luns, 9 de novembro de 2015

"Los veganos y los vegetarianos creen que no matan animales, pero sí lo hacen"

El ambientólogo Claudio Bertonatti explica su polémico artículo 
vegano
Imágenes interiores de Dimitrii Tsykalov.

Hace menos de una semana, Claudio Bertonatti, uno de los naturalistas más reconocidos de Argentina, escribió un artículo que provocó un terremoto.El tsunami ha llegado hasta aquí, y es probable que se extienda aún más.
En su texto, La confusión del veganismo, advierte que consumir vegetales no evita la muerte de animales. Bertonatti ha enfurecido a cientos de veganos y vegetarianos, también a otros profesionales de la conservación de la naturaleza. Sin embargo, muchos de los que le leyeron aprendieron algo sobre los derechos de los animales que nunca se habían parado a pensar.
Hemos hablado con Claudio sobre su idea sísmica, y también sobre las claves de la polémica. 
Claudio, usted ha sido vegetariano. ¿Por qué tomó esa decisión?
Cuando era adolescente me empezaron a interesar la naturaleza y los animales, y pensé que al convertirme al vegetarianismo iba a evitar la muerte de muchos de ellos. Pero cambié de opinión.
¿Qué pasó?
Empecé a estudiar la naturaleza y la fauna, a salir al campo a observar. Me di cuenta de que en los cultivos agrícolas no había aves, y que las pocas que había estaban perseguidas. Entonces estudié anfibios, mamíferos, reptiles y peces, y me di cuenta de que estaba confundido.
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¿Por qué?
Siendo vegetariano evitaba la muerte y el sufrimiento de los animales domésticos, pero no la de las especies silvestres. Y muchas de estas, a diferencia de las vacas, los cerdos y las cabras, están desapareciendo.Entonces cambié, y volví a ser omnívoro.
¿Qué le impulsó a escribir este artículo?
En Argentina me topo con mucha gente que dice ser defensora de la naturaleza porque no come carne y no llevan cueros ni zapatos de piel. Creen que siendo veganos o vegetarianos evitan cualquier muerte animal. No es cierto.
¿Por qué?
Desde el momento en que los humanos empezamos a criar ganado y adoptamos la agricultura, generamos impactos. No hay especie animal que no mate o no coma mediante la muerte de otros animales, directa o indirectamente. Entiendo que puede ser doloroso, a mí también me gustaría vivir en un mundo ideal, pero la realidad es otra. No todos, pero muchos veganos creen que no causan ninguna muerte, lo mismo que la gente que viste sólo ropa de algodón, y sí lo hacen.
"Al decir esto mucha gente siente que la estoy acorralando"
¿Muertes indirectas?
Trigo, arroz, maíz. La mayoría de los veganos los comen. El primer impacto de los cultivos masivos es la deforestación: desalojamos a la naturaleza para plantar. En Argentina directamente se quema la selva y se queman nidos con lanzallamas. Luego hay que defender la siembra de las aves que vienen a hurgar, por lo que muchos propietarios distribuyen granos envenenados. Después, los herbívoros silvestres van a ir a por los primeros brotes: se ponen entonces alambradas eléctricas, o directamente se cazan a tiros.
"Si comes carne matas animales, y si comes plantas también"
¿Qué ocurre en la cosecha?
Se fumiga para combatir hongos, insectos, otras plantas. Las animales que expulsaste van a ir a los lugares vecinos, donde ya hay animales: no hay más plazas de hotel. Entonces van a los cultivos vecinos, y se produce otra ola de impactos.
Por el contrario, afirma que en los campos que se dedican al ganado hay más especies animales.
En Argentina hay muchos pastizales silvestres. Sales a caminar y encuentras de todo: anfibios, reptiles, pájaros. Por supuesto, mentiría si dijese que hay los mismos animales que si no estuvieran las vacas. El ganadero también persigue a la fauna y matará a todo animal que considere perjudicial para su producción. Pero aún así el impacto es menor. Al decir esto mucha gente siente que la estoy acorralando. 
¿En qué sentido?
En el sentido de que no hay una posición correcta: si comes carne matas animales, y si comes plantas también. Mucha gente que se preocupa por temas ambientales busca los buenos y los malos, y no es así, todo es más complejo.
Ponga un ejemplo.
Aquí hay mucha gente que se manifiesta diciendo "No a la minería". El lema debería ser “no a la minería que explota recursos y personas de forma desaforada”. Esa gente usa computadoras que no existirían sin los metales que salen de las minas. Me sorprende que no puedan ver más allá.
