luns, 23 de novembro de 2015

Las textiles de Bangladesh siguen sin llegar a los mínimos de seguridad para evitar nuevas tragedias

IGOR G. BARBERO
http://www.publico.es/

Dos años y medio después del derrumbe del Rana Plaza, con un millar de muertos, las 3.500 fábricas exportadoras de Bangladesh han sido inspeccionadas, pero sólo ocho han superado los controles. El resto debe todavía acometer correcciones en estructuras, instalaciones eléctricas y sistemas anti incendios para garantizar que son seguras.


Derrumbe del complejo Rana Plaza en 2013 en Bangladesh, donde murieron más de un millar de trabajadores.- EFE

DACCA.– La inauguración el pasado octubre de una tienda de Primark en Madrid causó sensación, generó enormes colas y sirvió para recordar que la ropa de moda asequible sigue siendo un imán para las masas en Occidente. Sólo un par de semanas después, a miles de kilómetros de distancia se producía una efeméride mucho menos publicitada en el segundo país exportador de textil del planeta, en el que producen la mayoría de las grandes firmas internacionales, incluida Primark. Concluían en Bangladesh las inspecciones de seguridad en fábricas textiles que se iniciaron a raíz del derrumbe del complejo Rana Plaza, donde en abril de 2013 fallecieron más de un millar de trabajadores bajo los escombros.

Dos años y medio después de esa tragedia, menos de una decena de talleres han completado con éxito las reformas requeridas, 37 han tenido que cerrar sus puertas y a la gran mayoría de las 3.500 fábricas exportadoras les espera todavía un largo camino. Un camino que los expertos creen que se hace muy lentamente y que será difícil culminar. Entretanto, muchas de esas factorías siguen sin cumplir los mínimos de seguridad requeridos para evitar convertirse en trampas mortales para sus trabajadores.

Cuando uno abandona rumbo al norte la populosa Dacca, una ciudad de 18 millones de habitantes en congestión perpetua, a los lados de la carretera comienzan a surgir paulatinamente edificios de varias plantas junto a los que a primera hora de la mañana se forman largas hileras de gente como las de Primark en Madrid. Quienes esperan no son compradores en busca del último modelo, sino trabajadores del textil, en su mayoría mujeres, muchos de ellos originarios de otros puntos de Bangladesh, que acuden puntuales a su cita diaria y representan el músculo de nueve millones de manos que mueve la mayor industria exportadora del país. Un sector que en el curso fiscal 2014-15 facturó casi 26.000 millones de dólares, más del 80% del total de ventas nacionales al exterior, y que pese a los graves siniestros de los últimos años aspira a doblar la marca en 2021.


Primark tiene la mayoría de sus talleres en Bangladesh, entre ellos el que se derrumbó en 2013.- REUTERS.

Una enorme lupa sobre el sector

El Rana Plaza cayó como un castillo de naipes. Cinco meses antes, en noviembre de 2012, un grave incendio en otra fábrica, Tazreen Fashions, había segado la vida más de un centenar de personas. Ambos desastres, ocurridos en las afueras de Dacca, hicieron sonar las alarmas. El Gobierno de Bangladesh aprobó una enmienda de la ley laboral, se incrementaron los salarios mínimos, se flexibilizó la creación de sindicatos y se sancionaron indemnizaciones para las víctimas.

Paralelamente, las grandes firmas internacionales y las autoridades bangladesíes reaccionaron creando organismos de supervisión para acometer una profunda reforma de la seguridad en un sector sobre el que pesaban acusaciones de laxitud: las estructuras de los edificios, los sistemas anti incendios y las instalaciones eléctricas de las fábricas debían ser inspeccionadas minuciosamente para evitar más pérdida de vida humana.

"Estamos trabajando duro. No es el momento de tomar riesgos", afirma Faruque Hassan, vicepresidente de la principal patronal (BGMEA), cuando repasa la trayectoria reciente. "Es evidente que hay que hacer más, pero las cosas se están moviendo y eso es positivo", subraya.

Diferentes ritmos de inspección


La labor supervisora lleva claramente dos ritmos. Por un lado, las marcas punteras de Occidente han financiado con decenas de millones dólares dos entes inspectores, Accord y Alliance, que engloban sobre todo a las fábricas que producen para firmas europeas y norteamericanas respectivamente, mientras que unas 1.500 fábricas que exportan a mercados menos importantes fueron asignadas a una iniciativa liderada por el Gobierno y tutelada por la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Accord y Alliance concluyeron ya en 2014 sus inspecciones, mientras que las autoridades bangladesíes solo terminaron de supervisar su parte a finales de octubre.

"Todos los edificios tenían problemas y en todas las áreas", aseguró Rob Weiss, director ejecutivo de Accord, en una entrevista reciente. "Hay edificios que no se correspondían con el diseño del arquitecto, que tenían columnas más pequeñas. Otros que debían tener cuatro plantas y tenían dos más de la cuenta. Nunca se consideró el peso adicional sobre el edificio (tanques de agua, generadores...). Había sistemas eléctricos que eran un caos y fábricas que no tenían salidas de emergencia ni paredes con protección". En realidad todos estos puntos y muchos otros estaban incluidos en el código de construcción, pero según Weiss nadie reguló su cumplimiento y las auditorías que se llevaron a cabo hasta antes del derrumbe del Rana Plaza no tenían el cometido de controlar esos aspectos.

