xoves, 18 de agosto de 2016

Los 5 lugares abandonados más terroríficos del mundo

http://ocio.farodevigo.es/

Puede que en su momento se erigieran edificios, monumentos o construcciones emblemáticas y majestuosas, pero tras los años de desamparo y olvido se han vuelto escenarios terroríficos que aceleran la respiración.

Son cementerios de piedra, lugares que en algún momento estaban vivos, lucían nuevos, brillantes, cuidados... Sin embargo, tras su desuso devinieron todo lo contrario: postales apocalípticas idóneas para rodar una película de terror. Aunque sólo sea para admirar la belleza de lo inerte repasamos cinco enclaves abandonados que harán que se te ponga la piel de gallina.

Pripyat, Ucrania
Se dice que Pripyat es la ciudad envenenada. Aunque existen ciudades y pueblos fantasmas en cada país del mundo, quizás sea éste el que más pone los pelos de punta. Tras el desastre de Chernóbil el 26 de abril de 1986, esta ciudad de cerca de 50.000 personas tuvo que ser totalmente evacuada por el ejército ruso en tan sólo 3 horas.


Foto: Getty Images
La explosión del reactor número 4 de la planta nuclear emitió 400 veces más radiación que la bomba atómica de Hiroshima; los habitantes fueron trasladados a otros lugares de inmediato y los animales fueron sacrificados.

Las cosas se quedaron como estaban en ese momento, y sólo se han visto mutadas por la naturaleza que ha ido campando a sus anchas y el paso del tiempo. Esta estampa fantasmagórica y apocalíptica se mantendrá durante miles de años así, a causa de la radiación.




Isla de Hashima, Japón

Esta pequeña isla del litoral japonés fue habitada en su momento por 5300 personas que se dedicaban a la extracción de carbón del fondo marino. En 1890, Mitsubishi compró el islote y perforó dos pozos para empezar la producción. Paralelamente, se construyeron viviendas y servicios para los trabajadores y sus familias, bloques hasta ahora nunca vistos en Japón.


Foto: Getty Images

La isla era pequeña pero tenía de todo: cines, bares, peluquerías, restaurantes, escuela... Aunque trabajar allí era muy duro: muchos fallecieron en accidentes laborales, por enfermedades, cansacio... En los años 60, Hashima llegó a su tope: Mitsubishi fue parando la producción y moviendo a sus trabajadores a otros lugares, de manera que la isla fue muriendo poco a poco hasta que se cerró la mina. Sus edificios se han visto deteriorados con rapidez por el clima y la salinidad.

Belchite, Aragón

Quizás sea el pueblo abandonado de España más emblemático: sus edificios derruidos siguen casi de la misma manera en que acabaron tras la batalla de Belchite en 1937.



Foto: Getty Images

En el verano de 1937, en plena guerra civil, los republicanos arrasaron el pueblo de Belchite, que defendían los nacionales. Seis mil personas, entre soldados y civiles, murieron en pocos días. El control del bando republicano sobre la zona duraría poco tiempo, pues las tropas franquistas acabarían por ganar la guerra.

Hoy en día se conserva exactamente como un recuerdo de esta guerra, que al igual que todas las demás, nunca debieron suceder.

La abandonada mina de diamantes Mirny, Rusia

La Mina Mir es una antigua mina de diamantes situada en Mirny, Rusia. Con 525 metros de profundidad y 1.200 metros de ancho, la mina cerró su actividad en 2004. El agujero excavado (el segundo más grande del mundo) es tan vasto que los helicópteros no pueden sobrevolar la mina debido al flujo del aire descendente.



Foto: Getty Images

Las condiciones climáticas de la mina eran extremadamente duras, sobre todo durante los largos y gélidos inviernos siberianos: las temperaturas eran tan bajas que los neumáticos de los vehículos se rompían y la maquinaria tenía que ser cubierta porque si no se congelaba.

Después de la división de la URSS, en la década de 1990, la mina fue operada por unas pocas empresas locales hasta 2004, cuando se cerró para siempre.



Fuertes marinos Arenas Rojas. Sealand. Reino Unido

Estas torres de Red Sands fueron instaladas en el estuario de Thames, en el periodo entreguerras de 1943. Los fuertes tenían el objetivo de alojar varios cañones que sirvieran para combatir y hacer frente a las amenazas simultáneas tanto por aire como por mar.


Foto: Flickr

Los fuertes fueron abandonados completamente al final de la Segunda Guerra Mundial y su ubicación se convirtió en materia de debate ya que se consideraba que estaban situados en aguas internacionales y no sujetos a ninguna jurisdicción concreta.

