mércores, 14 de setembro de 2016

Cidade da Cultura, un despilfarro con recovecos

Los turistas que visitan el complejo consideran que está vacío. Mantenerlo abierta ha llegado a costar a la Xunta 9.000 euros al día

RAQUEL C. PICO
http://ctxt.es/es/


Fotografía promocional de la Cidade da Cultura. MANUEL G. VICENTE
Pocas son las personas que caminan por una de las calles del Ensanche compostelano en una tarde de sábado de verano. Hace calor y los habitantes de la ciudad están encerrados en sus casas, o se han marchado de fin de semana. Los turistas se agolpan en la zona vieja, que es donde se concentran los recursos turísticos y es donde se ven las colas al pie de los monumentos y las terrazas a rebosar de gente. Pocos son los que esperan, por tanto, el autobús bajo el sol. Una chica espera con los auriculares puestos y una familia que acaba de llegar lo hace delante del indicador luminoso que indica los minutos que faltan para que llegue el próximo bus. La niña, claramente en ese momento de la vida en el que uno empieza a leer y quiere leerlo todo, lee en voz alta todos los avisos. “Circular Fontiñas – CDC, 9 minutos”, avisa y su madre le explica que esas misteriosas siglas CDC tienen que leerse como Cidade da Cultura. Mantenerlo abierto ha llegado a costar, a la Xunta de Galicia, hasta 9.000 euros al día.

Ni la familia ni la chica de los auriculares se acabarán bajando en la Cidade da Cultura. La parada, una especial que hace ese autobús durante la tarde (los sábados por la tarde solo unos pocos autobuses suben hasta lo alto del monte Gaiás, donde está el complejo que se ha convertido, para muchos, en el símbolo de lo que ocurría en los años del despilfarro), no arroja masas en el gran monumento. Se baja una pareja y el autobús vuelve a marcharse, posiblemente para dejar a todos los que están dentro en la última parada de la línea, el centro comercial más grande de la ciudad. Hace sol y bastante calor y por delante de los viajeros del autobús urbano queda la inmensidad de piedra. “Fue bastante difícil subir hasta aquí”, reconocerá después la pareja, “lo intentamos también ayer pero no lo conseguimos”.

¿Y QUÉ ES EXACTAMENTE LO QUE HAY AHÍ DENTRO?, PREGUNTABA UNA SANTIAGUESA

Resulta igualmente difícil escribir sobre la Cidade da Cultura de forma desapasionada y sin tomar partido por alguna de las visiones que existen sobre ella, especialmente si se es de Santiago de Compostela y si se lleva, por tanto, años escuchando las grandes promesas que acompañaron a su nacimiento, las grandes críticas que se le han hecho al proyecto y los comentarios de la población de la ciudad, que en líneas generales no parece muy entusiasmada por la megaconstrucción. “¿Y qué es exactamente lo que hay ahí dentro?”, preguntaba una santiaguesa, reconociendo que nunca había subido hasta allí y que tampoco pensaba hacerlo en el futuro inmediato.

La historia de la Cidade da Cultura y de su nacimiento ha sido recogida por prácticamente todos los artículos y reportajes de investigación sobre el despilfarro público durante los años de la crisis y ha sido uno de los temas favoritos de la prensa local y regional de los últimos años. Criticar a la Cidade da Cultura se ha convertido, en cierto modo, en algo que todos los que viven en Santiago o escriben sobre Santiago tendrán que hacer en algún momento y se podría decir que argumentos de entrada no faltan.

El proyecto, una obra faraónica que fue una suerte de canto de cisne de Manuel Fraga (quien da nombre a la avenida que sube hasta el edificio), costó muchos millones, lo hizo por encima del presupuesto original, protagonizó unos cuantos escándalos (como cuando se quedaron sin piedra a media obra y tuvieron que traerla de Brasil), se ha quedado a medio construir y estuvo, durante años, en una suerte de zozobra en la que nadie sabía muy bien qué se iba a hacer con ello. La promesa, o la idea inicial detrás de lamegaconstrucción, era la de que la Cidade da Cultura se iba a convertir en un centro potenciador del turismo, una construcción de primer nivel en la que la cultura iba a ser la protagonista y que iba a funcionar como otras grandes megaconstrucciones museísticas habían funcionado en otras ciudades. O al menos eso fue lo que todo el mundo entendió en aquel momento.

Pensar en esa idea cuando se decide a pasar una tarde de sábado en la Cidade da Cultura hace que parezca un tanto absurda. Ya no solo se trata de que llegar hasta el edificio en transporte urbano sea complejo (algo que, en justicia, no depende de la propia Cidade da Cultura, sino del servicio municipal de autobuses y algo que, pensando en todas las partes, está muy marcado por la demanda o no del servicio), sino también que la presencia de turistas es más bien reducida. “Espero que te lleves un libro para pasar el rato”, es lo primero que dice la hermana de la periodista cuando descubre los planes de pasarse una tarde observando lo que ocurre en la Cidade da Cultura.

Unos niños juegan con sus patinetes en medio de la amplitud de granito (algo que ya ocurría, por otra parte, cuando se abrió a los visitantes el complejo) y en la plaza central unos técnicos preparan el escenario en el que habrá un concierto a última hora de la tarde (una actividad recurrente de los veranos en la Cidade da Cultura y, hay que decirlo, popular: bandas alternativas tocan con la caída del atardecer). En la cafetería solo la camarera y la periodista que observa ocupan las mesas, mientras una televisión reproduce uno de esos telefilmes de la tarde. Todo está tranquilo. En la biblioteca, algunos estudiantes armados con apuntes preparan exámenes, aprovechando que la biblioteca está abierta los fines de semana. En una esquina del complejo, un parque infantil de nueva creación, inspirado en las obras de Urbano Lugrís, concentra a los visitantes, que están probando, a pesar de ser adultos, a bajar por el tobogán de aires surrealistas.

La impresión de los turistas

“Es una construcción muy diseñada y es atractiva”, apuntan unos de esos turistas, llegados de Madrid y de la cercana A Estrada (y que lo han hecho en coche), cuando se les pregunta por lo que les parece el complejo, aunque dejan claro que, aunque “como está hecho invita a venir”, no hay mucho que puedan hacer en ella. “Es un lugar con mucho potencial”, dice uno de los miembros del grupo, mientras otro apunta que “no está explotada”. La pareja de turistas que habían subido en autobús también indican algo similar. “Es un punto turístico” y “está bien” pero también “está un poco vacío”. “Le falta vida”, dice uno, antes de preguntar qué más pueden hacer (les gusta la idea de que haya una exposición sobre historia de la moda y gratis) y cómo podrán coger el autobús para volver a la ciudad.

