Antón Losada
Diga que sí, presidenta. Somos gente ocupada. La gente importante no tiene tiempo para las cosas que ocupan a la gente normal. Nuestro tiempo vale más que el de los demás. El tiempo es oro cuando una anda afanada en la ingente tarea de promover la cultura del esfuerzo, el pensamiento liberal y el respeto por las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado. En esta España postZapatero preñada de vagos, radicales y amigos de Bolinaga, no puedes despilfarrar valiosos minutos de lucha por la libertad con mayúsculas aparcando el coche con minúsculas. Venga ya, ¿acaso alguien ha visto alguna vez a la Viuda Negra sacando el tíquet de la ORA antes de plantar cara a los malos?
Nosotros somos la autoridad. Si nosotros decimos que esta conversación ha acabado, ha acabado. Si nosotros decidimos que nos vamos, nos vamos y no habrá poder en esta tierra capaz de detenernos. Los impuestos y las inspecciones de Hacienda, las leyes y los juicios, las normas de tráfico, las leyes educativas, las leyes de la botella, las normas de ortografía o las normas sanitarias resultan obligatorias para los demás. Para nosotros son optativas.
A nosotros no pueden detenernos unos meros agentes de movilidad. Por Dios, ¿qué es eso? ¿Dónde estamos, en una satrapía comunista? Nosotros que hemos sobrevivido al terrorismo internacional, al Marxismo, al Chavismo, al Castrismo, al sindicalismo y al Dadaísmo, tenemos un estatus y nos ampara la Convención de la Haya. Nosotros solo nos rendimos ante el Capitán America o Roberto Alcázar, ni Pedrín nos vale ¿Dónde están los observadores de la OSCE cuando realmente se les necesita?
Yo también habría pensado que las motos que me seguían haciendo ulular sus sirenas y parpadear sus luces eran una escolta de honor y que ya iba siendo hora. Nos la hemos ganado y nos la merecemos. Ese ha sido siempre el gran problema de España. Que no sabemos tratar a los 'ex' de manera acorde a su valía. ¿Para que está la Guardia Civil si no es para proteger a las autoridades? El único error de los escoltas fue no detener allí mismo a los policías municipales por secuestro y pertenencia a banda armada, en vez de ofrecerles un parte amistoso y tratar de enterrar el lío.
Acoso policial, detención ilegal y machismo. Esto ha pasado porque hay mucha envidia y mucho rencor en España contra los que tenemos éxito y decimos las cosas claras. Y no solo entre los municipales. Fíjate en esos periodistas que hacen preguntas y relatan el atestado policial. Si quieren hacer periodismo de investigación que escruten a los agentes. Verás como sale alguno rojo, o sindicalista, o inmigrante, o educado con la LOGSE. Así está España. Tu palabra vale lo mismo que la de dos agentes de movilidad y media docena de testigos. A esto nos ha llevado la matraca de la igualdad. A que el servicio se haya puesto imposible. De la Botella ya ni hablamos. Todos sabemos de lo que es capaz esa arribista entre relaxing cup y relaxing cup. Nada hay peor que estos nuevos ricos con pretensiones.
Lo mejor de todo en este serial de #AguirreFastandFurious reside en comprobar cómo en cada entrevista, Esperanza Aguirre, ella solita y sin que alguien la obligase, ha ratificado punto por punto los hechos denunciados por la policía. Se fue sin autorización, se negó a parar, tuvieron que seguirla hasta su casa y mandó a la Guardia Civil para que taparan el incidente. El juez lo tiene fácil. Una confesión en toda regla.
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