Naufragio en Sidney GETTY IMAGES

Naufragio en Sidney GETTY IMAGES

Así es amar en un país donde la homosexualidad es un delito

www.playgroundmag.net

El artículo 377 del código penal de Bangladesh criminaliza las actividades sexuales “contra natura”. Entre ellas se encuentra, por supuesto, la homosexualidad. Además, la religión dominante determina que las relaciones entre personas del mismo sexo son pecado. Y en los últimos tiempos, la comunidad LGTBI de este país ha sufrido persecuciones, acoso e incluso asesinatos por su condición sexual.
Definitivamente, Bangladesh no parece ser un buen país para salirse de la norma. Sin embargo, la comunidad LGTBI no se deja guiar por el miedo y se muestra como es más allá de los tabúes existentes.
Ese es el caso del fotógrafo Gazi Nafis Ahmed y su proyecto fotográfico Inner Face. En él, retrata a los miembros de la comunidad LGTBI de Bangladesh. “La escena LGTBI en Bangladesh es muy, muyunderground. Esencialmente hay dos grupos sociales diferentes. Las clases medias/altas, que se refieren a sí mismos como homosexuales, y que tienen acceso a internet, forman parte de una red global de comunidades homosexuales y tienen amigos en todo el mundo”, explica el fotógrafo en declaraciones a The Guardian. “ Y luego está otra clase social diferente que no se refiere a sí mismos como LGTBI sino como HSH. Esta es una designación de salud pública que se refiere a Los Hombres que tienen Sexo con otros Hombres. Poseen bajos ingresos -cocineros, bailarines, conductores de rickshaws- y hay un gran estigma hacia ellos”, reconoce Ahmed. El fotógrafo trabajó con ambos grupos, con la intención de componer el retrato más fiel posible de esta comunidad.
Ahmed empezó el proyecto en 2008, inspirado por la represión que vivía la comunidad LGBTI en Bangladesh. El fotógrafo estudiaba en Dinamarca, donde la libertad sexual era completamente diferente a su país de origen. “Era asombroso”, recuerda. Así que, después de acabar sus estudios, empezó a retratar y a documentar las historias de aquellos que vivían su sexualidad de espaldas a la sociedad bangladesí.
Para ello, se acercó a la Sociedad de Bienestar Social Bandhu, una asociación le ayudó a hacer conexiones y ponerse en contacto con gente interesada en el proyecto. Y para su sorpresa, el fotógrafo encontró a una increíble cantidad de personas valientes que le dijeron que querían que sus voces y rostros aparecieran en el proyecto.
"En Bangladesh no es fácil para las personas de la comunidad LGBTI practicar su libertad de expresión como en muchos otros países. Pero sentí que, a través de mi arte, estos seres humanos podrían tener la opción de que sus voces se escucharan por ahí".
Amit y Rana (2009). "Somos de diferentes religiones, pero eso no importa. Creo que nuestro amor está más allá de los juicios morales de la sociedad y por lo tanto vamos a seguir amándonos. Tenemos una buena vida, una vida bonita, casi como si estuviera envuelta en papel de bellos colores”.
Shahinoor y Nipa (2009). “Soy una mujer y amo a otra mujer. Quiero vivir con mi amante. Y no quiero que nadie se interponga entre nosotras. No queremos que alguna de las dos se suicide, se haga daño, se convierta en adicto a las drogas, se corte. Vivamos de la manera que queramos. Ahora es el momento de abrirse y hablar de ello”.
Imán (2009). "Quiero hablar de mis pensamientos, de mis inclinaciones, pero mi profesión me obliga a enterrar estos pensamientos muy dentro de mí. Me obliga a vivir una doble vida. Pero yo no quiero alejarme de mi profesión, ya que es también algo en lo que creo profundamente. Traté de cambiar. Ahora creo que mi condición es un regalo de Dios. Hoy, estoy feliz como soy, viviendo en paz con mis esperanzas y sueños".
Amante (2014). Billal y Aman: “Desde nuestro primer encuentro, hemos empezado a salir juntos. Nuestra familia cree que solo somos amigos, pero estamos profundamente enamorados y nadie puede separarnos”.
Casa (2009). Mithu: “Vivo en una casa de huéspedes de la ciudad donde soy respetado por mis compañeros. Vine a Dacca con la esperanza de encontrar un trabajo y ganar un poco del libertad. Necesitaba mantener a mi esposa y a su familia y también tenía que ser capaz de ser yo mismo. Nunca he llevado a mi esposa a Dacca. Si hubiera podido entenderme a mi mismo en ese momento como lo hago ahora, nadie habría podido obligarme a casarme. Sé que muchos como yo que se han casado, viven la 'vida dura'”.
Ratul (2009). "Siempre me sentí muy atraído por los hombres. Abandoné el colegio en el décimo curso porque no podía permitirme el lujo de continuar mi educación. Empecé a ser trabajadora sexual. Las ofertas se realizan principalmente a través de llamadas telefónicas y, a veces, me recogen los clientes de los parques. Son de todo tipo: Casados, médicos, maestros, estudiantes, conductores, empleados. Apoyo a mi familia y ahorro un poco de dinero para mí. La vida continua”.
Shalok (2016). "Mi cuerpo y mi mente son diferentes el uno de la otra. Podría ser una chica, pero... ¿Cuál es ese 'pero'? ¿Es mi cabeza? Sí. Mentalmente, soy un hombre totalmente”.

Océanos de plástico

Cada año, ocho millones de toneladas de plástico llegan al mar: el 2050 habrá más cantidad de plásticos que de peces. Inventores, científicos y políticos intentan poner freno a la catástrofe.

1. Un desafío global

Toneladas de fragmentos de plástico se acumulan en los mares. En todo el mundo, inventores, científicos o políticos trabajan en distintas soluciones. Desde la creación de un material biodegradable a partir de cáscaras de gambas hasta repensar la manera de consumir.

Silvia Blanco
http://elpaissemanal.elpais.com/

Durante siete meses, la expedición española Malaspina recorrió los océanos de todo el mundo con dos barcos. Entre 2010 y 2011 trazó una línea de Cádiz a Río de Janeiro, de Ciudad del Cabo a Perth, de Honolulú a Cartagena de Indias y de nuevo al puerto gaditano. Ese viaje científico alrededor del planeta buscaba estudiar el impacto del cambio climático en la vida marina. Se extraían muestras tomadas a diferentes profundidades, que podían llegar hasta los 4.000 metros. El investigador Andrés Cózar, que seguía el trabajo de los barcos desde tierra, empezó a darse cuenta de algo inesperado. Al procesar las muestras en el laboratorio, veía que ahí, flotando junto a los más variados microorganismos, había plástico. Aparecía en todas las mediciones, también en las que se hicieron a miles de kilómetros de la costa. Tropezó con el plástico en todas partes, incluso en medio de ninguna parte.



