Carlos Carnicero Urabayen
Politólogo y analista político
Queridos ciudadanos griegos en apuros,
Hoy es vuestro gran día. Nunca antes el mundo os miró tan de cerca. Sois cuna de nuestra democracia y hoy, más que nunca, demostráis que cada voto cuenta: podéis poner un pie fuera del euro o quizás apoyarlo bien firme en Europa, si vuestros líderes tienen el talento suficiente y las alarmas del sentido común suenan en el resto. ¿Qué Europa es esta en la que se habla de vuestra salida sin sentido de fracaso colectivo? Tenéis derecho -y no renunciéis a ello- a votar en libertad. Con decisión.
La historia es perversa y os sitúa ahora al borde del precipicio, en la pista de salida del euro y quizás también de la Unión Europea. Pero nadie garantiza que la alternativa sea generosa. Si esta Europa no cambia, mucha gente empieza a pensar que no merece la pena permanecer en ella. Nuestra Europa está secuestrada, y vosotros también podéis colaborar a liberala.
Vuestro pasado generoso se topa de bruces con nuestro presente monetario. Fuisteis héroes luchadores, ilustres filósofos, audaces comerciantes, pero hoy la sombra de vuestro estigma es alargada en esta Europa de ricos y pobres, de norte y sur, de trabajo y jolgorio, de éxito y fracaso.
Quien se equivoca, paga. Os habéis portado mal y lo vais a pagar caro. Elegisteis a unos líderes irresponsables que manipularon las cuentas públicas, y bancos franceses y alemanes os prestaron más de lo que debían. Lo primero pesa, lo segundo muy poco. Pero quienes animaron esa fiesta de los griegos elegidos fueron los banqueros alemanes. Los mismos que colaboraron en la fiesta inmobiliaria española. El mantra insoportable es que "los vagos del sur" vivimos por encima de nuestras posibilidades. Vosotros y yo sabemos que eso no es exactamente así: quienes se hicieron ricos fueron los corruptos y los especuladores: ahora quieren que paguéis sus destrozos los ciudadanos de a pie.
Los líderes europeos, dirigidos por el extinto tándem Merkozy, se ocuparon de vuestro problema en mayo de 2010, cuando se aprobó vuestro primer "rescate". Se nos dijo que erais un problema aislado y que además era fácil de resolver, dado vuestro tamaño menor. Los planes de ayuda, llamados rescates, os han ido apretando más la soga. Cada vez vivís peor y debéis más.
Tenéis mala imagen. Y cada vez es peor. Habéis hecho unos sacrificios muy grandes, subido impuestos, bajado salarios, despedido funcionarios y aprobado el plan de recorte de gasto más ambicioso desde la II Guerra Mundial. Pero la Europa del norte, la que manda, solo oye el crujir de vuestros platos que rompéis con alegría mientras celebráis vuestra propia decadencia. Nunca antes se suicidaron tantos ciudadanos griegos, pero eso debe ser de vuestra propia resaca. ¿Quién habla hoy del sufrimiento griego?
Querido ciudadano griego, yo también formo parte del club del sur. Los mismos que en el pasado hablaron del milagro económico español, ahora han repetido la cantinela de que vivimos por encima de nuestras posibilidades. A nosotros no nos han rescatado, sino que nos han dado un préstamo por mucho dinero.
Conviene no confundir las cosas. Dice nuestro presidente que es una buena noticia, pero no puedo dejar de pensar qué harán con nosotros si un día no podemos devolver tanto dinero. Quizás nos veamos en el infierno.
Dice una broma macabra que Europa comenzó en Atenas y terminará en ese mismo lugar. ¿Es solo un chiste? Cuando muere la solidaridad en Europa se acaba Europa misma.
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