneficia a los de arriba; hago un llamamiento a la unidad y, por qué no, a reforzar las filas de protesta de Gamonal para que de una vez por todas Lacalle se digne a escuchar a la calle, a su pueblo. No lo olvidemos, estas protestas llevan meses produciéndose, sin respuesta alguna del alcalde… aunque eso al secretario de Estado de Seguridad se le olvide comentarlo.
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