"Hay edificios que no se correspondían con el diseño del arquitecto, que tenían columnas más pequeñas. Otros que debían tener cuatro plantas y tenían dos más de la cuenta.



Según el último informe de Accord, emitido este mes, sus ingenieros han hallado hasta la fecha más de 67.000 incorrecciones durante sus visitas a los talleres, 617 de los cuales un año y medio después de la primera supervisión aún no han presentado un plan de viabilidad, mientras que más de un millar lo han presentado pero lo implementan "con retraso". Solo dos fábricas cumplen ya plenamente con los requisitos de seguridad, a las que se suman seis más inspeccionadas por Alliance. Es decir, ocho de 3.500 han superado el examen. "En muchos casos, las fábricas están errando a la hora de hacer progresos en las labores de remediación de acuerdo a la hoja de ruta planteada", mantuvo en su última notificación en septiembre Alliance, que se fija un calendario hasta 2018 para los siete centenares de talleres bajo su lupa. En su caso, la media de incorrecciones por fábrica es de 86, un cuarto de ellas de "prioridad máxima".

Sobre el papel, las fábricas gestionadas por estos dos organismos son las que van más rápido. De acuerdo con el mecanismo establecido, los retrasos en las reformas o presentación de planes de viabilidad llevan a los supervisores a emitir advertencias y, cuando estas advertencias superan un límite, el incumplimiento puede hacer que los talleres tengan que abandonar sendas plataformas, lo que supone en la práctica dejar de producir para los grandes clientes europeos y norteamericanos.

Dudas sobre la viabilidad de las reformas


Protestas delante de una tienda de Primark por la tragedia de Bangladesh.- REUTERS.

Los tiempos son otros, más pausados, en la iniciativa liderada por el Gobierno, cuyas inspecciones son las que acaban de concluir. Las autoridades bangladesíes han fijado un plazo de tres meses para presentar planes de viabilidad, aunque fuentes del sector sostienen bajo anonimato que el plazo se incumplirá. Y luego, "arreglar los problemas dependerá de cada fábrica. No podemos decir si se tardarán semanas o meses", defendió cuando terminaron las inspecciones Syed Ahmed, jefe del DIFE, el organismo inspector gubernamental. De esas 1.500 fábricas visitadas por sus ingenieros, dos tercios se enfrentan a reformas de envergadura y un tercio han sido calificadas con un color verde que supuestamente implica cambios poco costosos o mínimos.

"No creo que ni siquiera el 50 % de todas las fábricas del país consigan completar las correcciones", vaticina una persona implicada en tareas de supervisión con décadas de experiencia en la industria. "Las estructuras de algunos edificios no hacen viables algunos de los cambios requeridos, así que probablemente habrá fábricas que se tendrán que reubicar en otros lugares", admite el vicepresidente de la BGMEA Hassan. Algunas, de hecho, ya lo están haciendo. "Otras fábricas seguramente acabarán valorando que el coste de las reformas es superior al que implica un traslado", opina por su parte Alonzo Glenn Suson, director en Bangladesh del Centro de Solidaridad, una ONG que defiende los derechos de los trabajadores.

El desembolso estimado para las reformas no es baladí. Según Alliance, este oscila entre 250.000 y 350.000 dólares por taller; el funcionario gubernamental Ahmed lo sitúa entre los 63.000 y 636.000 dólares. Accord no ofreció datos.

¿Competitivos pese a los cambios?



Cientos de trabajadores de la industria textil fallecieron en Bangladesh.-EFE


Para muchos dueños de fábricas resulta injusto que sean ellos únicamente quienes tengan que asumir el gasto de las reformas, aunque Suson matiza que se han puesto en marcha diferentes iniciativas y acuerdos bancarios que permiten a los patrones acceder a créditos con intereses muy bajos en caso de que necesiten liquidez. "Bangladesh es uno de los países en los que la industria textil obtiene más ayuda (por parte de las autoridades). De hecho, las inspecciones a los talleres les están saliendo gratis a los propietarios y, la realidad, es que han estado ganando un montón de dinero", subraya. El activista recuerda, además, que pese a las subidas de los últimos años, el país asiático sigue teniendo los salarios más bajos de la región: 5.300 takas mensuales (67 dólares), que unidos a algunos suplementos pueden llegar a los cien dólares.

El vicepresidente de la patronal Hassan entiende que el empresariado local no tiene otra alternativa que apechugar, pero al tiempo espera que las firmas internacionales "entiendan el esfuerzo" tramitando "más pedidos" y promoviendo "mejores precios" por el producto que compran. Sus temores están justificados. La competencia en el textil es muy alta, en el mercado global están surgiendo nuevos competidores y, al final, aunque inciden otros factores, el precio tiene mucho peso en la toma de decisiones. "Esta industria es una ruleta. Primero estuvo en Europa, luego en EEUU y luego pasó por diversos países asiáticos antes de llegar al Sur de Asia. ¿Quién dice que Bangladesh será el último lugar?", advierte la fuente del organismo supervisor.

Ruede o no la ruleta, el sector textil bangladesí tiene aún un largo camino hacia su transformación en un espacio laboral plenamente seguro.

domingo, 22 de novembro de 2015

Refugiados. La historia no empieza en nuestras playas

La diáspora siria que a Europa no le interesó. Fotorreportaje de Judith Prat.


