xoves, 20 de xuño de 2013

Una reflexión sobre el estado de la justicia en España

Por Nicolás García Pedrajas
Uno de los aspectos más imperfectos de la bastante imperfecta democracia española es la administración de justicia. La más que imperfecta transición ni siquiera llegó a la administración de justicia, permitiendo que los jueces que venían del franquismo continuaran ejerciendo su labor sin ningún tipo de impedimento. Dada además la enorme endogamia de la judicatura, la ideología conservadora, y católica, sigue impregnando toda la judicatura actual.
Esta situación ha producido casos de corrupción vergonzosos, que sólo desde la endogamia y el corporativismo judicial pueden ser entendidos. Como ejemplos notorios algunos de los más famosos:
·   Caso Pascual Estevill: [Lo que tienen en común Dívar y Estevill]

A su vez, la ideología fundamentalista católica sigue presente en la judicatura con jueces que que arrogan la facultad de interpretar y aplicar las leyes a su antojo y bajo el prisma de sus creencias personales. Esto sigue ocurriendo con el apoyo de gran parte de los magistrados:





De la misma manera, la lucha contra la violencia de género se encuentra como una de sus mayores dificultades la gran cantidad de jueces que consideran el maltrato a la mujer como algo menor y que castigan con sentencias enormemente benévolas las actuaciones más bárbaras: Algunos ejemplos:
·   Un hombre que apuñaló 70 veces a una mujer ve rebajada su pena porque “no se ensañó”. (Esta sentencia es del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, para más vergüenza, no de un juez cualquiera. Afortunadamente fue revocada por el supremo)


El problema es que todos estos ejemplos no sólo no son hechos aislados, sino que sus autores son protegidos por el corporativismo judicial y por los muchos colegas que comparten su visión conservadora. Así la mayoría de estas sentencias aberrantes quedan impunes y en los pocos casos en los cuales el juez ha de verse en el banquillo, las sentencias son muy leves, como en el caso de Ferrín Calamita o Pascual Estevill.
Respecto a los lazos con el totalitarismo franquista basta recordad el bochornoso espectáculo del juicio al juez Garzón por el intento de investigar  los horrendos crímenes de la dictadura. Aunque el juicio quedó en nada, Garzón ya había sido “asesinado” judicialmente con anterioridad en otro juicio vergonzoso, el aviso a los demás jueces estaba mandado. Si un juez tan conocido como Garzón puede ser destruido por el poder de los jueces que no aceptan que se investigue a una dictadura de la que son cómplices y herederos, imagínese lo que se puede hacer con un juez desconocido de un distrito pequeño que tuviera el valor de iniciar una investigación similar.
No habrá un mínimo de democracia en España mientras la judicatura no tenga una verdadera transición. Los jueces, como cualquier otro servidor público, deben responder ante el pueblo.
Sin embargo, las posibilidades actuales de una reforma real son muy pocas. El PP jamás modificará un poder judicial que el es extremadamente útil cuando está en lo oposición. El PSOE jamás se ha atrevido con los poderes fácticos heredados del franquismo, como la Iglesia Católica. El único ministro de justicia que ha intentado un cambio real, Mariano Fernández Bermejo, fue ofrecido como sacrificio humano a los jueces por el propio PSOE.


@NGPedrajas

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