Todos ellos, ya sea llegados desde la cercana provincia de Pontevedra o desde el más lejano Brasil, saben, sin embargo, de toda la polémica que acompañó a la construcción del complejo y todos tienen, más o menos, una opinión sobre lo que suponen esas inversiones públicas millonarias.

La cosa cambia cuando se sube en un día de semana. Una mañana de lunes no es mucho más sencillo llegar en transporte público, pero el inmenso aparcadero que hay a la entrada de la construcción no está tan desangelado como en fin de semana. Subir en taxi desde el centro de la ciudad no es barato (pero los taxis en Santiago relativamente no lo son) pero es rápido y los taxistas son, además, una fuente muy actualizada de información. Decir el lugar al que se va y hacer una pregunta con la que romper el hielo sirven como punto de partida para una animada conversación sobre la Cidade da Cultura y lo que supone para la ciudad.

LOS TURISTAS BAJAN DESENCANTADOS. NO SABEMOS QUÉ DECIRLES. NO HAY NADA

“Los turistas bajan desencantados”, acaba explicando el taxista, que como suele ser habitual en Santiago ha hablado de lo mucho que ha costado la construcción y lo difícil que es verle el beneficio. De hecho, los propios taxistas no suelen subir a la zona a menos que alguien lo requiera. Tienen una parada allí pero el escaso tráfico hace que no compense el pasarse una mañana esperando a que alguien necesite un taxi. Los taxis compostelanos están, sin embargo (y paradójicamente), empapelados ahora mismo con una campaña de promoción de la construcción, lo que hace que los turistas aprovechen para preguntarles por lo que “hay allí”. Los taxistas no saben qué contarles. “No sabemos qué decirles”, apunta el taxista, “no hay nada”. Pero, al fin y al cabo, no es que suban a tanta gente a la cumbre del Gaiás. Cuando lo hacen casi siempre son trabajadores que tienen en la Cidade da Cultura su puesto de trabajo.

Cambiar la idea de lo que es

Quizás en medio de las palabras del taxista puede estar la clave para comprender lo que es y lo que no es, a pesar de todo, la compostelana Cidade da Cultura. Hablar con la propia Fundación Cidade da Cultura permite llegar a unas cuantas conclusiones. Están muy abiertos a hablar con la prensa y hacerlo sobre todos estos temas, a pesar de la sempiterna polémica. Y la Cidade da Cultura no está exactamente vacía (o al menos eso es lo que dicen los números que ellos aportan). También habría que dejar de pensar en la Cidade da Cultura tal y como se configuró en la mente de los compostelanos en los primeros años de construcciones y promesas.

La Cidade da Cultura ya no es exactamente eso que antes se prometía o se quería, sino más bien otra cosa (o al menos hacia ahí es hacia donde tiran). El concepto que se vendía en 1999, cuando empezó la construcción del complejo, no es lo que se ha acabado creando. De 2009 a 2016, explican desde la Fundación, se ha producido una transformación. “Se pensaba que iba a ser un foco de atracción turística”, apuntan, señalando que hoy es otra cosa, un espacio que se asienta sobre tres patas diferentes (cultura, tecnología y emprendedores) y en el que trabajan cada día varios cientos de personas. La pregunta parece entonces clara. ¿Se ha convertido lamegaconstrucción en un parque de oficinas glorificado? “Es más que un parque de oficinas”, rebaten, recordando además que en los últimos tiempos se ha empezado también a trabajar en la parte de la naturaleza y que la megaconstrucción se está integrando en la ciudad vía parques públicos, haciendo que en el futuro sea mucho más fácil llegar hasta ella (en el presente ya lo es, aunque los árboles, como es lógico, aún tienen que crecer).

Es decir, sí hay cosas, aunque el visitante común que venga un sábado por la tarde no va a ver. La biblioteca, exposiciones temporales y unos asientos de diseño. Funciona como una biblioteca nacional de Galicia y como un archivo histórico de las letras, pero eso, cierto es, no funciona como momento foto. Los números que dan desde la fundación también ponen en cierto contexto lo de que no pasa nada. Ellos organizan alrededor de unos 200 eventos culturales al año y las empresas y organismos que están presentes en el complejo unos 300.

¿Es debatible que el gran epicentro de la cultura que se construyó en Santiago, con una población que ronda los 100.000 habitantes, se haya convertido en esto? Quizás. ¿Han intentado salir del atolladero de la polémica y hacer algo con todo ello? Se podría decir.

EL PATROCINIO PRIVADO SEA PAGA TODA LA PROGRAMACIÓN Y SE HAN PARADO DOS DE LOS EDIFICIOS, QUE NUNCA SE CONSTRUIRÁN


“Creemos que las decisiones están bien tomadas”, apuntan desde la propia Cidade da Cultura mientras explican su nueva hoja de ruta y refiriéndose a ella. En los últimos años, además, no solo han cambiado de rumbo en cuanto a contenido, sino que también han intentado reducir gastos. Han hecho que el patrocinio privado sea el que pague toda la programación y se han parado dos de los edificios, que nunca se construirán. Uno se ha reconvertido en un lago gracias a una intervención paisajista y el otro está siendo estudiado por los expertos para intentar descubrir qué hacer con él. Según explican desde el organismo, con ese movimiento han ahorrado 67 millones de euros.

Y lo cierto es que cuando se habla con ellos, los malos aparentes de la película (metafóricamente hablando, claro), lo que se descubre es mucho pragmatismo. Al fin y al cabo, la construcción está ahí, la inversión está hecha y no hacer nada con ella sería todavía más negativo. Como sale en la conversación, “esto está construido y está pagado, saquémosle el mayor beneficio posible”.

Al volver de la Cidade da Cultura, esta vez un lunes y después de haber hecho medio camino por el nuevo parque que ocupa la ladera, el autobús que une la megaconstrucción con el centro va, esta vez, lleno. Es mediodía y posiblemente estos sean una parte de esos trabajadores que suben cada día al complejo.

En el Timo de la estampita solo caen los lerdos sin escrúpulos

Un gran sector de la población no utiliza la razón para analizar, todo es un inmenso partido de fútbol para desatar las pasiones. Es como si no supieran relacionar conceptos que es la esencia de la razón.