Judith Prat*
http://www.pikaramagazine.com/

Refugiada siria de 99 años, pasea entre las tiendas del Campo Zaatari. Jordania.
Refugiada siria de 99 años, pasea entre las tiendas del Campo Zaatari. Jordania.
Ya en 2013 era difícil encontrar una pizca de esperanza en los cientos de miles de mujeres y hombres sirios que habían abandonado su país y se adentraban en la incertidumbre de convertirse en población refugiada. Tres años después del inicio de la guerra, más de tres millones de personas forzadas a abandonar su país se diseminaban en los países vecinos, especialmente en Líbano, Turquía y Jordania, en la que sin duda era ya entonces una de las más dramáticas diásporas a causa de una guerra.
Turquía con 1.900.000 personas refugiadas y Líbano con 1.100.000 (un cuarto de su población total) acogen a casi diez veces más de sirios y sirias que la Unión Europea 
Estas cifras, obscenas y abrumadoras, no han dejado de aumentar silenciosamente en las lejanas fronteras sirias que para Occidente son sus países vecinos. En la actualidad, Turquía con 1.900.000 personas refugiadas y Líbano con 1.100.000 acogen a casi diez veces más de sirios y sirias que la Unión Europea, que solo ha tramitado 348.540 peticiones de asilo.
Poco se ha hablado estos años en Europa de la situación de quienes abandonaban Siria en busca de la protección de estos países, un drama que se percibía ajeno y que no merecía ocupar las portadas de los grandes periódicos, abrir los informativos o que enviados especiales de medios de todo el mundo llegaran hasta allí en apenas unas horas.
Pero lo no contado también existe y este drama poliédrico se caracteriza por las consecuencias que está teniendo la deriva del conflicto sirio en los países vecinos, que se enfrentan a una gran carga en las economías, infraestructuras y recursos, así como en su población, que acusa desde el inicio de la guerra de Siria la precarización del mercado de trabajo por la entrada de mano de obra barata y el incremento del precio de la vivienda. La cruz de esta moneda la encarna de nuevo la población siria, que lucha con enormes dificultades para conseguir cubrir las necesidades básicas fuera de su país.
Abed Alilah Harba, responsable del asentamiento Albaraá y su familia en el interior de la tienda. Arsal, Líbano.
Abed Alilah Harba, responsable del asentamiento Albaraá y su familia en el interior de la tienda. Arsal, Líbano.
Joven sirio con su hijo en el interior de su tienda en el asentamiento informal Albaraá. Arsal, Líbano.
Joven sirio con su hijo en el interior de su tienda en el asentamiento informal Albaraá. Arsal, Líbano.
Asentamiento informal  Albaraá en Arsal, Líbano.
Asentamiento informal Albaraá en Arsal, Líbano.
La situación de los sirios y sirias en Líbano ha sido y sigue siendo extremadamente difícil. La creación de campamentos de refugiados está prohibida y la vivienda escasea o es inaccesible, así que la mayoría vive en tiendas de campaña, albergues provisionales, fábricas abandonadas, edificios derruidos, locales o garajes. Desde las colinas de Arsal y a lo largo de todo el valle de la Beca, centenares de pequeños asentamientos informales con improvisadas tiendas elaboradas con plásticos y lonas publicitarias salpican el paisaje dando una idea de la dispersión que tanto dificulta a las organizaciones internacionales prestarles la asistencia necesaria.
Desde enero, la población siria necesita de un visado de entrada a Líbano, que ha pasado también a excluir a la población extranjera de un total de 70 profesiones
Desde el pasado 5 de enero, la población siria, por primera vez en la larga historia común entre ambos países, necesita de un visado de entrada, una decisión sorprendente estando en vigor el tratado de hermandad cooperación y coordinación firmado entre Líbano y Siria en mayo de 1991. Además, se ha endurecido la aplicación de la legislación libanesa en el sentido de revocar el estatuto de refugiado a todos los que violen las leyes y condiciones para la entrada, y un total de 70 profesiones han pasado a estar reservadas a la población libanesa excluyendo a extranjeros, y por tanto a los sirios y sirias.
Algunas voces dentro del Gobierno libanés se han manifestado contrarias a estas decisiones, argumentando que es posible establecer una regulación de la entrada de población refugiada en el país sin que sea necesario el requerimiento de visado, pero lo cierto es que la aplicación de estas medidas ha tenido efectos de contención en el crecimiento del número de personas sirias en Líbano.
En Turquía tan sólo unos 218.000 sirios y sirias están en alguno de los campamentos oficiales establecidos por el Gobierno. El resto sobrevive en ciudades como Gaziantep, a escasos 50 km de Siria, sin posibilidad de obtener un permiso de trabajo que les permita ganarse la vida dignamente y habitando infraviviendas cuyos alquileres son mucho más elevados para la población siria que para los nacionales.
Entrada al campo de refugiados Zaatari, que acoge a más de 85.000 sirios y sirias. Mafraq, Jordania.
Entrada al campo de refugiados Zaatari, que acoge a más de 85.000 sirios y sirias. Mafraq, Jordania.
La población se acerca a recoger agua a los camiones cisterna que todos los días abastecen al campo Zaatari.  Jordania.
La población se acerca a recoger agua a los camiones cisterna que todos los días abastecen al campo Zaatari. Jordania.
En Jordania el panorama no es mucho más alentador. El campo de Zaatari es el mayor del país y uno de los más grandes del mundo. En abril de 2013 llegó a acoger a más de 200.000 sirios y sirias que se hacinaban en este trozo de terreno en mitad del desierto. Ahora, con 85.000 habitantes, este campo es la cuarta ciudad más grande de Jordania y en algunos momentos ha resultado ser un lugar de internamiento donde han sido retenidos para evitar “problemas de seguridad” en el resto del país.
Se están produciendo muchos matrimonios tempranos de niñas con apenas 12 o 13 años y no existe ninguna autoridad civil o judicial que lo regule
Bahia, que llegó a Zaatari en 2013 con su marido y sus dos hijos, conoce bien las dificultades de vivir en un campo de refugiados. Los vales de comida que les proporcionan no son suficientes para alimentarse, el agua escasea y deben recorrer largos trayectos para traerla a las tiendas, los baños son un foco de infecciones y enfermedades y no tienen medicinas. También pone sobre la mesa algunos de los problemas a los que deben enfrentarse las mujeres. Se están produciendo muchos matrimonios tempranos de niñas con apenas 12 o 13 años y no existe ninguna autoridad civil o judicial que lo regule. Cuando las mujeres dan a luz no saben donde inscribir a sus bebés puesto que no hay registro en el campo y se pregunta en qué situación quedan esos niños y niñas de cuya existencia no tienen constancia ni las autoridades sirias ni las jordanas.