Envases de comida para llevar y productos de limpieza. MANDY BARKER


Dos años después, en 2013, Cózar y un equipo de científicos dibujaron el primer mapa global de la contaminación por plástico en superficie. Primero señalaron cinco grandes zonas de acumulación, en los llamados giros subtropicales. Como descomunales remolinos, “funcionan igual que cintas transportadoras del plástico que van lamiendo de los continentes”, explica Cózar, de 40 años, en su pequeño despacho del Campus del Mar de la Universidad de Cádiz. Luego añadieron el Mediterráneo, ahora analizan el mar Rojo y el Ártico, y desde entonces esa geografía sucia y flotante se ha hecho algo más nítida. Han bastado unas décadas de uso masivo del plástico para generar un problema de contaminación marina que ahora la ciencia trata de abordar. Todavía hay muchas incógnitas, pero algunas estimaciones ayudan a ir viendo el contorno del desastre. En 2050 habrá en el océano más toneladas de plástico que de peces, según una proyección de la Fundación Ellen MacArthur, que promueve una economía que convierta los residuos en recursos. Cada año entran al mar unos ocho millones de toneladas. China, Indonesia y Filipinas encabezan la clasificación de los países que más cantidad arrojan, según un estudio publicado en Science en 2015, y los 20 primeros –todos en Asia y África, excepto Estados Unidos y Brasil– son responsables del 83% del plástico mal gestionado que puede acabar en el mar.

Las investigaciones se han multiplicado en todo el mundo en los últimos seis años. La alerta ha llegado a los ciudadanos, a los negocios y a algunos Gobiernos. Mientras, el mar va dejando pruebas en la playa. Del tamaño, por ejemplo, de 13 cachalotes muertos a principios de año en la costa alemana; aunque no los mató, tenían la barriga llena de plástico. O en el tubo de muestras de laboratorio, donde adopta una forma menos amenazante pero más problemática: el enemigo son trocitos de colores como granos de arroz. Esos microplásticos eran antes botellas, tapones, redes, cualquier cosa, y se han ido fragmentando hasta hacerse tan pequeños que son muy difíciles de eliminar y fáciles de tragar. “Los científicos estamos desconcertados respecto a los efectos de la amenaza de los microplásticos. Pueden ingerirlos animales muy pequeños o grandes depredadores. Incluso los humanos. Contienen un cóctel de contaminantes cuyo impacto es difícil de evaluar”, afirma Cózar. Hay algo todavía más pequeño e inquietante, un residuo plástico que se mide en micras y que puede ser “ingerido y asimilado, incorporado al tejido del organismo”, explica.



Formas extrañas que adoptan los objetos al degradarse. / MANDY BARKER

Los giros subtropicales donde se acumu­la el plástico se imaginaban hace unos años como gigantescas islas compactas y flotantes. Es un mito, pero sirvió para llamar la atención sobre un problema global y complejo del que cada vez más ciudadanos son conscientes. Ese interés explica que, en solo 100 días, un chico holandés de 21 años, Boyan Slat, lograra que 38.000 personas de 160 países donaran, en conjunto, dos millones de euros para financiar lo que él llama “la mayor limpieza del océano de la historia”. Su plan consiste en extraer en 10 años casi la mitad del plástico del giro del Pacífico Norte. Para eso ha diseñado un conjunto de barreras flotantes de 100 kilómetros capaces de acumular el residuo sirviéndose de la propia corriente oceánica. La ONU le ha concedido su principal premio medioambiental; en enero presentó su idea en el Foro de Davos y este mes lanzará al mar del Norte el primer prototipo –a escala, tendrá solo 100 metros– para ver si funciona.

“Cuando tenía 16 años, fui a bucear a Grecia y me crucé con más bolsas de plástico que peces”, cuenta Slat por teléfono. “Empecé a pensar en cómo se podía limpiar. El mar es gigantesco, así que se tardarían miles de años y millones de dólares en recogerlo. Por eso se me ocurrió la idea de usar el movimiento del océano para que el plástico se concentre en un punto”, explica. Slat es un tipo ocupado. Él y la empresa que fundó a los 19 años, The Ocean Cleanup (la limpieza del océano), suscitan gran expectación. Un equipo de 38 ingenieros, oceanógrafos y científicos trabaja en Delft, en Holanda, junto a un centenar de voluntarios. El año pasado publicaron un estudio de viabilidad e hicieron una expedición con 30 barcos por el giro del Pacífico Norte. “La de antes me parece otra vida”, cuenta Slat, que pasa mucho tiempo con grandes inversores, tratando de convencerlos de que pongan dinero en esto. “Ahora dedico bastante tiempo al desarrollo tecnológico del proyecto. Soy un inventor, pero también tengo que prestar atención a conseguir dinero”. Hace unos tres viajes de media al mes. Los nombres y las cantidades que aportan los inversores con los que se reúne son secretos.


Numerosos juguetes de plástico encontrados en Hong Kong. MANDY BARKER

El plan de Slat ha contribuido a colocar la contaminación marina por plástico en la agenda de los medios de comunicación, las grandes multinacionales y un puñado de países. Pese al entusiasmo que genera, varios activistas y científicos creen que, más allá de ayudar a concienciar –algo que le alaban–, todo esto es poco eficaz y caro. “Existe el riesgo de que con ese sistema atrape a numerosos invertebrados que flotan a la deriva. Además, el océano es demasiado vasto para limpiarlo y lo que encuentras muy lejos de la costa es microplástico mezclado con la vida marina”, cuenta por teléfono desde Los Ángeles Marcus Eriksen, quien lleva años estudiando el problema y dirige el instituto 5 Gyres. “El foco debería estar en tierra, hay que evitar que los microplásticos lleguen al mar”.

Algo parecido piensa Nicholas Mallos, director del programa de basura marina de Ocean Conservacy, una organización de protección del mar con sede en Washington. “Durante 30 años, hemos organizado la mayor limpieza costera internacional. En esas zonas litorales es donde se concentra la vida marina y además actuamos sobre los lugares donde la basura plástica entra en el mar. Por ejemplo, vamos a las desembocaduras de los grandes ríos, donde hay muchos objetos de plástico antes de que puedan llegar al mar y dispersarse”, explica.