Titulares de El País y El Mundo
Titulares de El País y El Mundo
Rosa María Artal
http://iniciativadebate.org/

El sonrojo diario al ver las portadas de la prensa está llegando a niveles de patetismo en su feroz defensa de un gobierno del PP. Coincidencia hasta en palabras (este jueves tocó “portazo”) de sus titulares calificativos para atacar y conminar al líder del PSOE, Pedro Sánchez, a facilitar la presidencia a Mariano Rajoy. Es quien copa titulares y primeras páginas cuando en cualquier parte del mundo la noticia sería que el presidente en funciones ha perdido la investidura por mayoría absoluta y llevaría su foto. Apoyada la letra por la voz y la imagen en muchos otros medios, el candidato cuenta con apoyos extraparlamentarios abrumadores. De ahí probablemente la prepotencia que despliega, en tono verbal, actitudes y en hechos.
La evidencia es palmaria. A quienes se ocupan exclusivamente de los intereses del poder les podía haber tocado apuntalar a una persona medianamente presentable, pero ha sido Mariano Rajoy. También es mala suerte. Ese profundo deterioro del Estado del Bienestar, de la equidad y la decencia durante su mandato es incuestionable por muchas mentiras con las que se adorne. Cada día le nacen nuevos De la Serna, Arístegui, Barberá, Rato y esa pléyade de saqueadores que nos presentó el PP. O sabemos de las andanzas de sus jueces en amistad con imputados. La gestión económica de la que presume Rajoy arroja la realidad de una deuda pública desorbitada y en récord histórico o el mayor hachazo conocido a la hucha de las pensiones y la seguridad social.  Pero es que además Rajoy lo complementa con una especie de desafío en el que nos insta a tragar dos tazas si no queremos una. Y en esa línea mantiene como ministro –y destacado- al impresentable Fernández Díaz o alza en competencias a la socia de la Virgen del Rocío para tareas de empleo y ahora de Sanidad e Igualdad, Fátima Báñez. Se atreve a proponer a ese mismo ministro del Interior para presidente del Congreso –seguramente por su exquisita diplomacia e imparcialidad- y nos coloca de servidor de coces parlamentarias a Rafael Hernando. No caben mayores desatinos, es como si Rajoy quisiera quitar las caretas de esa prensa que le sustenta y se queda con su mariano al aire. O al Ciudadano Rivera y su séquito, aventajado alumno en la venta de lo invendible.
Perdemos demasiado tiempo hablando de Rajoy, sin embargo. De Rajoy y sus acólitos. Cuando la cuestión a dilucidar es cómo hemos llegado hasta aquí. Cómo es posible que Rajoy sea candidato -y el más votado, aunque no con mayoría- a presidir el gobierno y cuente con tales refuerzos en la prensa y en los partidos -Ciudadanos y baronías del propio PSOE-. Cómo están dispuestos a triturar, pulverizar, extinguir,  a personas y partidos que se opongan a sus fines.
España se ha movido por unas sendas de corrupción a todos los niveles que dificultan el crecimiento de tejido social sano y sin embargo ese existe. De hecho los resultados electorales reflejan sin lugar a equívocos una sociedad muy dividida, sobre todo entre quienes apuestan por la continuidad aunque hieda en putrefacción y quienes, hartos, propugnan un cambio.
La principal diferencia que se aprecia con otras épocas –y no solo en España- es el arraigo de una nueva Era de la Ignorancia. Cuando más medios hay para informarse, más se huye del conocimiento.  En 2013, la OCDE explicó, a través de un estudio, que los adultos españoles tienen el peor nivel educativo de los países que componen el organismo: los más desarrollados. En una especie de Informe PISA para mayores (de 16 a 65 años), encontró que somos los últimos en matemáticas de 23 países, y los penúltimos en comprensión lectora, solo superados por Italia. Junto a otros detalles que reflejan una profunda desidia. Varios años más de Indas, Marhuendas, Gatos al agua y Sálvames no habrán mejorado la media precisamente.
Para asentar con firmeza una obra hay que empezar por los cimientos: desactivar la conciencia crítica de la sociedad ha sido su mayor logro. Voluntario o fruto de una suma de circunstancias. El malestar entre la ciudadanía, la conciencia de la disfunción, existe. De ahí que busque culpables.  Pero yerra, a menudo, al dejarse guiar por quienes le facilitan la tarea de pensar y decidir, llevándoles por caminos de visceralidad irracional.
Estamos llegando al punto en el que leer un artículo (no hablemos ya de un libro) es un trabajo tan ímprobo como vaciar de piedras el cauce del Tajo. Así se han instalado dos vías para formarse un criterio fácil: atender a la noticia en píldoras de titulares, tweets, resúmenes de resúmenes y marear la perdiz en interminables tertulias que abarcan todas las horas del día en radios y televisiones. La primera, evita profundizar en ninguna idea, la segunda agota, machaca y disuade conclusiones, sobre todo si se trata de espectáculos que incluyen fantoches revienta argumentos.
Hace unas semanas, Lluís Orriols, analizaba aquí  las “políticas del zasca”  que “generan atención e interés, pero atrincheran ideológicamente y fomentan el descrédito de la política”. En mi opinión es el efecto buscado.
La consecuencia es la que vemos. Un gran sector de la población no utiliza la razón para analizar, todo es un inmenso partido de fútbol para desatar las pasiones. Para elegir contrincante y apostar. Odian según instrucciones, creyendo a pies juntillas lo que dicen personas sin credibilidad. Ahora a Pedro Sánchez, siempre a Pablo Iglesias. Precisan culpables. Y así hay varios millones que, contra natura, se fían de quienes probadamente les engañan. Entregan sus destinos, el de sus familias y amigos, el de todos los demás conciudadanos a personas que les mienten, les roban, cambian de opinión como de calzoncillos, sacan provecho de sus trampas. A los que han echado a sus hijos y nietos del país por falta de oportunidades, les obligan a invertir sus pensiones en ayudar a sus familias, a pagar farmacia y salud, causan víctimas reales. Es como si no supieran relacionar conceptos que es la esencia de la razón. Ni se tomaran un mínimo trabajo de desbrozar lo cierto de la farsa. Aunque a estas alturas pocos son los inocentes.
Esto no es tampoco culpa de “las nuevas tecnologías”, imputación que anda tranquilizando a muchos. Ya tienen al reo en la mesa, esposado. Atribuyen a Internet, un gran vehículo, errores directamente achacables al diezmado de las redacciones, a la precariedad, a la calidad de quienes dirigen los medios más atentos a los intereses de sus empresas que al derecho a la información de los ciudadanos. Y a que la opinión, es un medio barato y eficaz.  Hace muchos años, décadas, que se abusa de ella. Un papel mucho más relevante en el estado de ignorancia lo tiene la televisión que ha contaminado a la política tanto en los viejos como en los nuevos partidos. Sin un foco y un micrófono parece que no se es nadie.
Tampoco entreguemos a la prensa a la furia popular. Porque en esa línea de huir del pensamiento complejo algunos ya han encontrado otro culpable al que increpar. Sin más que increpar, sin actuar en consecuencia. Los receptores de la información son seres adultos, no niños sin alcanzar el umbral del conocimiento.  Ni siquiera es todo blanco o negro como impone el maniqueísmo infantil. No todo el periodismo está contaminado, ni mucho menos. Gracias a eso se están produciendo cambios notables en esta sociedad contra la abrumadora marea dominante y sus coacciones. El Periodismo sigue siendo una buena idea, el periodismo a pesar de todo.
Pero, por encima de cualquier otra consideración,  ha de quedar sentado que cada persona es absolutamente responsable de lo que lee, oye y ve, de lo que reflexiona o simplemente engulle, de lo que decide, de lo que implican sus actos u omisiones. No echen culpas fuera. En el timo de la estampita solo caen los lerdos sin escrúpulos.