Muchas familias han abandonado el campo en busca de mejores oportunidades pero lo cierto es que fuera de allí las cosas no mejoran demasiado. El 84% de la población siria en Jordania malvive en las principales ciudades trabajando, en el mejor de los casos, de manera ilegal por la mitad del salario de un jordano y con el consiguiente riesgo de ser detenidos por la policía y devueltos a Zaatari. Los alquileres en las zonas urbanas han incrementado su precio en un 30% desde 2012, llegando a cantidades difíciles de pagar para los propios jordanos y totalmente inaccesibles para la mayoría de los refugiados.
Niño sirio vendiendo té en un comercio del centro de Gaziantep. Turquía.
Niño sirio vendiendo té en un comercio del centro de Gaziantep. Turquía.
Niños sirios jugando entre maquinaria abandonada a las afueras de Sidon. Líbano.
Niños sirios jugando entre maquinaria abandonada a las afueras de Sidon. Líbano.
 Joven sirio   trabajando como limpiabotas en la calle en Embassy Coet, Beirut. Líbano
Joven sirio trabajando como limpiabotas en la calle en Embassy Coet, Beirut. Líbano
La situación de los niños y niñas, más del 50% de la población total refugiada, es especialmente delicada en los tres países. Según informaciones de Save the Children, la mitad tienen dificultades para ser escolarizados a causa de matrículas prohibitivas o de la necesidad de que trabajen para que sus familias puedan sobrevivir.
No nos engañemos, no es la población siria la protagonista del abrumador despliegue informativo, sino nosotros y nuestros miedos dirigidos
En definitiva, la falta de trabajo para los adultos ha facilitado la explotación laboral de los más pequeños, que se ven abocados a trabajar en la calle vendiendo té, flores, o como limpiabotas, ganando unos 5 dólares al día y expuestos a todo tipo de peligros. Difícil encrucijada, conseguir algo de dinero o mantenerse a salvo.
En definitiva, las dificultades de la población siria y sus dramas personales y colectivos vienen de lejos, vienen de Siria y después de Jordania, de Líbano o de Turquía.
Frente a esta situación, cuesta entender que sólo la llegada de población siria refugiada a Europa haya conseguido el despliegue de una cobertura mediática de tal envergadura que ha supuesto, incluso, el olvido en los medios de otros tantos conflictos abiertos en el mundo. Europa mira a Europa, y el mundo nos mira también. No nos engañemos, no es la población siria la protagonista del abrumador despliegue informativo, los protagonistas somos una vez más nosotros. Nuestros miedos dirigidos, nuestros “problemas de inmigración”, las vallas que seguimos construyendo, la nula voluntad, o en el mejor de los casos, la ineptitud para aportar soluciones, nuestra educada solidaridad que acaso sea nuestro mayor cinismo. En definitiva, la noticia es simplemente Europa.
Niños sirios juegan entre las tiendas del  asentamiento Abo Sultan Camp en Zhale, Valle de la Bekaa. Líbano.
Niños sirios juegan entre las tiendas del asentamiento Abo Sultan Camp en Zhale, Valle de la Bekaa. Líbano.
Jóvenes recogen piedras y tierra en el campo Zaatari, que venden en pueblos cercanos como material para la construcción. Jordania.
Jóvenes recogen piedras y tierra en el campo Zaatari, que venden en pueblos cercanos como material para la construcción. Jordania.
Niños siros jugando en una vieja furgoneta en el asentamiento Albaraá, Arsal. Líbano.
Niños siros jugando en una vieja furgoneta en el asentamiento Albaraá, Arsal. Líbano.
Instalación de nuevos contenedores para alojar a los refugiados que siguen llegando a Zaatari. Jordania.
Instalación de nuevos contenedores para alojar a los refugiados que siguen llegando a Zaatari. Jordania.
Boda de dos jóvenes sirios en el campo de refugiados  Zaatari, Jordania.
Boda de dos jóvenes sirios en el campo de refugiados Zaatari, Jordania.
12- Asentamiento informal en Zhale, valle de la Bekaa. Líbano.
Asentamiento informal en Zhale, valle de la Bekaa. Líbano.
Asentamiento informal de refugiados sirios en Talabya en el valle de la Bekaa, construido en el interior de un antiguo recinto deportivo municipal. Líbano.
Asentamiento informal de refugiados sirios en Talabya en el valle de la Bekaa, construido en el interior de un antiguo recinto deportivo municipal. Líbano.
Edificio abandonado a las afueras de Sidon, ocupado por 800 refugiados sirios. Líbano.
Edificio abandonado a las afueras de Sidon, ocupado por 800 refugiados sirios. Líbano.
Familia siria en la puerta del local alquilado como vivienda en Gaziantep. Turquía.
Familia siria en la puerta del local alquilado como vivienda en Gaziantep. Turquía.
Mujer siria prepara la comida en el interior del edificio abandonado que han ocupado decenas de familias sirias a las afueras de Sidón, Líbano.
Mujer siria prepara la comida en el interior del edificio abandonado que han ocupado decenas de familias sirias a las afueras de Sidón, Líbano.
Familia en el interior de su casa alquilada en el barrio Bear Hassan de Beirut. Líbano.
Familia en el interior de su casa alquilada en el barrio Bear Hassan de Beirut. Líbano.
Abu Abdoh, junto a su nieto, en la casa que han alquilado en el campo de refugiados palestinos Al BAq’a, a 25 km de Amman. Jordania.
Abu Abdoh, junto a su nieto, en la casa que han alquilado en el campo de refugiados palestinos Al BAq’a, a 25 km de Amman. Jordania.
Said Khaled, joven ingeniero sirio que ha aprendido a realizar algunas curas de urgencia, cose una herida a una niña en el distrito 5 del Campo  Zaatari, ayudado por algunos vecinos.  Jordania.
Said Khaled, joven ingeniero sirio que ha aprendido a realizar algunas curas de urgencia, cose una herida a una niña en el distrito 5 del Campo Zaatari, ayudado por algunos vecinos. Jordania.
Salem Khalil de 28 años gravemente herido en la cabeza por un barril explosivo, se recupera en el hospital Al Jazeera de Amman, acompañado por su padre.  Ha perdido la movilidad de todo su cuerpo y la memoria, no reconoce a sus familiares. Jordania.
Salem Khalil de 28 años gravemente herido en la cabeza por un barril explosivo, se recupera en el hospital Al Jazeera de Amman, acompañado por su padre. Ha perdido la movilidad de todo su cuerpo y la memoria, no reconoce a sus familiares. Jordania.
Abadala de 14 años, herido al caer un barril explosivo sobre su casa en Daraa, ha perdido una pierna y está a la espera de iniciar el proceso ortopédico en el Hospital Al Jazeera de Amman. Jordania.
Abadala de 14 años, herido al caer un barril explosivo sobre su casa en Daraa, ha perdido una pierna y está a la espera de iniciar el proceso ortopédico en el Hospital Al Jazeera de Amman. Jordania.
*Judith Prat es una fotógrafa documental interesada especialmente en temas relacionados con los derechos humanos.
www.judithprat.com
judithprat22@gmail.com