Slat no parece muy preocupado por esas críticas. “Nunca se puede tener la certeza de que todo irá bien, pero la historia está llena de ejemplos de problemas, inventos, de gente que dice que algo no se puede hacer… y luego se hace”, afirma. Lo consiga o no, la suya es una más de las medidas que están en marcha en todo el mundo, en una batalla que en la que cada cual parece estar luchando por su cuenta. Algunas, como la de Ocean Cleanup, son propuestas para el aquí y ahora y se centran en corregir una pequeña parte del problema. Otras plantean la necesidad de un cambio estructural; algo que trastoque la manera de consumir y de producir. Y eso, para empezar, necesita de voluntad política.

La Comisión Europea presentó en diciembre un paquete de medidas para emprender la transición a la economía circular: un sistema en el que los productos se reutilizan, se reparan, se alquilan, se reciclan. En ese bucle, la basura no existe. Hay una estrategia específica para plásticos. “Buena parte de la contaminación marina es plástico, sobre todo envases. Solo se recicla alrededor del 25% de todos los residuos plásticos y casi el 50% todavía se entierra en vertederos en la Unión Europea. Es demasiado”, dijo el 20 de abril el comisario de Medio Ambiente, Karmenu Vella, en una conferencia en Bruselas.

En la Comunidad Valenciana, el Gobierno pretende probar un sistema de depósito, devolución y retorno de envases de bebidas. El proyecto, que sería el primero en España, prevé que el consumidor pague un depósito de 10 céntimos al comprar una lata, una botella de vidrio o de plástico, o un tetrabrik de zumo, cerveza, agua o refresco, y que se le reembolse cuando devuelva el envase. Lo puede hacer en un supermercado, en una gasolinera, en un bar… y también en uno distinto de aquel en el que lo compró. “No estamos inventando nada”, afirma Julià Álvaro, secretario autonómico de Medio Ambiente y Cambio Climático de la Generalitat Valenciana. “De pequeño, recuerdo que llevaba las botellas a la tienda. Esta economía de usar y tirar está caducando”. Álvaro explica que demasiados residuos están donde no deben: en la calle, en los parques y en las playas. Cada día se venden en la Comunidad siete millones de envases de bebidas. De ellos, asegura Álvaro, cinco millones no acaban en el contenedor adecuado y su destino final es un vertedero o directamente tirados en la naturaleza. Otros muchos terminan en el mar. Su departamento ha calculado que todo eso que no se aprovecha vale unos quince millones de euros al año. “Encaja con la idea de la economía circular porque queremos convertir cinco millones de envases que ahora mismo son residuos en recursos aprovechables”, argumenta. En verano está previsto que se redacte el borrador de la ley para implantar un sistema que funciona en varios países europeos, como Alemania, Suecia, Noruega o Dinamarca, y en algunos Estados de EE UU, como California o Nueva York. Ahora el destino de ese material recuperado sería el reciclaje, pero en una fase posterior se plantean incluso impulsar la reutilización.

En Penalty, la fotógrafa contactó con voluntarios de todo el mundo a través de las redes sociales para recoger balones de fútbol de la orilla o del mar. MANDY BARKER

La polémica que ha generado la propuesta da una idea de lo valioso de estos desechos. La iniciativa valenciana ha chocado con Ecoembes, la organización que gestiona el reciclaje y agrupa a la industria del envasado y la distribución. “Ese plan no tiene un objetivo ambiental”, dice una portavoz. “Apenas logra mejorar el reciclaje global, y la logística que necesita multiplica las emisiones de CO2. Es un sistema paralelo y una operación comercial encubierta”.

Al otro lado del mundo, en Singapur, Javier G. Fernández trabaja en sacar del laboratorio y darle un uso industrial al que se considera uno de los materiales del futuro, el shrilk. Una alternativa biológica al plástico flexible y resistente. “La gran ventaja es que se degrada. Lo tiras en tu jardín y las plantas pueden crecer en ese lugar. No alteramos la molécula, lleva miles de años ahí”, cuenta por teléfono el científico de 34 años desde la Universidad de Tecnología y Diseño (SUDT) del país asiático.

Fernández dio con el shrilk hace cuatro años, cuando investigaba en el Wyss Institute de Harvard. Pasó, cuenta, encerrado 10 horas diarias durante tres meses en la Biblioteca de Zoología de la Universidad de Harvard. “Estudiaba el esqueleto externo de los artrópodos. Quería saber cómo está hecha una cáscara de gamba a nivel molecular, un ala, los caparazones de los mejillones”. Mezcló una sustancia presente en las cáscaras de las gambas, la quitina, con proteínas de la seda. Tomó esas moléculas sin alterarlas y las organizó del mismo modo en que lo haría la naturaleza. Ese fue su hallazgo.



El otro descubrimiento importante de su carrera ocurrió por accidente. Lo publicó el año pasado. “Fue todavía en Boston. Estábamos estudiando la estructura mucosa de los peces porque creíamos que podía tener quitina y queríamos saber dónde la producen”. Durante un par de meses, el laboratorio se impregnó del olor de pieles enteras de salmón, de carpa. Iban descartando las molécu­las que no interesaban para buscar las que sí. “Pero en ese proceso de filtrado había algunas que se comportaban como un ruido constante y difícil de eliminar. Decidimos averiguar qué era aquello tan estable y que no se degradaba. Era plástico”, cuenta Fernández, que, al igual que el investigador Cózar, advierte de que es una frontera para la ciencia. “No sabemos la magnitud del problema, no sabemos cuándo va a explotar y no sabemos los peligros que tenemos por delante”.

Ahora Fernández trata de dar un salto de escala en Singapur. Pasar a la fabricación industrial. “Nuestra prioridad hoy es el empaquetado. Hemos hecho prototipos de pinzas de la ropa, cajas de huevos, vasos…”, explica. “El shrilk puede ser una alternativa al plástico en algunas aplicaciones, pero la solución al problema de la contaminación por plástico no es ni única ni mágica. Creo que no habrá un único gran sustituto del plástico: no podemos terminar produciendo gambas para hacer botellas, en el caso de que fuera el ­shrilk”, dice. “Hace falta implicar a la ciencia, a los políticos y a los ciudadanos”.