La mirada del mejillón



JAVIER PÉREZ DE ALBÉNIZ
http://iniciativadebate.org/

El infierno es la mirada del
otro. 
Jean-Paul Sartre.
Expertos astrónomos investigan una extraña señal captada por un telescopio ruso. Una señal borrosa, carente de explicación, que ha despertado el interés de aquellos científicos que dedican sus vidas a la búsqueda de inteligencia exterior. La noticia, que ocupaba un hueco en las portadas de los grandes diarios, coincidía con el discurso de investidura de Mariano Rajoy. Pero no tenía nada que ver. El presidente del Gobierno en funciones no podía ser el autor de la señal, puesto que no se comunica con frecuencias o sonidos. Rajoy reniega de la comunicación verbal: la lectura de sus discursos es un proceso robótico y apuesta por los códigos de miradas. Concretamente, por el lenguaje visual de mejillón.
¿Ha oído usted hablar de la mirada del tigre? Sí, esos ojos avizor que, penetrantes como taladros, elevan el cara a cara a la categoría de batalla y parecen desnudar al rival, traspasarle, poseerle. Pues todo lo contrario: la mímica facial de Rajoy no aguanta el pulso a un bivalvo. Pudimos comprobarlo en el debate de investidura del miércoles, cuando el turno de palabra correspondió a Pablo Iglesias. Una sola vez miró Rajoy al líder de Podemos, mirada del mejillón, entre tics húmedos y temblor de valvas.
¿Desprecio del político consolidado por el perroflauta desarrapado? Argumentos no le faltan a Rajoy para mostrarse arrogante y desdeñoso: son pocos los españoles que pueden presumir de dirigir una organización criminal. Pero yo creo que la mirada del mejillón de dirigente del PP, evitando los ojos de Iglesias, da la razón a un Sartre que pensaba que “el ser visto por el otro es la verdad de ver al otro”. Es decir, que Rajoy se reconoce tal como es, en su infinita miseria, porque sabe que otro le está mirando.
Un político que evita la mirada del rival, que en un debate televisado de vital importancia para el país utiliza la mímica facial de un molusco, debería dedicarse a otra cosa. Si no quiere cambiar mucho de profesión ahí tiene a la Cosa Nostra, buscando desesperadamente un líder desde la muerte, el pasado mes de julio, de Bernardo Provenzano, legendario capo dei capi siciliano.

Pagafantas Rivera

Iñigo Sáenz de Ugarte
http://www.eldiario.es/

Albert Rivera, durante la segunda jornada del debate de investidura. Foto: Juan Barandica
Albert Rivera, antes de pagar la siguiente ronda. JUAN BARANDICA
Hay días en que es duro ser Albert Rivera. No muchos, pero está claro que el viernes ha sido uno de ellos. Para ser más exactos, justo después de que se conociera la derrota de Rajoy en la segunda votación de su investidura y, pocos minutos después, cuando los medios de comunicación informaron de la decisión del Gobierno de proporcionar un retiro dorado a José Manuel Soria en el Banco Mundial. 
Tan dorado como lo puedan ser 226.000 euros al año. Libres de impuestos. Esto último es un detalle importante para alguien como Soria si recordamos los negocios de sus empresas en paraísos fiscales. 
Sólo hace unos días, Rivera creía estar en la cresta de la ola, surfeando este convulso momento político como si estuviera en las playas de California. Al anunciar el acuerdo con el PP, el líder de Ciudadanos no paraba de presumir: "El nuevo centro político arrastra a la vieja izquierda y a la vieja derecha a una etapa de regeneración y reformas". Y con durísimas medidas anticorrupción, según decía. ¿Para qué, si no, sirve ese concepto tan querido por su partido como es la regeneración?
En el debate del viernes, Rivera introdujo un elemento para levantar su ánimo y el de su partido. El discurso de Rajoy del miércoles ya había sido una notable decepción para ellos, así que había que elevar la presión sobre el PP. Dio por amortizado el pacto con su aliado, cuando el PP estaba buscando la forma de mantenerlo vivo hasta octubre, e hizo algo más: afirmar que está "a la expectativa por si algún candidato del PP tiene una investidura viable". Uno que no se llame Mariano, supongo.
De inmediato, eso sólo sirvió para que el portavoz parlamentario del PP, Rafael Hernando, le respondiera con una intervención chulesca más propia de los diálogos que se escuchan en un bar a las tres de la madrugada cuando la gente está, ejem, un poco cargada. Tampoco es la primera vez que Hernando se comporta así, lo que demuestra hasta qué punto el PP es sincero en su intento de llegar a acuerdos con otros partidos. Dame tu voto o te partiré las piernas. 
Rivera ha cambiado de opinión y estrategia tantas veces que es difícil saber cuáles serán sus próximos pasos. Dejar a un lado de momento a Rajoy puede parecer un gesto osado, pero el resto de su intervención fue un poco lo de siempre: reclamar al PP y PSOE que olviden sus diferencias para armar una especie de triple gran coalición con la que afrontar las reformas que necesita el país. 
Cuando salió la noticia de Soria y su traslado al Banco Mundial con el que premiar sus mentiras y dimisión vergonzante, el impacto que podía tener la declaración de Rivera quedó neutralizado. La "etapa de la regeneración"  anunciada unos días antes se convirtió en un chiste malo. Mientras muchos decían que España se estaba jugando el futuro y el prestigio internacional en esta investidura, Rajoy y sus secuaces se ocupaban de pagar las deudas pendientes a uno de los suyos, caído en desgracia por un asunto de corrupción que a ellos les parecía un hecho irrelevante.
Era el último día en que los gobiernos podían presentar a sus candidatos para los puestos directivos del Banco Mundial. Habían aguantado la noticia hasta ahora porque tenían que aparentar que estaban a tope con el esfuerzo regenerador de Rivera y su empeño de desbloquear la situación política e impedir las terceras elecciones. Mientras tanto, se ocupaban de sus pequeños negocios sucios. 
Al acabar la votación en el Congreso, soltaron la bomba. Rivera se quedó colgado de su traje a medida. Tanto esfuerzo para acabar abrazado a otro chanchullo marca del PP.
Ni siquiera estaba avergonzado, como la vicepresidenta de Castilla y León, Rosa Valdeón, del Partido Popular. Rivera se limitó a escribir que el Gobierno "deberá dar explicaciones" sobre el nombramiento de Soria. Tremenda reacción llena de furia e indignación.
Como un pagafantas, si nos atenemos a la definición que aparece en ese pozo de sabiduría que es el Wikcionario: "Se dice de aquel que actúa para agradar a otro, no atendiendo a su propio beneficio, a la espera de alguna retribución improbable en el futuro. Tonto útil". 
Rivera ha intentado complacer a todo el mundo. A Rajoy, al PP, a las grandes empresas y los editoriales y columnistas de la prensa de Madrid, en especial de El País y El Mundo. Miradme. Yo no soy como ese loco de Iglesias que grita desde la tribuna del Congreso. Soy el estandarte del cambio tranquilo, el que no asusta a los pensionistas y a la "clase media trabajadora" (sic). El promotor de todos los pactos de Estado que puedas imaginar. 
Y al final del día, el hombre que quería agradar a todo el mundo se quedó con la mirada perdida. Sabe que más tarde o más temprano le tocará pagar otra vez las fantas. Las fantas de la regeneración.

