mércores, 14 de setembro de 2016

La mirada del mejillón



JAVIER PÉREZ DE ALBÉNIZ
http://iniciativadebate.org/

El infierno es la mirada del
otro. 
Jean-Paul Sartre.
Expertos astrónomos investigan una extraña señal captada por un telescopio ruso. Una señal borrosa, carente de explicación, que ha despertado el interés de aquellos científicos que dedican sus vidas a la búsqueda de inteligencia exterior. La noticia, que ocupaba un hueco en las portadas de los grandes diarios, coincidía con el discurso de investidura de Mariano Rajoy. Pero no tenía nada que ver. El presidente del Gobierno en funciones no podía ser el autor de la señal, puesto que no se comunica con frecuencias o sonidos. Rajoy reniega de la comunicación verbal: la lectura de sus discursos es un proceso robótico y apuesta por los códigos de miradas. Concretamente, por el lenguaje visual de mejillón.
¿Ha oído usted hablar de la mirada del tigre? Sí, esos ojos avizor que, penetrantes como taladros, elevan el cara a cara a la categoría de batalla y parecen desnudar al rival, traspasarle, poseerle. Pues todo lo contrario: la mímica facial de Rajoy no aguanta el pulso a un bivalvo. Pudimos comprobarlo en el debate de investidura del miércoles, cuando el turno de palabra correspondió a Pablo Iglesias. Una sola vez miró Rajoy al líder de Podemos, mirada del mejillón, entre tics húmedos y temblor de valvas.
¿Desprecio del político consolidado por el perroflauta desarrapado? Argumentos no le faltan a Rajoy para mostrarse arrogante y desdeñoso: son pocos los españoles que pueden presumir de dirigir una organización criminal. Pero yo creo que la mirada del mejillón de dirigente del PP, evitando los ojos de Iglesias, da la razón a un Sartre que pensaba que “el ser visto por el otro es la verdad de ver al otro”. Es decir, que Rajoy se reconoce tal como es, en su infinita miseria, porque sabe que otro le está mirando.
Un político que evita la mirada del rival, que en un debate televisado de vital importancia para el país utiliza la mímica facial de un molusco, debería dedicarse a otra cosa. Si no quiere cambiar mucho de profesión ahí tiene a la Cosa Nostra, buscando desesperadamente un líder desde la muerte, el pasado mes de julio, de Bernardo Provenzano, legendario capo dei capi siciliano.

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