David Torres
Si uno observa atentamente la foto de Feijóo con Marcial Dorado en la cubierta de un yate, advertirá inmediatamente un churrete de crema solar en la espalda del futuro presidente de la Xunta. Sólo este detalle bastaría para poner en duda la supuesta amistad íntima entre el político y el narco. Dos amigos, cuando lo son de verdad, se untan lo que haga falta, hasta aftersun. Eso aparte de que Feijóo guarda una considerable distancia de seguridad con el otro veraneante, doblando el cuello hacia la cámara como si le dijera al fotógrafo con décadas de antelación: “Ojito con el encuadre, que corra el aire. No vayan a pensar mal”.
Feijóo ya ha desmentido que hubiera cualquier clase de amistad entre los dos (“ni estrecha ni ancha”), algo que no sorprende demasiado porque los políticos carecen de amigos, salvo que estén en campaña electoral. Por eso la soledad del poder les obliga a rebozarse el lomo de crema protectora a ciegas, al tuntún. Pero si no había ningún cariño entre ellos, ni mucho menos negocios ni arreglos profesionales, no se entiende muy bien cómo es que pasaban tanto tiempo juntos. Sin estar todavía apuntados al Imserso, iban lo mismo al mar que a la montaña, a la nieve que al sol. Hacían tantos viajes y se retrataban tantas veces que Feijóo ha llegado a confundir los Picos de Europa con Andorra en el álbum de fotos. “Había nieve” dice explicando el lapsus geográfico. Para no tener ni idea de quién era Dorado ni conocerlo de nada, la verdad es que compartieron un montón de recuerdos y vivencias. Sólo casándose con él hubiera podido ignorarlo más.
Excepto a Pepiño Blanco, que prefiere perderse en las gasolineras, a los políticos gallegos los pierde ese antojo por saltar al yate erróneo. Deben de ser los genes percebeiros, un instinto ancestral de emigrante que los lleva irrefrenablemente hacia cubierta, como a Di Caprio en el Titanic. En cuanto ven un yate, ellos suben a bordo. Lo lógico, si te trincan en el yate de un narcotraficante de tres estrellas, es tirarse por la borda haciendo el salto del ángel, no posar para la posteridad. A Anxo Quintana también lo fotografiaron en un yate junto al empresario gallego Jacinto Rey, una imagen que el propio Feijóo usó como arma electoral en las elecciones autonómicas de 2009: “el Gobierno no se puede fotografiar con malas compañías” dijo. Claro que no es lo mismo un constructor que un narco, dónde va a parar.
En efecto, teniendo en cuenta los diversos estercoleros por los que va hozando el PP, del Gürtel a Suiza y de Santurce a Bilbao, quien más incómodo podría sentirse es el narco, temeroso de que lo relacionen con esa gente de bien. Como ahora salga una foto suya esquiando con Bárcenas, lo mismo le retiran el saludo en prisión.
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Unha vez máis política e iates danse a man…
O daquelas vicepresidente da Xunta de
Galicia, Anxo Quintana, saíra de paseo no iate de Jacinto Rey, propietario da construtora
galega San José, e chegara a dicir, que como vicepresidente da Xunta, tiña que "falar
con todos aqueles que mo pidan" e ironizou que contaba cun "álbum
privado" no que "se
pode ver a cantidade de persoas coas que falei", tomada o verán antes da adxudicación eólica a finais do 2008, dixeron demostrar "a relación" entre Quintana e
Jacinto Rey. "Houbo contactos por mar, e non sei se por terra",
ironizara e sentenciara Feijóo,"non se debe mesturar política e
negocios", o por entonces líder do PP galego, dixera "a foto merece unha explicación" e
pediu ó por entonces presidente galego, o socialista Emilio Pérez Touriño, có destituíse.
Mirade esta foto, nela sae Mariano Rajoy, aparece (dentro
dos actos previos á campaña electoral do 2009) no atuneiro Moropa, propiedade dun
dos clans históricos do narcotráfico: "Os Caneos" naquel momento, o xefe do
clan, Daniel Baúlo Carballo, cumpría unha condena de 17 anos e medio de cárcere
tras ser considerado pola Policía como "o traficante máis
importante a nivel nacional".
Para ser presidente dun goberno, os militantes do PP
deben amosar que poden ter relacións co "lado escuro" sen
agachalo. Tanto da que lle paguen as festas de aniversario como os traxes;
pouco lles importa cobrar en sobre como enchufar á parentes e amigos. Sen
embargo, hai que recoñecer que non todos son quen de navegar cun narco como
quen vai de paseo coa familia o domingo logo da misa. Isto é un toque de clase.
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