¿Fue Mariano Rajoy un lumbrera o simplemente un beneficiario directo del caso “redondela”?

Los éxitos de rajoy y el aceite de Redondela.
Mariano Rajoy cc

revolucionpermanente.es
http://iniciativadebate.org/


Los cuatro hijos del que fue presidente de la Audiencia Provincial de Pontevedra durante los años setenta, don Mariano Rajoy Sobredo, han podido presumir del insólito caso de haber superado las más duras oposiciones de la Administración del Estado. La biografía del primogénito – actual presidente del gobierno español, por lo que nos es de sobra conocida su capacidad intelectual y expresiva – señala que comenzó a preparar las duras oposiciones de Registrador de la Propiedad, Bienes Muebles y Mercantiles, durante el último año de carrera. Unas de las consideradas más difíciles pruebas para obtener tan relevante puesto de funcionario público del Estado fueron aprobadas al año siguiente por Mariano, en su primer intento y con 24 de edad, por lo que se convirtió en el registrador más joven de la historia de España. Fue destinado al Registro de Padrón, siendo el de Santa Pola del que hoy es titular.
Claro, que su hermano menor, Enrique, estuvo a punto de arrebatarle el record, cuando unos años después aprobó la misma oposición, ostentando la marca del segundo más joven. No obstante, no debe de ser igualmente bueno para la preparación de las oposiciones como para el ejercicio de la profesión, pues en su Registro de Cáceres ha sufrido algún problema por negarse a inscribir cierta propiedad en contra de la opinión del correspondiente notario. El camino familiar debía de estar abierto ya en tan prestigioso Cuerpo, pues consiguió también ser registradora su hermana María de las Mercedes, hoy titular de uno de los Registros de Getafe. El cuarto hermano, Luis, sin embargo, concurrió con similar éxito a las igualmente duras pruebas de acceso al Notariado, obteniendo plaza en Orense, terminando en El Escorial, donde falleció hace algo más de un año. Coincidieron precisamente estos éxitos profesionales de los hermanos Rajoy con el recuerdo de cierto asunto que atrajo la atención del país durante la primera mitad de los años setenta, y que giró en torno a la Audiencia Provincial de Pontevedra, de la que el padre de los Rajoy era entonces titular.
La Comisaría General de Abastecimientos y Transportes (CAT) fue un organismo de la Administración Central del Estado, dependiente del Ministerio de Industria y Comercio, creado a la terminación de la guerra civil como consecuencia de las dificultades que sufría España en materia de aprovisionamientos. Fue por ello necesario comenzar por abordar la transferencia de todas las competencias desde el ámbito municipal, en que había recaído hasta entonces, al estatal, como lo sería a partir de su creación. Pero, en cualquier caso, y como quiera que la CAT carecía de instalaciones adecuadas, debía recurrir a depósitos alquilados a distintas empresas privadas, para el almacenamiento de muchos de los numerosos productos cuya gestión entraba dentro de sus competencias. Por lo que al aceite se refiere, y en la zona noroeste, estos depósitos se encontraban en la zona de Guixar (Redondela), siendo REACE (Refinería del Noroeste de Aceites y Grasas, S.A.) la empresa que entre 1966 y 1972 tuvo contratado con la CAT el almacenamiento de más de 12 millones de kilos de aceite. Ni que decir tiene que ésta era la única propietaria del producto, dejando a cubierto la mercancía contra cualquier eventualidad por medio del correspondiente seguro.
REACE había sido constituida por Rodrigo Alonso Fariña – hijo de conserveros y rico propietario – en 1956, con un capital de 5 millones de pesetas, y con el fin de dedicarse al refinado, envasado y almacenaje de aceite, siendo sus socios Oswaldo Alonso Fariña, Salvador Guerrero, Eufrasio Juste y Francisco Carrión, y teniendo su sede en Outid (Redondela). Años más tarde, el fundador gozaría de enorme popularidad en la provincia, tanto por ser presidente del Real Club Celta de Vigo, como por su participación activa en la vida política de aquella. En 1964, Alonso Fariña se había hecho ya con la mayoría de las acciones mediante la compra a terceros, incorporándose al Consejo de Administración Nicolás Franco Bahamonde (hermano mayor del generalísimo Franco) e Isidro Suárez Díaz Moris, quien gozaba también de muy buenas relaciones e influencias. En 1968 componían el Consejo de Administración éste último, como presidente; los miembros Rodrigo Alonso Seoane, Nicolás Franco Bahamonde, Jorge Alonso de la Rosa, y el propio Rodrigo Alonso; así como el secretario de actas, Alfredo Román Pérez.
Los tiempos de mayor esplendor de la empresa alcanzaron su punto culminante en los últimos años sesenta, con pingües beneficios obtenidos al margen de los legales, tanto por la venta del aceite sustraído de los depósitos alquilados a la CAT, como por la “congelación” de sus adjudicaciones. Este ingenioso procedimiento consistía en que, tras la concesión de una determinada cantidad de aceite a REACE por parte de la CAT, con la determinación del correspondiente plazo para efectuar el pago del importe, el aceite quedaba bloqueado, siendo sólo REACE quien podía disponer de él. Ante la engañosa escusa esgrimida de esta entidad de serle retrasada la concesión de los correspondientes créditos bancarios, la CAT le otorgaba sucesivas prórrogas, hasta ser anulado el pedido, pasados unos meses. Precisamente, entre la fecha de adjudicación y la anulación del pedido era cuando REACE especulaba con el aceite bloqueado. Tales pedidos solían coincidir siempre con los finales de campaña, cuando el precio es más alto en el mercado, y las anulaciones, por el contrario, con el más bajo. En el intermedio se vendía el aceite “congelado” y se reponía con el de la nueva campaña, comprado a bajo precio. La diferencia entre ambos costes oscilaba entre las 10 y las 12 pesetas por litro. Si esta operación hubiera sido efectuada una sola vez, podría pensarse que la CAT había sido la victima del engaño, pero quedó demostrado que era llevada a cabo campaña tras campaña.