Cambia #escopetaXprismáticos

VÍCTOR J. HERNÁNDEZ
http://www.publico.es/

21/11/2015. Tengo una pregunta para ti, cazador, que te defines también como defensor de la Naturaleza, que necesitas salir al campo a sentir la madrugada y el aire frío en la cara, recorrer las sendas y trochas o monte a través; que disfrutas de ver a los perros sobre el terreno, trotando alegres de verse sueltos, da igual que no encuentren nada; que te gusta compartir esas salidas con otros compañeros, esos almuerzos campestres, que necesitas como respirar el aroma de la jara, del lentisco, del romero, del rocío primero de la mañana, siendo lo de menos traerte algo en el morral; que admiras la libertad, el instinto y la fuerza de tus presas y en el fondo algo te dice que no está bien arrebatárselas; que te revuelven las tripas esas cacerías de salón, montadas para que los señoritos hagan una masacre sin moverse del sitio; lo mismo que el mercantilismo cinegético que está convirtiendo el campo en una inmensa granja, ya todo lleno de tristes caricaturas de piezas domesticadas...


¿Por qué no cambias la escopeta por los prismáticos? Definitivamente. El alivio será enorme. Se acabaron las caras licencias de armas y la compra de munición, las cuotas a unas sociedades y federaciones que sabes que van a lo suyo, los conflictos interminables entre cotos y supuestos colegas; en fin, todo eso que te amarga. A cambio, tu contacto con los animales no se limitará al segundo escaso necesario para apretar el gatillo, sino que podrás ser espectador privilegiado de su vida, de sus costumbres, de sus amores, de la crianza de sus puestas y camadas. Y al retirarte, seguirán vivos. Volverás a casa con el trofeo del recuerdo de su observación, de las vivencias que te aportarán, y con la satisfacción de no haber truncado su destino. Además, tendrás todo el año y todo el territorio para disfrutar de la observación. Y no se limitará a las especies cinegéticas. Como observador, con tus prismáticos en la mano como única arma, todo un mundo de fauna diversa se abre ante ti. Y cada año son muchos más quienes se deciden a recorrerlo.

