luns, 18 de xuño de 2012

El bueno, el feo y el alemán


Hay quien asegura que ha visto a la señora Merkel mear de pie. Es posible, vaya usted a saber. Ahora nos gusta meternos mucho con ella, y vanagloriarnos de que ellos nos rescatan y a cambio les ganamos al fútbol. La cuestión es que los pintamos, a los alemanes, como los malos de la película, llegamos a insinuar, yo el primero, que todo es una magnífica conspiración para instaurar el IV Reich económico. Los acusamos de practicar un nuevo fascismo encubierto que somete a los pueblos a través de la deuda, etc. Pero, ¿y si los alemanes no son los malos de la película? Vamos a remontarnos un poco y a adquirir algo de perspectiva.


Alemania apostó siempre por la industria, y cuando se dividieron, la parte Occidental se convirtió en una formidable locomotora. La unificación significó el experimento que aceleró el propio proceso de unificación de Europa. El modelo era el de los ricos de un lado cuya industria necesita mano de obra barata y grandes mercados de consumo. A cambio, si no tienes marcos para pagarme yo te los presto para que compres mis productos. Cambiamos marco por euro y voilà, hemos descubierto Cuenca oiga. Ése es el sistema que se empleó con países como España, Portugal o Grecia, instalar fábricas extranjeras (bueno, quien dice extranjeras dice francesas y alemanas) con mano de obra barata que compra grandes productos, como los propios coches que fabrican con sueldos miserables hipotecados a préstamos y créditos otorgados por el mismo país que te contratan. Deuda, el gran sistema.

Sin embargo, les salió mal cuando dejaron de cobrar la deuda y todos esos permisos de maternidad de dos años, esas pagas por tener niños, esos subsidios y esos bancos financiando la usura de activos tóxicos de los “vagos” mediterráneos y germano-orientales se vino abajo. Ahora es lógico que se defiendan como gato panza arriba. Nos vendieron su Estado del Bienestar versión lightsubsidiado con una burbuja de deuda en la que nos creímos ricos porque nos prestaron billetes de 50 euros con los que podíamos comprar como si fueran de 100 porque luego les debíamos 200. Pero al final, hemos gastado los 50, debemos otros 50 a otro y 150 a los alemanes, y el resultado final es que no hay nada porque 50 solo pueden valer 50.

Aun así, no creo que los alemanes sean los malos. Ellos quieren seguir defendiendo el modelo del Estado del Bienestar frente a quienes quieren aprovechar esta crisis para llevarse hasta el sofá de la abuela. El problema es que se están equivocando actuando como gendarmes económicos al destruir precisamente ese Bienestar en los países a los que mintieron al decirnos que podríamos vivir como alemanes con estructuras político-económicas endémicas y casi tercermundistas. Cuidado que luego Uganda se enfada si nos comparamos con ellos. Son los viajeros de primera clase de un Titanic al que pretenden reflotar en lugar de salvarse junto con el resto de pasajeros de tercera. Nosotros somos los de tercera, por si no quedaba claro.

El enemigo es otro, aunque parezca lo contrario. Las grandes firmas del complejo bancario-financiero, como Goldman Sachs, han colocado a personas de su confianza, cuando no directamente colaboradores suyos, al frente de instituciones como el FMI (Lagarde), el BCE (Draghi) , agrupaciones para-políticas (Bildelberg), e incluso países enteros caso de Grecia (Papademos), Italia (Monti), etc. A través de este entramado se urdió la salida hacia delante del capitalismo consistente en apropiarse de los últimos (y casi únicos) recursos de los que disponían las sociedades avanzadas europeas: el Estado del Bienestar. La gigantesca maquinaria compuesta por Sanidad, Educación, Asistencia Social, supone un volumen de negocio al cual no están dispuestos a renunciar aquellos que antes se lucraron con la burbuja inmobiliaria. En EEUU ya se ejecutó un plan de destrucción de las escuelas públicas en beneficio de las llamadas “escuelas volantes” privadas donde la enseñanza es precaria y los profesores cobran un 35% menos, rozando límites de casi pobreza (alrededor de 600 $ al mes por 40 horas de trabajo). Ejemplos parecidos pueden ponerse en otros sectores.


Ese gran enemigo es el que ha conseguido que el Euro se convierta en un lastre al poner de relieve que la Unión Europea no existe, sino que es una entelequia que Alemania aceptó para consolidar su modelo exportador de productos y deuda, y Francia colaboró en ello para coger algún pedacito suelto. Para el resto las migajas, que teníamos que devolver en forma de bocadillos. Pero, insisto, de migas no pueden salir platos suculentos. Y de dinero que no existe sólo sale deuda. Ahora que los "mercados" (pura especulación) amenazan el prodigioso Bienestar alemán, estos exprimen a sus deudores (PIGS en su mayoría). Sin embargo, esta no es la solución, y Alemania se equivoca. La unión hace la fuerza. La soledad, la locura.

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