Coincidiendo con el auge de REACE, y tras la concesión de un crédito de 40 millones de pesetas por parte del Banco de Crédito Industrial, se creó la sociedad FRIBARSA, destinada al almacenamiento de productos alimenticios congelados, cuyo principal cliente sería la CAT. Los socios mayoritarios de la nueva entidad, radicada en Santa Perpètua de Mogoda (Barcelona), eran Rodrigo Alonso e Isidro Suárez, lo que les permitía intercomunicar contablemente ésta con los negocios de REACE, a pesar de no realizar entre sí operación mercantil alguna. Hasta que en 1971 Rodrigo Alonso decidió vender REACE y FIBRARSA a Isidro Suárez, siendo éste presidente del Consejo, quien entregó en metálico por la operación 14 millones de pesetas, que fueron extraídos de los fondos de la propia empresa vendida. El resto (19 millones, según la primera declaración del vendedor) se escrituró en privado. Posteriormente, en la fase de instrucción del proceso, Alonso declaró que a esta cantidad había que añadir 28 millones que él adeudaba a REACE. Según la acusación del Ministerio Público, “tras la venta ficticia, Alonso siguió dando órdenes en el negocio.”
Todo este entramado se había destapado a partir de que, al amanecer del 25 de marzo de 1972, José María Romero González, acompañado de su abogado, se personó en el juzgado de guardia de Vigo para denunciar que en los depósitos de REACE, que debían de contener aceite de la CAT, faltaban más de 4 millones de litros, valorados en unos 170 millones de pesetas. El denunciante ocupaba el puesto de director general de REACE desde 1969, cuando había llegado precedido de fama de excelente organizador de empresas, avalada por su trabajo en BEDAUX, así como en una fábrica de armas brasileña que de manufacturar cinco pistolas diarias, la dejó produciendo una cada cinco minutos. Romero había tardado unos días en decidirse a denunciar el caso, ya que, tras confesarle alarmado la noticia, el presidente, Isidro Suárez, le había intentado tranquilizar y convencer de que lo desaparecido sería repuesto en breve, pues el barco “Sac de Marseille” estaba a punto de llegar de Argelia cargado de aceite de la nueva cosecha. Una sencilla consulta a las guías Lloyd’s le permitió a Romero comprobar la inexistencia de esa nave, pues no estaba registrada en ninguna de ellas.
Con la denuncia, la maquinaria judicial se puso en funcionamiento para tratar de esclarecer los confusos hechos, conociendo pronto las intercomunicaciones existentes entre los depósitos alquilados a la CAT y los propios de REACE, incluso mediante la unión física con la refinería. La sospecha de complicidad entre la CAT y REACE comenzó enseguida a estar presente en la investigación, cuando cuatro días más tarde de haber sido interpuesta la denuncia, fue detenido en el tren Madrid-Bilbao el influyente socio Isidro Suárez Díaz Moris. Tiempo después se supo que, tres meses más tarde, la mujer del denunciante – quien, tras su visita al juzgado de Vigo, se había quedado sin trabajo y regresado a su domicilio madrileño, sufriendo las correspondientes dificultades económicas – descubrió una extensa carta autógrafa de su marido en la que anunciaba al juez instructor, Amador Moreiras, su idea de suicidio, además de facilitarle una serie de detalles de quienes que para él eran sospechosos de haberse lucrado directa o indirectamente con el negocio del aceite. Ante su alarma y contando con la colaboración del abogado y el propio juez, le hicieron desechar la idea, contribuyendo también a tal renuncia el trabajo que le ofreció una empresa de aceite sevillana. Pero la carta en cuestión sembró dudas entre las partes, ya que no terminó de convencer ni al juez ni a la policía, considerando que ni por su extensión ni por su tono parecía la de un suicida, quien, por supuesto, no suele nunca avisar tan detalladamente de sus intenciones.
Hasta que el 9 de septiembre se produjo una misteriosa muerte: el taxista de Vigo Arturo Cordobés apareció asesinado de tres balazos en las afueras de la ciudad. Diversos fueron los comentarios sobre el autor y el móvil, hasta que se supo que el taxista solía transportar en largos viajes con su vehículo a los principales encartados en el asunto del aceite (Alonso, Suárez, Romero…). Pero, la investigación no pasó de ahí… Tres semanas más tarde se produjeron otras tres muertes misteriosas. En su nuevo domicilio sevillano fueron hallados los cadáveres de Romero, su esposa y su hija de veintiún años. Aparentemente, el denunciante se había suicidado tras dar muerte a las dos mujeres, también en medio de extrañas circunstancias, como la falta de motivos, el excesivo número de disparos o la preparación del escenario. Pero, había una más sorprendente aún, de la que poco se comentó en los medios: junto a los cadáveres aparecieron tres cartas escritas a máquina, una para el juez de la localidad, otra de agradecimiento para un amigo, y una tercera dirigida al juez de Vigo exactamente igual a la detallada que escribiera tres meses antes en aquella desesperada situación.
En plena fase de instrucción, estando en prisión Isidro Suárez y el contable Alfredo Román, fueron también procesados por complicidad con ellos el funcionario de la CAT Ángel García Canals y su superior, el inspector regional de la Comisaría, Manuel Moreno Teijeiro, si bien el mayor problema para la investigación se planteó con la desaparición de la mayor parte de los libros de contabilidad y el maremágnum económico organizado entre las dos empresas. La mayor parte del dinero movido en el negocio entre ellas y la CAT no pasaba por cuentas bancarias, sino que se giraba a una muchacha residente en Madrid, Amelia Baviano, quien disponía de él según las indicaciones que recibía. Todas estas circunstancias, unidas al descubrimiento de ciertos regalos efectuados a las esposas de los funcionarios, dificultaban enormemente la investigación. Incluso quedó constancia, por declaraciones de la señorita Baviano, de la entrega en mano de cantidades en metálico en la secretaría del ministro de Comercio, efectuadas por ella de parte del propio Suárez. ¿A quién y con qué fin se hacían llegar estas cantidades?
Fue entonces cuando una importante personalidad política de las derechas de la Segunda República, el abogado Gil Robles, decidió defender al “probo funcionario” García Canals, corriendo con todos los gastos, por lo que tuvo acceso a la documentación del procedimiento. En septiembre de 1973, hallándose Alonso en Suiza para realizarse un reconocimiento cardiológico, se dictó auto de procesamiento contra él, quien hasta entonces se había mantenido al margen, debido a que en los momentos de la denuncia ya no era accionista, siendo Suárez quien había llevado la responsabilidad empresarial ante la Justicia. Hasta que la noche del 29 de marzo de 1974, mientras el resto de los internos de la cárcel de Vigo estaban durmiendo, Suárez murió desnucado en las duchas del centro penitenciario. Durante los dos años de su encierro, había sabido granjearse la simpatía de los compañeros de prisión, a base de favores económicos, habiendo gastado bromas telefónicas con su abogado la misma tarde de su muerte, lo que hacía más sorprendente aún aquella extraña muerte. Quince días más tarde murió apuñalado Antonio Alfajeme del Busto, presidente de la Unión de Fabricantes de Conservas de Galicia y cónsul de Chile en Vigo, en un crimen que se declaró pasional, pero sobre el que corrió el rumor de estar conexionado también con el caso del aceite, a causa de que el taxista aparecido muerto solía también hacer servicios de larga distancia al señor Alfajeme.
