xoves, 7 de maio de 2020

Muertos en vida y pastorcillas ultrajadas en el sur de Galicia

El curso bajo del río Miño hilvana numerosos lugares asociados a milagros

Muertos en vida y pastorcillas ultrajadas en el sur de GaliciaIglesia de Santa María da Franqueira (José Antonio Gil Martínez / Flickr)

 

En Galicia pasan cosas muy raras, créanme; cosas espeluznantes, que ponen los pelos de punta. ¿Imaginan una procesión de ataúdes ocupados por personas vivas? Un poco tétrico, ¿verdad? Pues añadan penitentes amortajados, vestidos para la sepultura. Todo eso sucede cada 29 de julio, festividad de Santa Marta, en Ribarteme, un pueblito del municipio pontevedrés de As Neves, bañado por el río Miño y fronterizo con Portugal. El lugar es delicioso, uno de esos vecindarios gallegos esculpidos con granito y líquenes, colmados de helechos y de frutales silvestres, donde todo rezuma sabiduría antigua.

En la Romería de los Muertos los vecinos que ocupan los féretros viajan a hombros de familiares y amigos, y piden la benevolencia de la santa hacia algún enfermo

Recordarán que santa Marta fue hermana de Lázaro y de María. Los tres eran amigos de Jesucristo, quien los saludaba cada vez que pasaba por Betania. En una de esas visitas, Jesús encontró a Lázaro muerto y ya enterrado, y a las dos mujeres, muy afligidas. Apiadado por su dolor, Jesús resucitó al difunto. A raíz de ese milagro, la tradición arrogó a santa Marta influencia en el ámbito de la muerte, la invistió como intercesora con buena mano en las altas esferas. Marta de Betania abandonó Tierra Santa después de la ascensión de Cristo a los cielos. Recaló en Provenza, donde hizo milagros a porrillo. Su devoción llegó a Galicia con las órdenes religiosas que impulsaron el Camino de Santiago. Hoy tiene capillas, cruceros y otros homenajes en esta comarca de Ribarteme.
La romería de santa Marta también es conocida como Procesión de los Cadaleitos (ataúdes en gallego) o como Romería de los Muertos. Los vecinos que ocupan los féretros son los “ofrecidos”. Viajan a hombros de familiares y amigos, y piden la benevolencia de la santa hacia algún enfermo grave. El ambiente del cotarro es verdaderamente fúnebre, con las campanas de la parroquia tañendo a muerto para redondear la ambientación. Terminada la misa, eso sí, todos acuden a un robledal cercano donde el sepelio se transforma en gran fiesta, ¡alabado sea Dios!
Este concejo de As Neves sufrió terribles incendios en octubre de 2017. Muchos montes acabaron calcinados. Paradójicamente, aquel desastre posibilitó un hallazgo arqueológico insospechado: los petroglifos de A Coutada, en Taboexa, hasta entonces ocultos por la frondosa vegetación. La misma parroquia conserva un poblado de origen celta, el castro de Altamira.
Mi siguiente parada es otro lugar muy milagrero: el santuario de Nosa Señora da Franqueira , erigido sobre una colina que domina los valles de Covelo y Mondariz, en el municipio de A Cañiza. El templo acoge una de las imágenes de la Virgen más populares en Galicia. La talla se encontró debajo de unas rocas en el abrupto Coto da Vella gracias a un resplandor oportuno. Cuando se quiso construir un templo para la protección de la escultura, faltó unanimidad sobre dónde: los habitantes de Franqueira lo querían en sus tierras, y los de Luneda, en las suyas.

Allariz tiene edificios tan interesantes como el convento de las Clarisas, fundado por la reina Violante, esposa de Alfonso X de Castilla, en 1268

Para evitar escabechinas vecinales, se depositó la imagen en un carro, se tapó los ojos de los bueyes y se les encomendó la elección de un emplazamiento. Los animales se detuvieron en el manantial de A Franqueira, donde se construyó una primera iglesia. La actual, posterior, la erigieron monjes del Císter a finales del siglo XIII.
Todos los lunes de Pentecostés, multitud de peregrinos acuden al santuario desde más de 60 parroquias de la comarca; este año 2020 será el día 1 de junio. Cargados con sus propias vírgenes, emprenden la marcha hacia el templo a veces de madrugada. Conforme avanzan, las distintas imágenes confluyen en los caminos y se saludan con diferentes rituales. Es una romería festiva, con una gran participación juvenil.
Allariz presume de ser una de las ciudades más bonitas de Galicia. Tiene edificios tan interesantes como el convento de las Clarisas, fundado por la reina Violante, esposa de Alfonso X de Castilla, en 1268. Su curioso museo de arte sacro no sólo guarda la talla en marfil de la Virxe Abrideira, de finales del siglo XIII, sino también una curiosa cruz medieval hecha en cristal de roca.

