Por Nicolás García Pedrajas
Uno de los aspectos más imperfectos de
la bastante imperfecta democracia española es la
administración de justicia. La más que imperfecta transición
ni siquiera llegó a la administración de justicia, permitiendo que los jueces
que venían del franquismo continuaran ejerciendo su labor sin ningún tipo de
impedimento. Dada además la enorme endogamia de la judicatura,
la ideología conservadora, y católica, sigue impregnando toda la judicatura
actual.
Esta situación ha producido casos de
corrupción vergonzosos, que sólo desde la endogamia y el corporativismo
judicial pueden ser entendidos. Como ejemplos notorios algunos de los más
famosos:
· Carlos Divar: [Dívar aporta datos
falsos para justificar otros 12 viajes de fin de semana][Dívar pasó como
gastos protocolarios las cenas con su jefe de seguridad]
· Caso Pascual Estevill: [Lo que tienen en
común Dívar y Estevill]
A
su vez, la ideología fundamentalista católica sigue presente en la judicatura
con jueces que que arrogan la facultad de interpretar y aplicar las leyes a su
antojo y bajo el prisma de sus creencias personales. Esto sigue ocurriendo con
el apoyo de gran parte de los magistrados:
· Caso Ferrín Calamita: [Ferrín Calamita:
"El verdadero juez supremo me absolverá"][Fernando Ferrín
Calamita]
· Sala “Vaticana” del TSJA: [La enseñanza mixta
y la Sala Vaticana del TSJA][El Supremo
contradice a la 'sala vaticana' sobre la educación mixta]
De la misma manera, la lucha contra la
violencia de género se encuentra como una de sus mayores dificultades la gran
cantidad de jueces que consideran el maltrato a la mujer como algo menor y que
castigan con sentencias enormemente benévolas las actuaciones más bárbaras:
Algunos ejemplos:
· Un hombre que
apuñaló 70 veces a una mujer ve rebajada su pena porque “no se ensañó”. (Esta
sentencia es del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, para más vergüenza,
no de un juez cualquiera. Afortunadamente fue revocada por el supremo)
El problema es que todos estos ejemplos
no sólo no son hechos aislados, sino que sus autores son protegidos por el
corporativismo judicial y por los muchos colegas que comparten su visión
conservadora. Así la mayoría de estas sentencias aberrantes quedan impunes y en
los pocos casos en los cuales el juez ha de verse en el banquillo, las
sentencias son muy leves, como en el caso de Ferrín Calamita o Pascual Estevill.
Respecto a los lazos con el
totalitarismo franquista basta recordad el bochornoso espectáculo del juicio al juez
Garzón por el intento de investigar los horrendos
crímenes de la dictadura. Aunque el juicio quedó en nada, Garzón ya había sido
“asesinado” judicialmente con anterioridad en otro juicio vergonzoso, el aviso
a los demás jueces estaba mandado. Si un juez tan conocido como Garzón puede
ser destruido por el poder de los jueces que no aceptan que se investigue a una
dictadura de la que son cómplices y herederos, imagínese lo que se puede hacer
con un juez desconocido de un distrito pequeño que tuviera el valor de iniciar
una investigación similar.
No habrá un mínimo de democracia en
España mientras la judicatura no tenga una verdadera transición. Los jueces,
como cualquier otro servidor público, deben responder ante el pueblo.
Sin embargo, las posibilidades actuales
de una reforma real son muy pocas. El PP jamás modificará un poder judicial que
el es extremadamente útil cuando está en lo oposición. El PSOE jamás se ha
atrevido con los poderes fácticos heredados del franquismo, como la Iglesia
Católica. El único ministro de justicia que ha intentado un cambio real,
Mariano Fernández Bermejo, fue ofrecido como sacrificio humano a los jueces por
el propio PSOE.
@NGPedrajas
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