Cerrado el sumario por la desaparición del aceite, el fiscal de la Audiencia de Pontevedra, Cándido Conde Pumpido, una vez calificados los hechos y elaboradas las conclusiones provisionales, trasladó su residencia a Madrid como consecuencia de su nombramiento de abogado-fiscal del Tribunal Supremo. Tras las muertes habidas y el indulto que benefició a Moreno Teijeiro, sólo fueron tres los ocupantes del banquillo la mañana del 21 de octubre de 1974 en que se inició la vista en la Audiencia de Pontevedra: el fundador de REACE, Rodrigo Alonso; el contable y secretario de actas, Alfredo Román; y el funcionario de la CAT, Ángel García Canals. La sala estaba totalmente abarrotada de público y medios de comunicación, pues no en balde se sabía implicado Nicolás Franco Bahamonde, en aquellas fechas oportunamente nombrado embajador de España en Portugal, para alejarle del centro de la atención mediática. Presidía el Tribunal el que también lo era de la Audiencia Provincial, don Mariano Rajoy Sobredo, auxiliado por don Manuel Landeiro Píñeiro y don Celestino Prego Gracia. El abogado José María Stampa Braun, letrado del finado Isidro Suárez, defendió los intereses de FIBRABARSA, manteniendo la tesis de la inexistencia de pruebas claras de que el aceite desaparecido hubiera llegado en su totalidad a los depósitos de REACE. Su colega Gil Robles realizó una encendida defensa de su cliente, García Canals, al que calificó de “demasiado bueno para los tiempos que corren”, cerrando su alegato con la rotunda frase de “No son todos los que están, ni está todos los que son”. Gonzalo Rodríguez Mourullo intentó demostrar la inexistencia de pruebas, sino solamente indicios que relacionasen a su defendido, Rodrigo Alonso, con el caso. Los defensores coincidieron en solicitar la absolución de sus patrocinados.
El fiscal, cuya actuación fue calificada como “blanda” por los expertos, solicitó quince años para Rodrigo Alonso, doce para Alfredo Román, y tres para García Canals. Pero, tras un sumario de varios miles de páginas y dos años y medio de trabajos investigativos, ni siquiera la inexistencia del aceite pudo ser plenamente probada. La rápida sentencia, que tardó una semana en ser conocida, condenó a Alonso a 12 años y al abono de 167 millones de pesetas por responsabilidad civil; a Román a 4 años de prisión; y a Canals a un año más la multa de 100 millones de pesetas. ¿Qué pasó, entonces, con los asesinatos o suicidios? Nunca se supo realmente el verdadero origen de las siete muertes, dando por ciertas las versiones oficiales de cada una de ellas: el asesinato de Romero a su esposa e hija y su posterior suicidio; la caída accidental de Suárez en las duchas de la cárcel; el apuñalamiento “pasional” que sufrió el señor Alfajeme; los balazos que acabaron con la vida del taxista. Y si hemos dicho siete es porque, al cabo de los años – en diciembre de 1977 –, Luis Mañas Descalzo, ex representante de los acreedores y jefe administrativo de REACE, apareció muerto en su despacho a causa de una angina de pecho, según aseguraron fuentes familiares, lo que no quedó del todo claro.
El ministro de Información y Turismo, el también pontevedrés Pío Cabanillas Gallas, no podía consentir que la prensa denunciara aquel escándalo, en el que estaba metido hasta el propio hermano del generalísimo (miembro también de la Masonería), dictando medidas muy severas contra cualquier intento. El presidente del Tribunal llevó férreamente la vista, evitando que salieran a la luz los aspectos más comprometidos de este grave asunto, sobre todo la participación de Nicolás Franco, a quien no se citó a declarar ni en ningún momento se le mencionó, haciendo del juicio “un paripé político”. Tal fue el comentario de Manuel Jiménez de Parga, catedrático de Derecho Político, quien acusó al presidente del Tribunal de haberse plegado a las presiones del régimen. Cierto es que la causa quedo vista para sentencia el viernes día 25 de octubre, sin que fuese ni siquiera investigado donde fueron a parar las toneladas de aceite de oliva propiedad del Estado Español; ni de porqué se hacían trasvases de aceite desde los depósitos de la CAT a los de REACE y viceversa; ni donde se vendía, donde estaban y quiénes eran los dueños de los almacenes de las empresas que luego lo comercializaban o almacenaban, así como de la configuración del reparto de las ganancias; ni la identidad de los altos cargos que también “chupaban del bote”. Por supuesto, tampoco fue investigada la muerte de las personas relacionadas con el caso, a pesar de lo manifestado en medios oficiales, de que se iba a realizar una investigación exhaustiva “caiga quien caiga”. Lo cierto fue que a las personalidades implicadas jamás les sucedió absolutamente nada, y del aceite de Redondela nunca se volvió a tener noticias. ¿Estuvieron en el banquillo de los acusados todos los que debían estar?; ¿cómo se llevaba a cabo el tráfico de influencias?; ¿qué favores se habrían otorgado a cambio de tal benevolencia por parte del Tribunal? Sin duda, preguntas sin respuesta, y mucho más tras la posterior y misteriosa desaparición de los 5.000 folios que componían el voluminoso sumario.
Pero, como nunca falta alguien que a todo le saque punta, hubo quien relacionó años después la benignidad del Tribunal con la meteórica carrera de los cuatro hijos de su presidente, sin duda, todos ellos de excepcional valía intelectual y académica –nadie lo duda–, y al parecer, superdotados para la preparación de tan difíciles caminos profesionales como los por ellos elegidos –con toda seguridad también–. Pero, a pesar de tan insólitas capacidades compartidas por los cuatro hermanos, ¿tendría algo que ver la obtención de aquellos importantes éxitos para ocupar plaza en dos de los más prestigiosos escalafones de la Administración del Estado, con la devolución del favor que algún representante de ésta le hizo al presidente por la indulgencia con que sentenció el caso de la desaparición del aceite de Redondela…? ¡Quién lo sabe…! Aunque, la verdad sea dicha… ¡Mira que es rebuscada la gente…!