2. Pescar las botellas para hacer ropa

Desde un barco de arrastre que llega a puerto en Villajoyosa, en Alicante, seguimos la metamorfosis de los desechos plásticos que sacan del mar los pescadores. Las botellas y objetos abandonados se convierten en hilo y luego en prendas que presumen de su fabricación sostenible.

Elsa Fernández-Santos
http://elpaissemanal.elpais.com/


Excepto un lingote de hachís, que vuelve de la red directo al mar como una patata caliente, toda la pesca es útil en el Playa del Moro, el barco arrastrero que ha zarpado a las 4.30 del puerto de Villajoyosa (Alicante). Entre redes y aparejos, los cinco pescadores que forman la tripulación han admitido un nuevo trasto a bordo: un cubo de basura azul que aguarda a babor para contener los zapatos, compresas, cristales y botellas de plástico que cada día se pescan junto a los salmonetes, pulpos, rapes, espardeñas, peces gato o pescadillas. Puntuales, llegarán 12 horas después a la lonja del puerto.

Los pescadores recogen el plástico en las redes. MANDY BARKER

Mientras el pescado se subasta, el cubo de basura emprenderá un intrincado camino que convertirá gran parte del plástico pescado en prendas de ropa. Una aventura sostenible que lleva el sello de Ecoalf, la empresa española que desde 2009 ha logrado convertirse en una marca puntera en ropa reciclada y que desde el pasado septiembre está embarcada en un ambicioso proyecto de fabricación textil a partir de la basura recogida en el fondo del mar.

El Playa del Moro es de los pocos barcos de Villajoyosa (salen unos 25 cada madrugada) que tenían por costumbre no devolver la basura al mar y por eso fue de los primeros en apuntarse a la iniciativa de Javier Goyeneche, presidente y director creativo de Ecoalf. En el bar del puerto, a Goyeneche, de 45 años, le conocen como “el de los plásticos”. “Buen chaval este Javier”, dice el capitán, Jerónimo Sellés, sobre el creador de una marca cuyo mensaje sostenible seduce a diseñadoras como Sybilla, que prepara una colección cápsula, y luce el público más variado: desde las puntillosas editoras de moda hasta el miembro de Podemos Íñigo Errejón, la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, o el actor estadounidense Richard Gere. “Me gusta pensar que somos una marca transversal”, asegura Goyeneche.


El plástico pasa a grandes contenedores metálicos. / MANDY BARKER

En pocos meses, lo que nació como una idea algo peregrina dado el mal estado de la basura marina se ha consolidado como un proyecto de futuro que, bajo el nombre de Upcycling the Oceans, pretende tener un efecto dominó. Solo en el Mediterráneo, destaca Goyeneche, se pudren más de tres millones de toneladas de basura, de los cuales la mitad es plástico. Una botella de PET (el tereftalato de poliestireno con el que Ecoalf fabrica muchos de sus tejidos) tarda alrededor de 400 años en degradarse. De momento, los datos son optimistas, y desde septiembre se han recogido 34 toneladas de basura y se han fabricado 13.000 metros de tejido. Además, según pasan las semanas, aumentan los barcos que se apuntan al proyecto de forma altruista. “Si se llega a pagar, lo suyo sería hacerlo a las cofradías”, apunta Goyeneche. Para los arrastreros, se trata también de una sutil operación de lavado de cara de un oficio perseguido por los movimientos ecologistas, que consideran que su forma de pesca ejemplifica el dicho popular de matar moscas a cañonazos, una práctica que destroza el hábitat cada vez que remueven con sus redes (unas tres veces por jornada de trabajo) el fondo marino.

Ante las críticas, los pescadores tienen su particular filosofía. Con las botas cubiertas de agua y de fango en el puente de su barco, Sellés lo resume así: “Dicen que los arrastreros nos cargamos la posidonia [planta endémica del Mediterráneo], pero cuando mi abuelo pescaba ya no existía. Esto es como cuando se remueve la tierra del campo, saca los minerales para que se los coman los peces. No es malo. En la tierra se cargan los pinos y nadie dice nada. Bien no lo hacemos ninguno”. Dicho esto, los arrastreros parecen tener los días contados. En el Playa del Moro, una embarcación con ese aire desvencijado y rudo del barco de la película Tiburón, la tripulación lamenta la muerte de su oficio: “Hoy los jóvenes no quieren saber nada de esta vida, es demasiado dura. Todo el día en el mar para luego llegar a casa y solo poder dormir del cansancio”.


Se convierte en hilo y se acaba el proceso con la fabricación de prendas. MANDY BARKER

Ecoalf ha tenido la complicidad de Nacho Llorca, presidente provincial de cofradías, que vio en la iniciativa una forma de cambiar la imagen de los pesqueros. “La basura que recogemos llega en su mayoría de los cauces de los ríos, arrastrada por la lluvia al mar. Nos alegramos de contribuir a limpiar el fondo marino”.

Actualmente, 160 barcos de arrastre de la costa de Levante sacan entre cuatro y seis kilos de desechos por barco al día. Aproximadamente el 60% es plástico y el 18% de botellas PET, esas de las que bebemos el agua o los refrescos. La basura que llega del mar, y que ya en tierra se deposita en tres cubos metálicos enormes, seguirá un proceso de selección para que se pueda fabricar la materia prima de escama y granza que acaba en hilo y tejido. “Parte de la complejidad del proyecto está en la baja calidad de los residuos que sacan los pescadores; el sol, la sal y el agua convierten en inútil para reciclaje mucha de la basura”, explica Goyeneche.

En sus etiquetas, Ecoalf presume del carácter sostenible de sus prendas (“esta chaqueta se ha fabricado con 40 ­botellas de plástico”, reza una de mujer) y del origen de sus tejidos, ya sea de redes de peces, botellas o neumáticos de Corea, Taiwán y Portugal. El círculo perfecto de la sostenibilidad se podrá cerrar el día que estas prendas recicladas se puedan a su vez reutilizar para obtener nuevos tejidos, algo que ya se está investigando en otros países. Pero para su proyecto Upcycling the Oceans todo empieza y acaba en España.

