FERNANDO ALVAREZ RUANO
La imputación de la infanta Cristina de Borbón por el juez Castro, ante las evidencias que se desprenden de los correos electrónicos que Diego Torres, el socio de su esposo, ha aportado, suben otro escalón de un escándalo de corrupción que, por lo significado de los implicados, es el preferido de la atención mediática. Sin embargo, no parece que las claves mas importantes del caso Nóos y de los tejemanejes que se traía Iñaki Urdangarín estén siendo analizados, porque las preguntas que hay que hacerse son: ¿hasta donde llega la implicación de La Casa Real en la trama para obtener dinero? y ¿porqué la estrategia defensiva de Diego Torres pasa por implicar a la monarquía?.
La imputación de doña Cristina y lo que puede dar todavía de sí la instrucción del juez Castro va a dejar en un segundo plano otras causas y otros escándalos, como el de Bárcenas, por ejemplo, haciendo útil la estrategia de la dirección del PP de negarlo todo, incluida la financiación ilegal del partido, para ganar tiempo. Pero los detritus están esparcidos por toda España hasta el punto que los parlamentos de las CC AA están mas ocupados con las comisiones de investigación y los discursos tipo “y tú más” que en solucionar los gravísimos problemas no nos aquejan.
Merced a la salida a la luz de tantos escándalos de corrupción y de comportamientos mas que dudosos, como el antiguo compadreo que el actual presidente de Galicia, Núñez Feijóo, se trajo con el narcotraficante Marcial Dorado, y a que los políticos y los medios informativos han logrado que el foco de atención y la ira de los ciudadanos se centren en las piezas de pluma, está logrando escapar al monte del olvido la caza mayor, las grandes piezas de pelo.
No es mi intención, faltaría mas, minimizar los comportamientos delictivos que tantos sinvergüenzas han estado realizando impunemente durante años y, cómo no, me uno al clamor popular de sanciones penales severas para todos ellos, pero, como francotirador del teclado, tengo otro objetivo en el punto de mira.
Todos los escándalos de corrupción que ocupan las páginas de los periódicos y los informativos de la radio y la televisión sumados, incluidos los Eres falsos de Andalucía, no llegarían a los 1.000 millones de euros, no es moco de pavo, porque estamos hablando de mas de 166.000 millones de pesetas, pero la Gran Estafa, el escándalo con mayúsculas, la explosión de la burbuja financiero inmobiliaria, tiene un costo muchísimo mayor para los españoles. Solo el rescate bancario (aunque Rajoy nos dice que no ha pedido el rescate) que la UE y el FMI han aportado a España ha sido de 40.000 millones de euros (la brutal cifra de 6.655.440.000.000 de pesetas) pero el agujero real es de unos 180.000 millones de euros, que ya no traduzco a pesetas para no marear. Sin embargo, los responsables de que miles de familias tuvieran que hipotecarse de por vida para acceder a una vivienda que costaba tres veces menos, de que decenas de miles de ciudadanos hayan sido estafados con las “preferentes”, de la laminación de nuestra banca pública y del drama de los desahucios, entre otras fechorías, se han ido de rositas y nadie habla de ellos.
Tiene razón el PP cuando denuncia el acoso al que están siendo sujetos algunos de sus cargos públicos por medio de activistas del movimiento Stop Desahucios, pero no por que estos ejerzan cierto grado de intimidación, porque es mucho mas violento echar a familias enteras, incluidos niños y ancianos, a la calle, sino porque no han sido los populares los únicos que la han liado parda. Políticos de todos los pelajes y también sindicalistas se sentaban en los consejos de administración de las Cajas de Ahorros y Gobiernos de unos y otros permitían a los banqueros y a empresarios sin escrúpulos cavar un pozo en el que ahora todos estamos metidos.
La infanta doña Cristina y su esposo han participado de la fiesta, ya veremos lo que les cuesta, pero las protagonistas de la Gran Estafa y los culpables de los grandes sacrificios que ahora se exigen a los españoles son otros y ni la Justicia ni la opinión pública han ido todavía a por ellos.
La imputación de doña Cristina y lo que puede dar todavía de sí la instrucción del juez Castro va a dejar en un segundo plano otras causas y otros escándalos, como el de Bárcenas, por ejemplo, haciendo útil la estrategia de la dirección del PP de negarlo todo, incluida la financiación ilegal del partido, para ganar tiempo. Pero los detritus están esparcidos por toda España hasta el punto que los parlamentos de las CC AA están mas ocupados con las comisiones de investigación y los discursos tipo “y tú más” que en solucionar los gravísimos problemas no nos aquejan.
Merced a la salida a la luz de tantos escándalos de corrupción y de comportamientos mas que dudosos, como el antiguo compadreo que el actual presidente de Galicia, Núñez Feijóo, se trajo con el narcotraficante Marcial Dorado, y a que los políticos y los medios informativos han logrado que el foco de atención y la ira de los ciudadanos se centren en las piezas de pluma, está logrando escapar al monte del olvido la caza mayor, las grandes piezas de pelo.
No es mi intención, faltaría mas, minimizar los comportamientos delictivos que tantos sinvergüenzas han estado realizando impunemente durante años y, cómo no, me uno al clamor popular de sanciones penales severas para todos ellos, pero, como francotirador del teclado, tengo otro objetivo en el punto de mira.
Todos los escándalos de corrupción que ocupan las páginas de los periódicos y los informativos de la radio y la televisión sumados, incluidos los Eres falsos de Andalucía, no llegarían a los 1.000 millones de euros, no es moco de pavo, porque estamos hablando de mas de 166.000 millones de pesetas, pero la Gran Estafa, el escándalo con mayúsculas, la explosión de la burbuja financiero inmobiliaria, tiene un costo muchísimo mayor para los españoles. Solo el rescate bancario (aunque Rajoy nos dice que no ha pedido el rescate) que la UE y el FMI han aportado a España ha sido de 40.000 millones de euros (la brutal cifra de 6.655.440.000.000 de pesetas) pero el agujero real es de unos 180.000 millones de euros, que ya no traduzco a pesetas para no marear. Sin embargo, los responsables de que miles de familias tuvieran que hipotecarse de por vida para acceder a una vivienda que costaba tres veces menos, de que decenas de miles de ciudadanos hayan sido estafados con las “preferentes”, de la laminación de nuestra banca pública y del drama de los desahucios, entre otras fechorías, se han ido de rositas y nadie habla de ellos.
Tiene razón el PP cuando denuncia el acoso al que están siendo sujetos algunos de sus cargos públicos por medio de activistas del movimiento Stop Desahucios, pero no por que estos ejerzan cierto grado de intimidación, porque es mucho mas violento echar a familias enteras, incluidos niños y ancianos, a la calle, sino porque no han sido los populares los únicos que la han liado parda. Políticos de todos los pelajes y también sindicalistas se sentaban en los consejos de administración de las Cajas de Ahorros y Gobiernos de unos y otros permitían a los banqueros y a empresarios sin escrúpulos cavar un pozo en el que ahora todos estamos metidos.
La infanta doña Cristina y su esposo han participado de la fiesta, ya veremos lo que les cuesta, pero las protagonistas de la Gran Estafa y los culpables de los grandes sacrificios que ahora se exigen a los españoles son otros y ni la Justicia ni la opinión pública han ido todavía a por ellos.
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