A vacaloura, unha icona galega en perigo


O Grupo Naturalista Hábitat organiza este sábado en Culleredo unha xornada informativa sobre este insecto


Una junta electoral reconoce la objeción de conciencia para no ir a una mesa el 25-S

EN LAS ELECCIONES AUTONÓMICAS DE GALICIA.  Amparo Rodríguez expuso sus causas y la junta electoral le ha dado la razón: no tendrá que comparecer como suplente en la mesa electoral el 25 de septiembre.

Jose Durán Rodríguez
http://iniciativadebate.org/

 mesa_electoralMesa electoral en Sueca (Valencia) en las municipales del 25 de mayo de 2015. / JOANJO AGUAR MATOSES
La junta Electoral de zona de O Barco de Valdeorras (Orense) ha admitido la alegación presentada por Amparo Rodríguez y considera debidamente justificados los motivos que en ella esgrimió. Así, la junta exime a Rodríguez de la obligación de comparecer como suplente del vocal en la mesa electoral el 25 de septiembre, en las elecciones autonómicas de Galicia.
“No me lo esperaba, en absoluto. Me ha sorprendido mucho. Pensé si conocía a alguien en la mesa”, contesta entre risas a Diagonal al ser preguntada por su reacción ante la respuesta de la junta electoral.
Rodríguez recibió una notificación el 4 de septiembre, aunque estaba fechada el 29 de agosto, por la que se le comunicaba la obligación de a presentarse a la mesa electoral como primera suplente de vocal el 25 de septiembre, bajo la amenaza de “pena de prisión de tres meses a un año o multa de seis a veinticuatro meses” si no lo hacía.
“Me sentó fatal ver esa carta y decidí que no iba a presentarme, pero también pensé que era mejor explicarme antes que no presentarme sin decir nada”, asegura.
Con esa decisión, indagó en internet y encontró información sobre otras personas que anteriormente se habían encontrado en esa situación y lo que habían hecho. Vio cartas que habían enviado y redactó su escrito tomando como modelo algunas de ellas.
No ha sido por capricho ni porque tenga que ir a una boda el día de las elecciones autonómicas en Galicia. Las razones que Amparo Rodríguez adujo en su escrito para solicitar la revocación de su nombramiento como suplente del primer vocal de la mesa fueron de otra índole. De conciencia.
Así, el 5 de septiembre envió su alegación a la junta electoral de O Barco de Valdeorras en la que explicaba que ha decidido “no participar de este sistema, ni votando ni como cargo en una mesa electoral: mi conciencia y mis ideales me lo impiden”.
Escrito de alegación de Amparo Rodríguez.
En su escrito aportaba una “larga lista de motivos” para no querer participar, entre los que incluía “desviación de dinero supuestamente público a fines privados, desigualdad social, ingentes cantidades de euros destinados a la represión y a la muerte”.
Rodríguez también explicaba que su rechazo es estructural: “Si aun así, considerara que vivimos en un sistema digno con imperfecciones subsanables, no dudaría en participar en él y aportar mi granito de arena en mejorarlo. Pero no es éste el caso. La corrupción del sistema no afecta a sus accidentes sino a su misma esencia, es decir, es intrínseca a él”.
Un día después, la junta electoral respondió a su alegación, admitiendo su “excusa” por estar “debidamente justificada” y liberando a Rodríguez de la obligación de comparecer en la mesa electoral.
Ahora, ella espera que su caso anime a hacerlo a otras personas que piensen lo mismo: “Si a mí me han aceptado el escrito, puede que haya más gente que lo intente. Quizá se pueda abrir un debate al respecto”, afirma.
El caso de Amparo Rodríguez es el segundo en el que una junta electoral reconoce el derecho a la objeción de conciencia al sistema electoral. El primero tuvo lugar en Palma de Mallorca en 2007.
La ausencia injustificada en una mesa electoral puede comportar una multa por una cantidad diaria de seis a 24 meses o pena de tres a doce meses de prisión. “Tras la reforma de la ley electoral de enero de 2011, ahora es un delito, antes era una falta”, explica a Diagonal Adrián Vadillo, del Grupo Antimilitarista Tortuga. Esa reforma de la ley electoral, pactada por PSOE y PP y apoyada por CiU, fue la que implantó el voto rogado que ha dificultado el ejercicio del derecho al voto a las personas residentes en el extranjero.
Vadillo es una de las personas condenadas por ejercer la objeción de conciencia y no presentarse en una mesa electoral. En su caso, pagó una multa de 360 euros.
“Diría que sólo uno de cada cuatro casos de ausencia injustificada llega a juicio, y en éste lo normal es que no ocurra nada”, apunta. Sin embargo, reconoce que en los casos de objeción de conciencia, aquellos en los que se hacen explícitos los motivos como hizo Rodríguez, el porcentaje de apertura de juicio es mayor.