Hay quien asegura que ha visto a la señora Merkel mear de
pie. Es posible, vaya usted a saber. Ahora nos gusta meternos mucho con ella, y
vanagloriarnos de que ellos nos rescatan y a cambio les ganamos al fútbol. La
cuestión es que los pintamos, a los alemanes, como los malos de la película,
llegamos a insinuar, yo el primero, que todo es una magnífica conspiración para
instaurar el IV Reich económico. Los acusamos de practicar un nuevo fascismo
encubierto que somete a los pueblos a través de la deuda, etc. Pero, ¿y si los
alemanes no son los malos de la película? Vamos a remontarnos un poco y a
adquirir algo de perspectiva.
Alemania apostó siempre por la industria, y cuando se dividieron,
la parte Occidental se convirtió en una formidable locomotora. La unificación
significó el experimento que aceleró el propio proceso de unificación de
Europa. El modelo era el de los ricos de un lado cuya industria necesita mano
de obra barata y grandes mercados de consumo. A cambio, si no tienes marcos
para pagarme yo te los presto para que compres mis productos. Cambiamos marco
por euro y voilà, hemos descubierto Cuenca oiga. Ése es el sistema que se
empleó con países como España, Portugal o Grecia, instalar fábricas extranjeras
(bueno, quien dice extranjeras dice francesas y alemanas) con mano de obra
barata que compra grandes productos, como los propios coches que fabrican con
sueldos miserables hipotecados a préstamos y créditos otorgados por el mismo
país que te contratan. Deuda, el gran sistema.
Sin embargo, les salió mal cuando dejaron de cobrar la deuda
y todos esos permisos de maternidad de dos años, esas pagas por tener niños,
esos subsidios y esos bancos financiando la usura de activos tóxicos de los
“vagos” mediterráneos y germano-orientales se vino abajo. Ahora es lógico que
se defiendan como gato panza arriba. Nos vendieron su Estado del Bienestar
versión lightsubsidiado con una burbuja de deuda en la que nos creímos
ricos porque nos prestaron billetes de 50 euros con los que podíamos comprar
como si fueran de 100 porque luego les debíamos 200. Pero al final, hemos
gastado los 50, debemos otros 50 a otro y 150 a los alemanes, y el resultado
final es que no hay nada porque 50 solo pueden valer 50.
Aun así, no creo que los alemanes sean los malos. Ellos
quieren seguir defendiendo el modelo del Estado del Bienestar frente a quienes
quieren aprovechar esta crisis para llevarse hasta el sofá de la abuela. El
problema es que se están equivocando actuando como gendarmes económicos al
destruir precisamente ese Bienestar en los países a los que mintieron al
decirnos que podríamos vivir como alemanes con estructuras político-económicas
endémicas y casi tercermundistas. Cuidado que luego Uganda se enfada si nos
comparamos con ellos. Son los viajeros de primera clase de un Titanic al que
pretenden reflotar en lugar de salvarse junto con el resto de pasajeros de
tercera. Nosotros somos los de tercera, por si no quedaba claro.
El enemigo es otro, aunque parezca lo contrario. Las grandes
firmas del complejo bancario-financiero, como Goldman Sachs, han colocado a
personas de su confianza, cuando no directamente colaboradores suyos, al frente
de instituciones como el FMI (Lagarde), el BCE (Draghi) , agrupaciones
para-políticas (Bildelberg), e incluso países enteros caso de Grecia
(Papademos), Italia (Monti), etc. A través de este entramado se urdió la salida
hacia delante del capitalismo consistente en apropiarse de los últimos (y casi
únicos) recursos de los que disponían las sociedades avanzadas europeas: el
Estado del Bienestar. La gigantesca maquinaria compuesta por Sanidad,
Educación, Asistencia Social, supone un volumen de negocio al cual no están
dispuestos a renunciar aquellos que antes se lucraron con la burbuja
inmobiliaria. En EEUU ya se ejecutó un plan de destrucción de las escuelas
públicas en beneficio de las llamadas “escuelas volantes” privadas donde la
enseñanza es precaria y los profesores cobran un 35% menos, rozando límites de
casi pobreza (alrededor de 600 $ al mes por 40 horas de trabajo). Ejemplos
parecidos pueden ponerse en otros sectores.
Ese gran enemigo es el que ha conseguido que el Euro se
convierta en un lastre al poner de relieve que la Unión Europea no existe, sino
que es una entelequia que Alemania aceptó para consolidar su modelo exportador
de productos y deuda, y Francia colaboró en ello para coger algún pedacito
suelto. Para el resto las migajas, que teníamos que devolver en forma de
bocadillos. Pero, insisto, de migas no pueden salir platos suculentos. Y de
dinero que no existe sólo sale deuda. Ahora que los "mercados" (pura
especulación) amenazan el prodigioso Bienestar alemán, estos exprimen a sus
deudores (PIGS en su mayoría). Sin embargo, esta no es la solución, y Alemania
se equivoca. La unión hace la fuerza. La soledad, la locura.
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