De la costa de Valencia, donde se selecciona el plástico útil para convertirlo en granza de polímero, es decir, en bolitas de plástico, se traslada a ANTEX, una fábrica en Anglés (Girona) encargada de procesar el polímero para generar el filamento de los hilos que viajarán a la última parada, en Santander, donde se confecciona el tejido.

Marta Molist, directora de investigación y desarrollo de ANTEX, asegura que el hilo de reciclado no es una moda pasajera, “es algo que ha llegado para quedarse, cada vez fabricamos más”. Hasta ahora, matiza, con residuos terrestres. “Es la primera vez que lo hacemos con desechos marinos, hemos tenido que adaptar nuestras máquinas hasta lograr un filamento con buenas propiedades. Empezamos con pruebas piloto, para ver si era posible una producción industrial, y ahora incluso estamos trabajando con grosores de hilo diferentes”.

Juan Pares, presidente de Textil Santanderina, explica la complejidad de transformación de ese hilo en tejido. Desde su empresa familiar, nacida en 1921, llevan una campaña de sostenibilidad cada vez más avanzada. “Desde nuestra fábrica [en Cabezón de la Sal] vemos los prados verdes, las ovejas y las vacas, y quizá ese paisaje nos ha hecho tomar conciencia. Tenemos la obligación de lograr que las tendencias de moda sean cada vez más sostenibles y, en ese sentido, empresas como Ecoalf o las americanas Patagonia y Ellen Fischer, son una verdadero ejemplo”. Explica que cada vez hay más marcas, incluidas Inditex o H&M, preocupadas con estos asuntos, pero pocas coherentes al 100%. “Nosotros trabajamos en moda y en tejidos técnicos, como la ropa de los bomberos de Múnich o del ejército de tierra español. Ecoalf es pequeño y para nosotros supone un gran esfuerzo, pero merece la pena por su concepto”.

Quizá la aventura de limpiar el fondo del mar con unos cuantos barcos pesqueros sea una quimera similar a barrer el desierto con una escoba, pero resulta conmovedor ver a un viejo pescador, curtido por el sol, el agua y la sal, arrastrar un cubo de basura con ese orgullo que los hombres rudos le imprimen a todo y sentenciar orgulloso: “Si nosotros no hacemos esto, no lo hace nadie”.

mércores, 17 de agosto de 2016

Sobre Phottic



Que é Phottic?

En Phottic recuperamos as historias do mundo a través da fotografía. Somos unha plataforma web de referencia para todo aquel que queira ordenar coleccións fotográficas.
Un coleccionista pode ser calquera de nós, unha institución, unha empresa ... calquera que esté dedicando esforzos a dixitalizar coleccións. Estas persoas frústranse vendo como ese traballo se perde no time-line das súas redes sociais ou o seu blog ...
Por iso é necesaria unha ferramenta que permita ordenar e mostrar as súas historias. Phottic é o sistema que dá solución a este problema.


Vista Photitic: http://www.phottic.com/ 

martes, 16 de agosto de 2016

"Mientras el fuego sea negocio, seguirán los incendios"

Un agente forestal habla con VIGOÉ sobre la intensa actividad incendiaria de los últimos días en la provincia y los intereses económicos de las quemas intencionadas. Los gastos de extinción rondan los 60.000 euros la hora; un helicóptero, entre 3.000 y 6.000 euros cada 60 minutos

https://www.vigoe.es/

Monte de VentoselaFoto tomada por: Redondela
La pregunta del millón (nunca mejor dicho) es quién quema nuestros montes y por qué. Más de mil hectáreas arrasadas en tres días han disparado una alarma que se reproduce cada verano en Galicia, pero detrás de ese desastre natural hay un gran "negocio del fuego". Un agente forestal habla con VIGOÉ sobre la intensa actividad incendiaria de los últimos días en la provincia y los intereses que existen detrás de cada fuego.
Periodista: Vosotros tenéis que saberlo, os pasáis la vida en los montes, es vuestro trabajo. ¿Quién le planta fuego?
Agente forestal: Te lo voy a decir de otra forma. Mientras el fuego sea negocio, seguirán los incendios. Lo que hay que preguntarse es quién saca rendimiento económico a esta desgracia.
La conversación se daba hace pocas horas en uno de los múltiples incendios que se registran estos días en la provincia de Pontevedra. Eran las tres de la madrugada y el fuego continuaba llevándose por delante cientos de hectáreas (más de 1.000 en solo tres días). Bomberos, brigadas, agentes forestales, guardias civiles, efectivos de Protección Civil, camiones, carrocetas, palas... los helicópteros y aviones ya no están, no vuelan por la noche.
Un agente forestal con más de tres lustros de experiencia y cuyo nombre no quiere desvelar ofrece a VIGOÉ su opinión sobre las causas reales de la última oleada de incendios en Galicia. "Piénsalo -insiste-, quién se lucra, quién gana mucho dinero cuando arde un monte".
El frente de las llamas, la madrugada del martes en Soutomaior. / Foto: Selika

Uno de los argumentos más esgrimidos en las últimas décadas ha sido la utilización de la madera, pero esa opción parece descartada. "La madera pierde valor con un incendio, así que no puede ser", añade.
La Consellería reitera una y otra vez que el 99% de los fuegos son intencionados y que la gran mayoría se inician junto a los caminos, hecho que apoya la teoría, puesto que si fuesen casuales se declararían en diferentes zonas.
artefacto"Hemos encontrado paracaídas, velones atados a cerillas para retardar el fuego e incluso animales utilizados como antorchas para provocar el mayor daño posible", señala el agente forestal. Uno de esos artefactos con cerillas fue localizado este miércoles en Ourense (imagen de la derecha).
El responsable de esta brigada añade que este verano confluyen todas las circunstancias para que Galicia arda por los cuatro costados. "Ya ocurrió en 2006 (año de mayor actividad incendiaria) y se vuelven a dar todos los factores: verano seco, viento...", explica.
Para reducir el riesgo se han llegado a limitar los vuelos deportivos. "Incluso se ha especulado con la existencia de avionetas llegadas desde Portugal para provocar fuegos, aunque nunca se ha demostrado", explica.
Ventosela (Redondela), este miércoles. / Foto: Jorge Castro