La fachada del santuario de Nosa Señora dos Milagres do Monte Medoa recuerda un prototipo del Obradoiro santiagués, que es siete años posterior

Muy cerca de Allariz hay un antiguo castro de la época romana, Armea . Allí vivió cierta Mariña, a quien la leyenda define como pastorcilla huérfana y desvalida. El prefecto romano Olibrio se encaprichó de ella, empeñándose en seducirla o, como premio de consolación, torturarla. Ya supondrán que la admirable pastorcilla defendió su pureza con brío. Como represalia fue encerrada, herida con peines de hierro, quemada en un horno y, finalmente, decapitada. Cuando le cortaron la cabeza, esta rebotó tres veces en el suelo, surgiendo un manantial de aguas cristalinas en cada lugar de contacto.
Una singularidad de esta leyenda es que los lugares mencionados existen, se pueden visitar. Por ejemplo, el Forno da Santa, donde supuestamente asaron a la joven, está en la cripta de la basílica de la Ascensión, del siglo XII. Cerca hay unas pilas rectangulares, conocidas como A Piouca da Santa, donde san Pedro reconfortó a santa Mariña después que la abrasaran. El lugar también se conoce como fuente de Augas Negras, por la ceniza depositada por Mariña al salir del horno. El agua que la lluvia almacena allí se cree buena para la vista, los dolores de muelas y el reuma... si se dan nueve vueltas al recinto con dos piedras pesadas a cuestas. También pasa por milagrosa la surgencia que mana junto al santuario, conocida como Fonte de Augas Santas.
Hago dos breves paradas en la colegiata de Santa María de Xunqueira de Ambía, construcción románica del siglo XII, y en Baños de Molgas, uno de los balnearios más antiguos de Galicia y cuna del humorista Moncho Borrajo.
Monasterio de Santa María de Xunqueira (José Antonio Gil Martínez / Flickr)
Mi próximo objetivo es el santuario de Nosa Señora dos Milagres do Monte Medo , a 1.620 m de altitud, un complejo religioso con partes barrocas y otras neoclásicas. La fachada recuerda un prototipo del Obradoiro santiagués, que es siete años posterior. El santuario cuenta con siete capillas externas, equidistantes entre sí.
Algunos historiadores sitúan aquí cierto combate medieval entre los señores de Caldelas y de Pena. El primero llevaba la peor parte y, viéndose perdido, pidió la intervención de la Virgen, quien abandonó su ecuánime neutralidad por motivos desconocidos. El de Caldelas dio la vuelta a la tortilla y, agradecido, ordenó la construcción de cierta ermita de Nosa Señora da Defensa, desaparecida con el tiempo. Años después, una niña encontró una talla mariana dentro de un roble en el mismo lugar. Los vecinos intentaron transportarla a la iglesia parroquial, pero la imagen no colaboró: tozuda, regresaba al lugar de su hallazgo una y otra vez. La resignada población renunció a llevarle la contraria y construyó allí un santuario, antepasado del actual, que es barroco del siglo XVIII.
Cada verano, entre finales de agosto y el 8 de septiembre, decenas de miles de devotos acuden a Nosa Señora dos Milagres do Monte Medo desde toda Galicia. Muchos llegan a pie. Los actos religiosos duran diez días, durante los que se celebran misas cada hora. El día anterior a la romería, el templo y sus alrededores se iluminan con antorchas, mientras fuera se esparcen los tinglados dedicados a la venta de comida y de recuerdos. Ya ven que espiritualidad y diversión
Nosa Señora dos Milagres do Monte Medo (Joseolgon / Wikimedia Commons)
conviven con naturalidad en este confín gallego.

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