xoves, 29 de setembro de 2016

Apuntes sobre la Mutilación Genital Femenina

Apuntes sobre la Mutilación Genital Femenina, el estado de la cuestión


Diana Sonia Díaz-Valdés Teran
http://www.antrophistoria.com/


Campaña contra la MGF
El pasado 6 de febrero se celebró el día mundial contra la mutilación genital femenina (MGF), una práctica cuya antigüedad se puede fechar hasta 6000 a. C. (en Egipto). Amnistía Internacional (1998) define la MGF como la extirpación parcial o total de los órganos genitales femeninos, ya que hay varios tipos de MGF según la cantidad de tejido que se extirpe. A día de hoy se puede decir que todo el mundo ha oído hablar alguna vez sobre esta práctica que sigue afectando a miles de niñas, no sólo en África, como comúnmente se piensa, sino también en Europa, Asia y América (casos de poblaciones migrantes procedentes de sociedades en las que la MGF se practica). Nuestro sentido común socialmente construido (y no por ello inútil) hace que nos sobrecojamos ante esta práctica brutal cuyas consecuencias médicas y psicológicas son estremecedoras. Sin embargo, desde el enfoque antropológico, los fenómenos sociales se deben comprender de una manera holística que abarque los denominados puntos emic yetic. De esta manera, veremos qué elementos de esta práctica pueden ser tomados en cuenta para comprender su porqué.

Tal vez sería interesante comenzar señalando que la MGF, también fue realizada en Europa (por poblaciones autóctonas) desde el siglo XVII hasta incluso comienzos del siglo XX ¿Para qué? Para "curar" la histeria, tratar la cleptomanía, la inclinación lesbiana, evitar la masturbación y la hipersexualidad (García Bueno, 2014). Es definitiva, para ejercer control sobre la (sexualidad de la) mujer. Desplazándonos a la actualidad, los motivos de la MGF se pueden clasificar en 6 ámbitos: Razones sociológicas (ritual de iniciación, sin estar mutilada no podrá casarse, representa fidelidad a la tradición y el grupo de pertenencia...), religiosas (nace endemoniada y es necesario para quitarle el mal, deben circuncidarse, como los hombres...), higiénico-estéticas(los genitales femeninos son poco limpios y antiestéticos), psicosexuales(creencia de que el clítoris segrega veneno mortal para el hombre, si no se corta crecerá más que el pene, mitiga el deseo sexual y evita los actos sexuales impuros, sólo el hombre debe sentir placer...), reproductivas (creencia de que aumenta la fertilidad y facilita el parto...) y económicas (las personas que la realizan reciben compensación) (García Bueno, 2014).

Ante la gravedad de lo que supone esta práctica, se han intentado adoptarmedidas legales que la combatan. De esta manera, los gobiernos de los países en los que se practica la han prohibido, se han hecho numerosas declaraciones internacionales condenándola, se han intentado adoptar medidas legales (preventivas y punitivas) desde los países receptores de población migrante procedente de sociedades que la practican... Pero la MGF se sigue practicando.

El problema de las prácticas afianzadas en la tradición es que han tenido la capacidad de desplegar mecanismos y dinámicas sociales que garanticen su reproducción, incrustándose en el habitus de la sociedad practicante hasta el punto de que, tanto a ojos de la misma en conjunto, como a ojos de los individuos que la conforman, se convierta en una práctica imprescindible y fundamental y se perpetúe aunque llevarla a cabo suponga penas de cárcel. Cabría destacar también que las prácticas no se afianzan por sí solas, sino gracias a un entramado de poder que filtra el afianzamiento de unas prácticas u otras. En este sentido, es reseñable un nuevo problema que deriva de la adopción de medidas legales en los países receptores y es la cuestión del encarcelamiento de los padres.

Dadas las dificultades de garantizar la absoluta seguridad de las niñas (a las que se suele mutilar en las vacaciones que pasan en sus países de origen), los países receptores han adoptado también medidas punitivas. De esta forma, ante una denuncia, los padres serían encarcelados. Sin embargo, esta medida declina en dos problemas: En primer lugar, un problema práctico, la mayoría de las jóvenes que han sido mutiladas no denunciarían a sus padres,específicamente a su madre, ya que son las mujeres las que toman parte en el ritual . En segundo lugar pero más importante, el problema ético que supone el hecho de que el castigo recaiga sobre las mujeres por ser ellas las administradoras del ritual, cuando ellas mismas son las que lo sufren.


Son muchos los problemas que plantea la MGF y parece que la adopción de medidas meramente punitivas entraña más problemas que soluciones dado el complejo marco social en el que se encuadra esta práctica. La antropología ya ha empezado a decir y a hacer al respecto junto a organizaciones como FORWARD y, especialmente, junto a las mujeres que han decidido que sus hijas no necesitan ser mutiladas con todas las consecuencias que aquella decisión acarreaba. Parece que tan sólo conociendo el entramado social que sustenta a esta práctica podremos dar solución a un problema cuya complejidad es incompatible con las visiones maniqueistas y que, sin embargo, no puede seguir reproduciéndose.


Reportaje en castellano sobre la MGF de Valentín Thurn (2006) "No con mi hija":


Más Información:
- Amnistía Internacional (1998) La mutilación genital femenina y los Derechos Humanos: Infibulación, escisión y otras prácticas cruentas de iniciación. Madrid: Los libros de la catarata (coedición).
- Bourdieu, P. (1997) Razones prácticas: Sobre la teoría de la acción. España: Anagrama.
- García Bueno, M.P. (2014) Manual de prevención de la mutilación genital femenina. Buenas prácticas. Madrid: Editado por Confederación Nacional de Mujeres en Igualdad.

