luns, 6 de xuño de 2011

El mundo y el poder


Cuando se dice el mundo deberá traducirse como el hombre-mujer, las personas. Otra cosa es decir  naturaleza y otra referirse al poder. ¿Pero éste último que significa?

El poder quiere decir algo de fuerza, de capacidad de definir algo ante alguien ya sea para su bien o para su mal pero sin consideración a el. Sino y solo en virtud de la capacidad de definición por las buenas o por las malas que tiene ese mismo poder. Es decir, el poder define para sí mismo: para su propio beneficio y en cualquiera de las esferas sociales, políticas, culturales, militares, de cualquier conglomerado humano. En ese sentido tal capacidad decisoria apabulla cualquier acción que contra ese poder se articule o se intente siquiera. Pero si todos  tuviésemos ese mismo poder, es decir un poder igual, se alcanzaría así un equilibrio, un estado tal en que las decisiones no afectarían a nadie porque dicha balanza de poder sería equipotente en todas partes.

Y la sociedad, que es ese conjunto de seres humanos que todas las mañanas tienen que abrir sus ojos y levantarse a realizar algún trabajo para sostener esa vida que depende de fuentes alimenticias externas fundamentalmente y de otras fuentes de crecimiento personal también externas (escuelas-universidades-arte-deporte, etc.), es la que tiene, en virtud de ese hacer diario, la capacidad de poner en movimiento todas esas fuentes externas para continuar el curso de la vida y fomentar un acumulo de objetos orgánicos o inorgánicos , reales o virtuales . Tal acumulo producido por todas las personas, no se traduce en beneficio igual para todas y cada una de ellas, aunque todas contribuyan con la diversidad de su trabajo al fomento de una gran riqueza real que beneficia más a unas y menos a otras. Ese acumulo mundial de riqueza ha sido heredado desde tiempos remotos por una ínfima parte de la población mundial,  creándose así una pequeña elite detentora de esa gran riqueza de la cual ella se ha apropiado mayormente y aunque todavía existen pequeños poros que permiten formar grandes riquezas de novo, a la ya formada ancestralmente. Estos pocos seres humanos privilegiados necesitaron crear un ente que garantizara la seguridad de sus mayores riquezas y se crearon para ello algunos aparatos que regularizan todo, a fin de mantener tal seguridad: Nacieron  así lo que hoy llamamos el estado, el gobierno, las fuerzas armadas, las fuerzas de inteligencia, los entes reguladores, etcétera.

Indudablemente las fuerzas sociales de quienes solo tienen trabajo se han ido desgastando con el paso del tiempo ante el avance de las fuerzas privilegiadas, creándose así una gran brecha entre esos dos grupos sociales dados en llamarse ricos y pobres. Así el debilitamiento de la riqueza fruto de lo laboral ha sido fomentado por la fuerza de los ricos  reales para agrandar aun más sus caudales. Y para ello tiene a su disposición el aparato garantizador del statu quo a fin que todo mantenga su curso habitual. Llegándose entonces al uso del poder, su poder, en favor de una población minoritaria hasta limites y métodos antes no vistos, y dejando sin protección a quienes solo detentan la riqueza de su trabajo a través del salario. El aparato se protege asimismo basándose  mucho en la desprotección de esa gran masa trabajadora.

Pero al interior de esas grandes riquezas, llámese poder económico, acúmulo de grandes capitales o divisas; también surgen conflictos, roces internos. Es decir, dentro de ese propio poder ocurren desavenencias o se cometen errores o faltas de calculo, malas mediciones que conducen a la merma de sus beneficios o a su posibilidad de merma; creándose allí pequeñas o grandes crisis que pueden verse como simples y transitorias o como importantes y de mediano o gran calibre. Tales errores o crisis son solventadas por esta micro-sociedad poderosa, no solo echando mano de su propia riqueza, sino echando mano de la pobreza del resto de la sociedad y utilizando para ello todo ese aparato de poder que hablamos anteriormente.

Y el hoy Social y de Poder, refleja un  poder omnímodo y una debilitada sociedad sometida al arbitrio de tal poder. Se le permite a la sociedad cosas más etéreas que reales, entre otras: libertad de pensamiento, libertad de expresión, libre desarrollo de la personalidad, derechos humanos.La gran mayoría de esas cosas están consignadas en grandes folios escritos sin que la realidad traduzca esas sentencias en verdad pura y dura. Es tan grande ese poder que ha llegado a la ausencia de límites en su principal arma defensivo-ofensiva: lo militar. Una tan desproporcionada variedad de armas de destrucción masiva, de destrucción selectiva, en racimos, atómicas y subatómicas, aviones fantasmas, misiles de mediano y largo alcance que solo hoy existen y ¿para qué ellas? Simplemente, el armamento del poder permite sacar a relucir su voz de mando ante cualquier evento que se le interponga o le discuta. Así este acumulo histórico de lo militar y debilitamiento de lo social permite que la posibilidad histórica de las llamadas revoluciones de masas –sociales- sean el espejo quebrado del pasado que puede hoy ser falseado merced al otro gran aparato del poder: las comunicaciones, los medios. Esos medios harán ver toda guerra como buena o como justa aunque a muchos nos parezca que ninguna de ellas lo sea, y permiten acomodar a la opinión publica -de tanto machacar- en la bondad de sus propósitos. Hasta llevar al convencimiento social que de verdad toda guerra conlleva un propósito bondadoso: la búsqueda de la paz o la defensa de las libertades individuales u otra.

Por ello me atrevo a repetir: Guerras y poder No. Sociedad Sí.

O Barco de Valdeorras. España. 4052011.


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