xoves, 19 de novembro de 2015

Trece candidaturas competirán nas xerais en Galicia

David Lombao
http://praza.gal/


Comeza a carreira electoral. O Boletín Oficial do Estado (BOE) publica este mércores as candidaturas presentadas polas formacións políticas para as eleccións xerais do 20 de decembro, que serán proclamadas definitivamente o vindeiro día 24. No caso de Galicia rexistráronse trece candidaturas das que só nove presentan listas ao Congreso nas catro circunscricións. Malia á proliferación de novas forzas políticas, a configuración final deixa un dos panoramas menos diverso en canto a opcións partidarias nuns comicións ás Cortes Xerais nos que, segundo os inquéritos que manexan os partidos, as maiores probabilidades de obter representación són para PP, PSOE, En Marea, Nós-Candidatura Galega e, en menor medida, Ciudadanos.
O electorado da Coruña é o que dispón dun maior número de opcións para votar o 20-D. Ademais dos principais partidos e coalicións pode optar tamén polo PACMA, UPyD, Recortes Cero, o Partido da Terra, Comunistas da Galiza e SAIN. Tamén está presente o partido dereitista VOX, cuxa lista ao Congreso pola Coruña é a única que presenta en Galicia.
Para o Senado quen, a priori, máis posibilidades teñen de lograr os escanos son os tres candidatos do PP: os agora deputados no Parlamento galego Paula Prado e Gonzalo Trenor e máis o exalcalde de Ribeira, José Luis Torres Colomer. O PSOE concorre á Cámara Alta con Ángel Mato, Mar Debén e Javier Losada, NÓS presenta a Xosé Luís Rivas 'Mini', Vanessa Nieves e Secundino García Casal e pola banda de En Marea concorren José García Buitrón, Iria Otero e André Seoane.
Os catro escanos da provincia de Lugo terán candidatos e candidatras de dez forzas políticas; as cinco que as enquisas sitúan en cabeza e mais o PACMA, UPyD, Recortes Cero, o Partido da Terra e Comunistas da Galiza. Como en Ourense, a principal incógnita neste caso reside en se as forzas diferentes de PP e PSOE son quen de se facer oco no reparto de escanos ao Congreso, algo que non acontece dende a etapa da UCD.
Para seren senadores e senadoras por Lugo o PP volve optar por José Manuel Barreiro, acompañado por Dámaso López e Sandra Vázquez. Polo PSOE concorren á Cámara Alta Ricardo Varela, Darya Fernández e Pablo Núñez. Nós-Candidatura Galega presenta ao Senado a Ana Prieto, Orlando González e Luís López Melle, e En Marea propón a Luis Daporta, Carmen Pérez e Modesto Renda.
En Ourense haberá tamén unha decena de opcións entre as que optar para cubrir os catro postos ao Congreso dos Deputados, onde actualmente senta 3 representantes do PP e 1 do PSOE. Ademais dos partidos e coalicións que se presentan no resto do país, no caso ourensán concorre tamén a formación Ourense pola Esquerda.
Para o Senado o PP presenta a Edelmira Barreira, Carmen Leyte e Francisco José Fernández, mentres que oPSOE optou polo ex xefe superior de Policía de Galicia, Luís García Mañá, xunto a Teresa Taboada e Enrique Barreiro. Por NÓS concorren ao Senado Xabier González, Carmen Bolaño e Diego Lourenzo, mentres que En Marea presenta a Pilar Barros, Juan Luis Villarino e Dolores Alonso
Serán tamén dez as papeletas que se poidan escoller para configurar o Congreso o 20-D en Pontevedra. Actualmente, pola circunscrición pontevedresa o PP ten 4 representantes, o PSOE conta con 2 e o BNG ten unha deputada.
No Senado o PP presenta como primeira opción a Marta Lucio, ata agora directora do Museo do Mar e cunha longa traxectoria na Deputación de Pontevedra, cuxo expresidente, Rafael Louzán, figura como suplente para este posto. Acompáñanos na lista Miguel Fidalgo e o ex alcalde de Lalín, José Crespo. Pola banda do PSOE optan á Cámara Alta o agora deputado Abel Losada, con María Aguín e Alfonso Parada. Por NÓS preséntanse Alba Cuba, Xosé Collazo e Valentín García Bóveda. En Marea propón a Vanessa Gómez, Marta Díaz e mais a Xosé Luís Méndez Ferrín.

Humor














mércores, 18 de novembro de 2015

El paso al frente de Francia, el crecimiento del ISIS, las injerencias (2)

Este artículo es la segunda parte de: "Cómo surge el ISIS, cómo se financia, quién hace la vista gorda" 

La dominación extranjera, al servicio de intereses ajenos a la población local, nunca fue bien percibida en Oriente Próximo. Las injerencias y operaciones militares actuales tampoco lo son. 

En los últimos años París ha querido situarse en 1ª línea de la geopolítica, impulsando operaciones militares en Libia o Malí, con consecuencias nefastas.

Con cada bomba, con cada discurso desafiante, con cada retórica racista, el Daesh ganará nuevos adeptos
 

http://www.eldiario.es/


Identifican al parisino Ismael Omar Mostefai como autor de la masacre en Bataclan
Identifican al parisino Ismael Omar Mostefai como autor de la masacre en Bataclan EFE

El paso al frente de Francia

Dijo Hollande que la masacre de París es un acto de guerra, pero lo cierto es que Francia lleva participando en guerras desde hace tiempo.
En los últimos años nuestro país vecino ha querido situarse en primera fila de la geopolítica, en busca de una mayor influencia internacional. Para ello abanderó la defensa de la intervención militar en Libia, de la mano del filósofo Bernard-Henri Levy, quien ayer mismo pedía, en una huida hacia adelante, más tropas en el terreno sirio y más guerra.
Con la excusa de liberar una ciudad de las garras del ejército de Gadafi, una coalición militar liderada por Francia y Reino Unido -con compañeros de dudosa reputación- armó en 2011 a grupos yihadistas y a individuos que antes habían participado en la guerra contra EEUU en Afganistán.
Aquella operación prosiguió durante meses y no paró hasta que Francia y EEUU asesinaron extrajudicialmente a Gadafi. Fue llamativo que ambos países se disputaran, cual botín, la autoría de un asesinato que violaba la ley internacional.