El relativismo, discusión práctica (II)

La circuncisión fue adoptada como estrategia para reclamar su autonomía frente a los hombres del consejo local que trataban de controlar el cuerpo femenino y sobre todo frente al poder colonial que pretendía controlar la política africana

Bronislaw Malinowski en las Trobriand

En la publicación anterior introducíamos, en términos generales, la cuestión del relativismo. En esta entrada la intención es hacer reflexionar sobre esta problemática tomando ejemplos prácticos. En dos entradas anteriores, abordamos la práctica de la mutilación genital femenina y el problema de la medicalización, en este texto volveremos a hacer referencia a esta práctica e incluiremos otro ejemplo de práctica tradicional: el Sati (inmolación de la viuda) de la India.

En un polémico texto al que hemos hecho referencia en ocasiones anteriores, La Barbera (2010) presenta la MGF como elemento de cohesión social y de pertenencia al grupo, es decir, como un elemento de “identidad cultural”. Para reforzar este plano de la práctica utiliza, además, el ejemplo de las Ngaitana” de Kenia. Con este término se autonombraron las jóvenes que, en 1956, como protesta ante el consejo local (constituido por hombres), que se encontraba bajo el mando de la administración colonial, de la ciudad de Meru que votó por laprohibición de la MGF. La Barbera se expresa en los siguientes términos: “La prohibición obtuvo como respuesta la circuncisión en masa de adolescentes que,sin ceremonias ni celebraciones, se circuncidaron a ellas mismas. Ngaitanafue el nombre que se dieron y formaron parte de la rebelión Mau Mau,trasformando la circuncisión en una medida para demostrar fidelidad a la tradición Kikuyu, el grupo étnico más grande de Kenia (Pedersen 1991: 677-680). La circuncisión fue adoptada como estrategia para reclamar su autonomía frente a los hombres del consejo local que trataban de controlar el cuerpo femenino y sobre todo frente al poder colonial que pretendía controlar la política africana. Desafiando la dominación colonial, las intervenciones rituales sobre los genitales femeninos —interpretadas desde la perspectiva occidental como un mero instrumento de control y opresión de las mujeres— se trasformaron en un instrumento de empoderamiento y resistencia (Kershaw 1997: 190; Presley 1988).” (La Barbera, 2010: 479)

De esta manera, la autora presenta esta práctica como un elemento identitario, connotándola automáticamente como valiosa, desde su perspectiva, ya que supone un “empoderamiento” de los valores “nativos” frente al colonialismo. Pero con esta “buena intención” tan culturalista-relativista ignora factores determinantes de esta práctica mencionados en el artículo introductorio sobre el tema.

Otra práctica controvertida es el Sati” o “inmolación de la viuda” propia de la India. Esta práctica, abolida por el Imperio Británico en 1829, consiste en que,fallecido el marido, la viuda arda viva en la pira funeraria junto a él. Lo cierto es que, pese a que su abolición, se han registrado casos en años recientes. Uno muy llamativo fue el de Roop Kanwar, en 1987. Esta joven universitaria del Rajput había contraído matrimonio mediante un “matrimonio concertado” pero su marido murió de cáncer y ardió en la pira funeraria junto a él. El caso fue controvertido ya que no quedó claro si ella realizó el Sati voluntariamente o bajo la presión de sus parientes. Se dice que, el día del funeral, ella parecía estar severamente drogada. Por ello, grupos de mujeres organizaron marchas en protesta contra la práctica. Al mismo tiempo, tanto hombres como mujeres rajput defendieron la práctica sobre la base del relativismo cultural, sentenciando que el sati es una antigua tradición rajput. De esta manera, reclamaban el derecho a practicar el sati como parte de su cultura y Roop Kanwar se convirtió en el símbolo de los extremistas rajput. Los activistas indios de los derechos humanos fueron señalados como “imperialistas occidentales que trataban de imponer su opinión sobre la antigua cultura de la India” y el movimiento feminista indio fue desacreditado por denigrar la cultura nacional y por su falta de “orgullo nacional”.

En su análisis de este caso, Elizabeth Zechenter (1997) plantea una serie de preguntas que invitan a la reflexión: ¿Importa realmente si Roop Kanwar realizó el sati voluntariamente? ¿Sería una práctica cultural justificada si ella lo hizo voluntariamente? ¿Tenía ella el derecho de rechazar las prácticas culturales de su cultura o su grupo étnico o está obligada, por el hecho de haber nacido en esa cultura o grupo, a acatar esa práctica independientemente de lo injusta que pueda ser? ¿Sería el sati justificable si la mayoría del grupo lo apoyase? ¿Qué ocurriría si los que apoyan el sati son oportunistas políticos que usan esta práctica para ganar apoyos políticos y dividir a la sociedad india?

Bibliografía:
- Bourdieu, P. (1997) Razones prácticas: Sobre la teoría de la acción. España: Anagrama
- La Barbera, Maria Caterina (2010) "Intervenciones sobre los genitales femeninos: Entre el bisturí y el cuchillo ritual" en Revista de Dialectología y Tradiciones Populares vol. LXV, nº2, pp. 465-488, julio-diciembre 2010, ISSN: 0034-7981, eISSN: 1988-8457, doi: 10.3989/rdtp.2010.16.
- Zechenter, E. M. (1997) “In the name of Cultural Relativism and the Abuse of the Individual” en Journal of Anthropological Research. Vol. 53. Nº 3. (Autumn, 1997). Pp. 319-347.

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