Uno de los contratos aprobados este año por la Xunta para servicio integral de helicópteros y brigadas helitransportadas destinados a la prevención y defensa contra los incendios forestales abarca los años 2016, 2017 y 2018. Su coste total es de más de 36,6 millones de euros, pero en realidad existen variables que pueden elevar el importe al ser necesario dedicar más medios terrestres y aéreos a la extinción, además de otros contratos que refuerzan el servicio hasta rondar los 100 millones de euros anuales.
Un informe del año 2012 (documento adjunto al final del artículo) ya apuntaba que los gastos por hora de cada helicóptero en un incendio variaba, en función del modelo, desde los 2.800 euros de un Sokol a los 6.000 euros de un Kamov. En esta tabla de costes figura igualmente desde el precio por hora de un agente forestal (24,72 euros) a una brigada de extinción helitransportada (268,44 euros).
"Ahí está la clave"
Con un simple cálculo sobre un gran incendio, en el que es necesario utilizar un gran número de medios, el importe puede superar los 60.000 euros la hora. Multiplicado por cada día, la factura es estratosférica. "Ahí está la clave y se puede acabar con ello, pero otra cosa es que quieran", lamenta.
La coordinación y la prevención son otros de los asuntos más demandados. Tanto agentes como brigadas reclaman que se hagan más trabajos a lo largo del año para evitar que los montes se conviertan en polvorines. La gota que colma el vaso es la falta de un mando único para que todos los equipos de extinción trabajen conjuntamente. "Existe una descoordinación total, cada uno va por su lado y nunca sabes lo que está haciendo el otro", denuncia el agente forestal.
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Los galleguistas imponen sus condiciones a Pablo Iglesias, que evita la ruptura

ENRIC JULIANA
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El líder nacionalista gallego Xosé Manuel Beiras, junto a Pablo Iglesias, en A Coruña, en julio del 2015 (Cabalar / EFE)

El polifacético Alfonso Rodríguez Castelao (Rianxo, A Coruña, 1886-Buenos Aires, 1950), político, escritor, pintor y dibujante, lo intentó en los años treinta y estuvo a punto de conseguirlo: un partido galleguista de amplio espectro, independiente de los partidos españoles, para queGalicia conquistase la autonomía, siguiendo los pasos de Catalunya yEuskadi. Con muchos moderados en sus filas, el Partido Galleguista participó en el Frente Popular de 1936 con el compromiso de ver aprobado con rapidez el estatuto. El día que estalló la Guerra Civil, una delegación de políticos gallegos se hallaba en Madrid para presentar los resultados del plebiscito. Algunos comisionados decidieron no regresar a casa y los que volvieron, como Ángel Casal, alcalde de Santiago, fueron fusilados. Aquel estatuto nunca se aplicó y el Partido Galleguista se convirtió en un mito.
El espectro de Castelao, hombre de figura larguirucha e irónica, que los artesanos de Sargadelos han convertido en apreciada pieza de cerámica, suele aparecerse en los momentos más delicados y confusos. Acaba de ocurrir este fin de semana. Entre las brumas de la nueva política, Castelao se ha aparecido con un aro en la mano y Pablo Iglesias ha pasado por él. El partido Podemos se diluirá en la plataforma galleguista En Marea, renunciando a la fórmula de la coalición entre ambas organizaciones. Puede parecer un detalle menor, pero es un dato relevante en la actual fase de reorganización de los espacios políticos y electorales en España.
En Marea, protagonista de notables resultados en las tres últimas convocatorias electorales, será un sujeto político soberano, sin vínculos orgánicos con ningún partido español. La fórmula Castelao, aplicada a la izquierda de nuevo cuño. La obsesión de toda la vida de Xosé Manuel Beiras, socialista gallego que en 1977 se negó a asociarse con el PSOE. El espectro de Castelao, efectivamente. Beiras, hijo predilecto del galleguismo cultural de los años sesenta, una resistencia pacífica a Franco, sin presidente en el exilio, fundó un partido gallego soberano, llamado a construir un partido socialista federal con otras organizaciones similares (catalanes, andaluces, valencianos, madrileños, baleares...). Una alternativa joven al PSOE del congreso de Suresnes y al Partido Socialista Popular de Enrique Tierno Galván. Felipe González y Alfonso Guerra maniobraron con mucha habilidad y ofrecieron un pacto al PSC, pieza clave de aquel proyecto alternativo. Joan Reventós le dijo un día a su amigo gallego: “Beiriñas, Beiriñas, hay que entrar en el PSOE”.
Beiras se negó y fracasó estrepitosamente. El disgusto le condujo a una grave depresión y a la construcción de un personaje volcánico e impredecible. Fue el gran contradictor de Fraga en Galicia. Fundó y levantó el Bloque Nacionalista Galego (BNG) y lo abandonó al observar sus primeros síntomas de fatiga. Hace cuatro años puso en marcha una nueva plataforma, inspirada mitológicamente en la revuelta de los irmandiños, insurrección popular del siglo XV. Se alió con Izquierda Unida y dio voz a los jóvenes indignados. Pablo Iglesias estaba allí, como asesor electoral de IU, y sacó de los irmandiños la idea inicial de Podemos. Podríamos decir que Podemos nació en Galicia. Y ahora Beiras se jubila, a los ochenta años, imponiendo duras condiciones a su joven amigo vallecano.
Iglesias ha tenido que aceptarlas. Si la división se consumaba, el peso de la derrota caía sobre sus espaldas. La fórmula del partido soberano se impondrá con casi toda seguridad en Catalunya. El nuevo partido catalán que promueve Ada Colau exigirá la disolución de Podemos en su interior. Iglesias quería evitar ese escenario en Galicia y ha topado con el espectro de Castelao, con la tozudez de Beiras y con el carácter firme del juez Luis Villares, candidato de En Marea a la presidencia de la Xunta de Galicia. Villares ha ganado talla como galleguista. Los votos del eclipsado BNG pueden ser suyos. Hay partido.
Consecuencias. En Marea se perfila como la segunda fuerza electoral en Galicia, por delante del PSdG-PSOE, cuyo candidato, Xoaquín Fernández Leiceaga, también rinde culto a Castelao. Para mantener la presidencia de la Xunta, el PP ha de revalidar la mayoría absoluta. Puede hacerlo. En las nueve elecciones autonómicas que han tenido lugar en Galicia desde 1981, sólo una vez no hubo mayoría de centroderecha. La división de En Marea y Podemos creaba un escenario idílico para el presidente Alberto Núñez Feijóo y abría una simpática perspectiva para el PSOE.
Más consecuencias. Mariano Rajoy deberá emplearse a fondo en Galicia, si el 25 de septiembre aún no ha conseguido la investidura. La revalidación de la mayoría absoluta del PP en el Parlamento de Santiago y un humillante resultado del PSOE serían el mejor viático para una investidura a principios de octubre.
Para el PSOE, las cosas se ponen un poco más cuesta arriba. Los socialistas pueden sufrir en Galicia y el País Vasco. Han de ir a esas dos batallas con ánimo ganador y eso casa mal con la abstención –ahora– en la investidura de Rajoy. Si no salen bien parados de la doble prueba del 25 de septiembre, la abstención en octubre puede ser aún más dolorosa. El espectro de Castelao también se ha aparecido a Pedro Sánchez.

