luns, 27 de outubro de 2014

“El maltrato es una enfermedad social injustificable”

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Desde hace nueve años es fiscal general contra la violencia de la mujer

¿Dónde ve usted hoy maltrato? El más fácil de probar y sancionar es el de pegar. También es maltrato el insulto, o despellejar a una persona acosándola a pleitos o violentando su intimidad.
¿Sería también maltrato mucho de lo que ha padecido Teresa Romero? El sufrido por ella sería un maltrato recibido de instituciones y personas. Se estaba jugando la vida por otros, enfermó por prestar esa ayuda, y recibe un trato que a mi no me gustó nada. Es que ni siquiera me gustó la primera foto que sacaron de ella. 
¿Por qué? Nadie le preguntó si debían sacarla así, ella tumbada en su sofá, espatarrada... La imagen en las fotos es importante. Es una mujer que sufría; había que preservarla de más dolor añadido al que ya estaba sufriendo. A ella y a su familia.
¿Qué hicimos mal? No hemos sabido preservarla, no hemos sabido cuidarla. Espero que ahora cumplamos con nuestra obligación de ayudarla, de no discriminarla porque haya tenido una enfermedad, sino todo lo contrario. Se lo debemos a ella y a los que la han cuidado.

Las mujeres maltratadas no están confiando en nosotros. Un proceso es una incomodidad
¿Vio expresión de machismo en juicios vertidos sobre ella?No sólo de machismo. Es más fácil siempre atacar a una mujer por ese concepto machista de que la mujeer es más débil. ¡Alguien culpándola de lo que sufría! Lo que escuché me pareció desprecio. No se puede avasallar nunca a nadie en una situación como esa.
¿Qué le indigna más de esa base de maltrato que anida en nosotros? Que haya un sector de la población que no entienda que el maltrato es una enfermedad social injustificable. Observo un maltrato sutil: un sector pequeño de hombres que quieren domesticar a la mujer. Aún creen que nacer varón te da más derechos.
¿Por qué está en esta lucha? Porque soy jurista, primero. Porque creo absolutamente en la igualdad. Me enseñaron que valía lo mismo que mis hermanos, todos hombres. Mi abuelo era inspector del Timbre y contaba lo que un amigo decía sobre una boda. “Qué figura de mujer, qué ojos, qué cabello...! ¡Y la piel”. El otro le preguntó: “Bueno, y además de guapa, ¿qué es?”. Lo escuché a los seis años. Y mira, esa es una carta de batalla de mi lucha..
¿Se ha avanzado algo en estos nueve años? Habrá que verlo con tiempo. Nos queda muchísimo por hacer. Los que pensaran que con una ley lo íbamos a arreglar no tenían ni idea. Bienvenida la ley de Igualdad, pero me preocupa que bajen las denuncias y las órdenes de protección...
¿Cómo lo interpreta? Quizá me equivoco: las mujeres maltratadas no están confiando en nosotros. Eso me duele. Un proceso es una incomodidad, sea de la jurisdicción que sea. Si es penal es un calvario. Estas mujeres tienen que contar todo lo que les ha pasado, y eso es muy hondo, hasta llegar a la denuncia. Y si no denuncian no podemos saber la bolsa de maltrato que hay.
¿Por qué no confían? Eso quisiera saber. Es meterlas en un calvario; es muy duro desnudarte de cuerpo y alma ante gente a la que no conoces. Es durísimo. Al final lo que buscan es vivir en paz y no con miedo, pero hasta que llegan a eso...
Empezamos hablando de la burla de la intimidad de una mujer enferma... ¿Cómo le deja el cuerpo ese tipo de agresiones? ¡Cómo nos deja el cuerpo a todos nosotros! Lo que me preocupa es cuando ella vea todo lo que ha pasado, que la puedan ayudar a fortalecerse no sólo físicamente sino a endurecerse para afrontar lo que va a ver, que no le va a gustar nada. No me gusta a mi ni te gusta a ti.

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