“Llegamos, vimos, murió”

Libia quedó fragmentada y dividida en milicias armadas por Occidente, algunas de ellas extremistas. No importó. Hillary Clinton no pudo evitar aquello de “llegamos, vimos y murió”, comentando el asesinato de Gadafi. El salvaje oeste volvía a ser reivindicado. ¿Para qué hay cárceles y tribunales cuando se puede ejecutar a alguien sin más?
Libia se convirtió en arsenal de yihadistas armados que participarían en el horror actual que vive tanto ese país como Siria.
Francia también impulsó una intervención militar en Malí en 2013, enviando tropas galas al terreno. 
Hillary Clinton celebrando el asesinato de Gadafi: "Llegamos, vimos y murió"
Hillary Clinton celebrando el asesinato de Gadafi: "Llegamos, vimos y murió"

Los papeles en Siria

Desde 2011 varios servicios secretos occidentales, así como unidades especiales de EEUU, estuvieron presentes en Siria, estudiando a qué grupos de la oposición apoyar y armar.
Ya en 2012 escribí en el libro “Yo muero hoy. Las revueltas en el mundo árabe” cómo Francia o Reino Unido, así como Arabia Saudí, Emiratos o Qatar, estaban ofreciendo apoyo logístico, militar o de inteligencia a diversos grupos “rebeldes”, algunos de ellos yihadistas.
La apuesta de Obama fue la estrategia del desgaste: dejar que los bandos implicados se debilitaran entre ellos, apoyando a determinados grupos de la oposición pero sin facilitar armamento pesado y evitando un desenlace.
En 2014 comenzó una campaña de bombardeos aéreos por EEUU y aliados del Golfo y en septiembre de este año se unió Francia. No es la primera vez por tanto que aviones franceses atacaban posiciones del Daesh. 
Irán y Rusia estuvieron presentes respaldando al régimen de Bashar al Assad, que no dudó en golpear duro en sus bombardeos sobre zonas urbanas en un intento por acabar con la oposición, a costa de muerte y destrucción, lo que contribuyó al aumento del extremismo.

El Daesh en Siria

Con la llegada a Siria de una delegación del “Estado Islámico” de Irak en agosto de 2011 se puso en marcha el “Estado Islámico” de Irak y Siria, que se asentó en varias áreas suníes del país, algunas de ellas cercanas a la frontera de Turquía, donde han operado los servicios secretos turcos, que han hecho la vista gorda ante las idas y venidas de los yihadistas. Como apuntaba en la primera parte de este artículo, varios actores regionales se han beneficiado de la existencia del ISIS.
En 2013, tras la toma de algunas ciudades importantes de Irak, el ISIS se hizo fuerte y popular entre algunos sectores de jóvenes musulmanes marcados por la guerra o por la desafección. A ello ha contribuido su sofisticada campaña propagandística a través de Internet.
El ISIS en Siria
El ISIS en Siria

Sykes-Picot

El ISIS ha proclamado en un vídeo que Sykes-Picot se ha acabado, y muchos en la región opinan que estamos ante un segundo Sykes-Picot.
El acuerdo de Sykes-Picot, llamado así por el apellido de sus dos valedores, fue suscrito de forma secreta en 1916, en la I Guerra Mundial, entre Francia y Reino Unido. A través de él ambas potencias se repartían el control de Oriente Medio en caso de una victoria militar: Francia ejercería su influencia sobre los actuales Siria y Líbano, y Reino Unido sobre Transjordania (la actual Jordania y Cisjordania), Palestina e Irak.
Así lo acordaron y así se hizo, a pesar de que sus promesas a la población local habían sido otras. La independencia ansiada por los árabes cayó en saco roto. Sykes-Picot convirtió antiguas provincias del Imperio otomano en países, dibujó fronteras a su antojo y repartió un suculento pastel entre París y Londres.

El papel de Francia en la zona

Desde 1920 y hasta la década de los 40 Francia ejerció su control sobre la Gran Siria, que comprendía lo que hoy conocemos como Líbano y Siria. En Líbano se impuso un sistema de reparto de poder en función de la confesión religiosa fomentado por París, interesado en beneficiar a los cristianos.
Ese sistema estableció la presencia en el Parlamento de seis cristianos por cada cinco musulmanes, a pesar de que estos eran mayoría en el país. Aquello estableció una división de facto entre las diferentes religiones. 
El general francés Gouraud desfilando por las calles de Alepo en 1920
El general francés Gouraud desfilando por las calles de Alepo en 1920

“La Cruz sobre la Media Luna”

En Siria Francia también ejerció su mandato imponiendo sus intereses, violando la independencia que el rey Faisal I había declarado en 1920 y declarando Siria como su “colonia”.
El oficial francés Goraud comandó sus tropas hasta Damasco, ocupó la ciudad y aplastó una revuelta popular contra el mandato de París, en la batalla de Maysalum. Tras ello, Goraud se dirigió a la tumba de Saladino, la pateó y, según se le atribuye hasta hoy, dijo:
“Despierta, Saladino. Hemos regresado. Mi presencia aquí consagra la victoria de la Cruz sobre la Media Luna”.
A pesar de la represión francesa, en los siguientes años se sucedieron varias revueltas en Siria y Líbano en contra de la dominación extranjera. Es importante tener en cuenta cómo esta lleva siendo percibida desde hace décadas. 