mércores, 10 de agosto de 2016

El machismo estaba a ambos lados de la red

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PEPO JIMÉNEZ
https://elventano.es/

Probablemente sea la foto de los Juegos, probablemente la hayas visto ya una docena de veces por tus redes. Dos atletas, dos países, dos culturas, un mismo deporte… Quizás lo más positivo del espíritu olímpico sea esa manera de integrar, de mezclar las culturas bajo una mismas normas, un mismo campo de juego y con el arbitraje de un deporte universal. Lo que no consiguen ni los políticos ni las religiones lo hace el deporte. Pero hay algo más.
La foto está polarizada, la mayoría de las reacciones que hemos leído en Twitter basculan en torno al asombro de un solo lado de la red. A la mayoría de los que están a este lado les sorprende la atleta egipcia, les agrada la vista la alemana. Les indigna y da pena la egipcia, les enorgullece la nuestra, la alemana. Lo normal y bueno es lo nuestro. Hipocresía.
Lo mismo deben pensar al otro lado de la red. Pero nuestros pecados nos cuesta más verlos y confesarlos. La foto solo muestra la realidad de una doble opresión escondida tras el sesgo cultural que nos despista.
Hay machismo (y mucho) a ambos lados de la red. Hay machismo y opresión a la izquierda, donde una mujer es obligada por una religión a taparse hasta las orejas mientras practica deporte. Para ella es normal porque su cultura es lo normal. No se siente culpable ni oprimida y probablemente quiera vestir así y sea la mujer más feliz del mundo (su mundo). Está educada para ello. Es el triunfo que debe a su cultura.
Pero su traje y el hijab parecen más incómodos para moverse y es extremadamente caluroso (el color negro, encima, absorbe toda la radiación del sol de Copacabana). Es decir, ya sale a la pista en desventaja con el resto de deportistas. Solo por ser mujer musulmana.
A la derecha también tenemos altas dosis de sexismo. Sin sutilezas. También culturales. Nos cuesta más verlas pero no por ello dejan de existir. Probablemente la alemana también este cómoda en la pista. Está educada y sometida por una sociedad que ve normal las tangas y enseñar carne a las mujeres en los deportes de playa. ¿Por qué cuando buscas en google ‘voley playa femenino’ solo salen culos, y cuando buscas el masculino no? Quizás ahí esté la clave.
Si fuera un problema de comodidad los hombres jugarían en tanga o bañador tipo ‘speedo’, como las mujeres, pero lo hacen con pantalones sencillos y ligeros. Lo otro no sería un precepto a la moda sexista que nos abruma. Ellos pueden elegir más.
Otra evidencia: Hasta los Juegos Olímpicos de Londres de 2012 era obligatorio el uso de bikini con unas medidas máximas en las competiciones femeninas de voley playa, sin embargo no había ninguna normativa que regulase la equipación de los hombres. El cambio posterior no se hizo para defender los derechos de las jugadoras, simplemente fue para hacer el deporte más universal y abrirlo a federaciones con otras ‘religiones’ y modas aún más sexistas. De ahí el contraste de la fotografía de hoy.
La visibilidad y la fama de las mujeres al lado nuestro de la red se debe desgraciadamente a su físico, no a los méritos estrictamente deportivos, como en los hombres. Una sociedad que cosifica así a la mujer deportista para el disfrute de los hombres no puede ser nunca una sociedad justa.
En realidad las dos atletas de la fotografía tienen que taparse o exhibirse para no romper con su sesgo cultural y para ganar una visibilidad que los hombres de sus deportes tienen por el simple hecho de serlo. Para llegar ahí tienen que pagar el peaje del canon cultural y social que les ha tocado vivir. Un hándicap más para triunfar por el simple hecho de ser mujer. También podríamos hablar de sus sueldos, que es una cuestión que explica exactamente lo mismo pero poniéndole un precio.
En realidad no hay libertad total a ningún lado de la red. A una le imponen su religión el incómodo hijab; a la otra le exigen la braga corta las modas sexistas dominantes, que no las normas. En ambas hay una falsa libertad que parece les deja elegir (es su truco de supervivencia), pero para que exista esa debe ser total y sin diferencias con la de los hombres.
La libertad no se mide solo por centímetros cuadrados de tela.

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Normas de vestimenta para mujeres y hombres en voleyplaya