Las injerencias

En 1948, en territorio vecino a Siria, nacería el Estado de Israel, auspiciado por la ONU, las potencias occidentales y la URSS y con la oposición de los países árabes de la zona, que veían peligrar sus propios territorios.
Cuatro años antes, cuando dos rabinos habían ido a la Casa Blanca pidiendo un Estado judío en Palestina al presidente Roosvelt, este dijo: “Pensando en ello, dos hombres, dos hombres sagrados, vienen aquí a pedirme que permita que millones de personas sean asesinadas en una yihad”.
También entonces Hannah Arendt explicó su oposición al sionismo alegando que las políticas judías en Palestina dependerían de la protección de las grandes potencias. Y así ha sido. Occidente ha seguido desde entonces tomando partido por la ocupación israelí, que sigue en Cisjordania, Jerusalén Este, Gaza y los Altos del Golán de Siria.
La permisividad de Occidente con semejantes políticas, en comparación con sus castigos a los árabes, tiene sin duda consecuencias que habría que valorar.
La era colonial en Oriente Próximo y las injerencias -como el golpe de Estado de la CIA y Reino Unido contra el gobierno democrático iraní de Mossadeq- desembocaron en la creación de organizaciones árabes de resistencia armada o, en el caso iraní, en la revolución islámica del 79.
En los años setenta los movimientos árabes seculares dominaban la escena, pero empezaron a crecer algunos grupos religiosos islámicos, impulsados y apoyados por regímenes conservadores que querían menguar la influencia de ese nacionalismo árabe laico predominante hasta entonces.
Tropas de ocupación de EEUU en Irak / EFE
Tropas de ocupación de EEUU en Irak / EFE

El punto de inflexión

Y llegamos de nuevo al punto de inflexión: la guerra de Afganistán y los integristas islámicos que recibieron armas y financiación de EEUU o Arabia Saudí para combatir a la URSS en suelo afgano.
Al mismo tiempo Israel invadía Líbano, lo que provocó la creación de Hezbolá, que en 1983 perpetró un enorme atentado suicida contra el cuartel de los marines estadounidenses en Beirut y contra un puesto de mando francés.
A la vez en Palestina estallaba la primera Intifada y, al calor de la represión israelí, surgió la oganización de resistencia armada palestina Hamás. También nacían la Yihad Islámica y grupos extremistas egipcios.
Pocos años después en Argelia, excolonia francesa, se producía un golpe de Estado para impedir que el Frente Islámico de Salvación, que había ganado las elecciones en primera vuelta, pudiera gobernar. De ese modo nació el GIA, Grupo Islámico Armado, que protagonizó uno de los primeros atentados yihadistas registrados en Francia.
Todo aquello supuso la consolidación del islamismo y el extremismo en los grupos armados que luchaban o por la independencia, o contra la ocupación, o simplemente ya por la yihad. El remate final lo pusieron la invasión de Afganistán en 2011, la ocupación de Irak en 2003 y el infierno que provocaron. 
En 2006 nuevamente Occidente no quiso reconocer al ganador de unas elecciones democráticas cuando Hamás arrasó en los territorios palestinos. Posteriormente en 2013 en Egipto un golpe de Estado respaldado por sectores occidentales derrocó al gobierno de los Hermanos Musulmanes elegido en las urnas e instauró una fuerte represión, lo que ha provocado que algunos jóvenes egipcios, radicalizados, hayan viajado a Siria para unirse a la guerra.
Lo mismo ha ocurrido en Siria, donde la guerra y la represión solo han engendrado fanatismo y dolor.

Con cada intervención...

El exgeneral estadounidense Wesley Clark dijo hace unos meses que “EEUU usó el Islam radical para luchar contra los soviéticos en Afganistán. Rogamos a los saudíes que pusieran dinero; y lo hicieron”.
También este año un antiguo enviado especial de la ONU, Lakdar Brahimi, que trabajó en Irak y Afganistán, atribuyó la emergencia del ISIS a la invasión de Irak:
“No había justificación para la guerra de Irak y todos pagamos las consecuencias”.
Las guerras en las que Occidente lleva años involucrado no solo no han parado el terrorismo, sino que este ha aumentado. 
Con cada bomba sobre determinadas zonas de Siria, con cada discurso desafiante, con cada retórica racista, el ISIS ganará nuevos adeptos no solo en Oriente Próximo, sino también en barrios deprimidos de Europa como en el que vivía uno de los terroristas de París.
Este escrito es un simple repaso, poco completo porque este formato lo impide, pero suficiente para mostrar que, a pesar de lo que algunos insinúan en programas y tertulias, el extremismo violento que se ejerce en nombre del Islam no procede de ningún ADN connatural a una religión o a una etnia; que no surge por ciencia infusa de la nada; que todo tiene un contexto político e histórico; que para buscar soluciones a los problemas hay que analizar sus causas.