"La mayoría de los mataderos en Argentina son ejemplos de crueldad. ¡Cómo voy a decir lo contrario!"
¿Qué opina de la forma en la que se produce la carne de forma mayoritaria, de la industria cárnica?
Es una tragedia. El feedlot y la mayoría de los mataderos en Argentina son ejemplos excelsos de crueldad. ¡Cómo voy a decir lo contrario!
Hay datos que señalan que los recursos para conseguir carne son tremendos en comparación con los vegetales. Y que, de hecho, los cultivos son una buena parte de esos recursos: en un alto porcentaje, se utilizan para alimentar al ganado.
Así es, sé que la mayoría de los cultivos de soja sirven para eso. Yo no digo que los veganos sean tontos ni que haya que ser carnívoro, digo que hay que ser normal y solidario, adoptar una posición inteligente.
"Para un fundamentalista hablar de muerte es pecado. ¿Cómo quiere que la llame, eutanasia?"
¿Cuál es esa posición inteligente?
Ser solidario con la naturaleza, el mal menor. Hay que fomentar el consumo responsable y la muerte humanitaria de las reses, pero para un fundamentalista hablar de muerte es pecado. ¿Cómo quiere que la llame, eutanasia?
Si lo he entendido, usted lo que pretende es advertir a algunos veganos y vegetarianos de que no es posible el impacto cero. 
La mayoría de las personas vivimos en ciudades, y muchas desconocen el mundo natural. Pregúntale a tus amigos si son capaces de nombrar 10 animales o 10 plantas silvestres del entorno donde viven.
Probablemente no podamos.
Si no conocemos la naturaleza, su diversidad, tampoco podemos valorarla.Nuestro universo se restringe a lo que vemos: perros, gatos, canarios, gallinas, cerdos, patos, vacas. Nuestra sensibilidad se dirige a ellos, y es como mirar a través del agujero de una cerradura. El mundo es más amplio y más complejo, puedes aceptarlo o no.
Habla como si conociera a muchos fanáticos.
Hay fundamentalistas carnívoros y veganos. Cuando les escucho con ese tono tan carente de dudas, con un nivel de certeza, como científico, me asusta. En una posición fundamentalista sólo se presta atención a la gente que piensa como uno mismo, y los demás, si no son enemigos, amigos no son. Es contradictorio.
"Nuestro universo se restringe a lo que vemos: perros, gatos, gallinas, cerdos, vacas. Nuestra sensibilidad se dirige sólo a ellos"
¿El qué?
Que un carnívoro sea violento me resulta hasta comprensible, pero que un vegano lo sea es filosóficamente incongruente.
¿Ha conocido a veganos violentos?
Fui director geneeral del zoológico de Buenos Aires. Renuncié porque intenté transformarlo en un centro de conservación de especies amenazadas y no pude. Había veganos que se manifestaban en la puerta del zoo y gritaban asesinos a la gente que entraba, a los niños incluso. Eso le hace daño al veganismo. La gente piensa: si el veganismo es esto, no quiero saber nada. No son todos, claro, pero hay mucha gente que desarrolla una empatía enorme sólo por los animales domésticos. Muchos acaban odiando a la gente, y eso es patológico, no es bueno.
"Que un carnívoro sea violento me resulta comprensible, que un vegano lo sea es filosóficamente incongruente"
En su artículo dice que si la humanidad se hiciera vegana de pronto, sería una tragedia. Pero hay quien dice que si todos fuéramos veganos necesitaríamos menos cultivos que siendo omnívoros.
Yo escribí el artículo para poder debatir en mi país, donde el movimiento vegano viene con un análisis precario del medio ambiente. Si toda la humanidad se volviera vegana pensando así (no por otros motivos filosóficos, regligiosos, de salud, con los que no me meto), sería una tragedia porque no estaríamos comprendiendo los problemas medioambientales del mundo.
No le convencen estos datos.
Si un veganismo bien entendido contribuye a mejorar el mundo natural me haré vegano con gratitud. A mí lo que me preocupa es la conservación de la biodiversidad, que la riqueza de formas de vida que hay en el mundo no se empobrezca.
Pero, insisto, ¿si todos los argentinos fueran veganos, no harían falta menos cultivos?
No lo sé. Digo que no hace falta ser vegano para conservar la naturaleza o la biodiversidad. No soy especialista en desarollo agroproductivo, pero por lo que sé sobre el medio ambiente, siempre conviene diversificar la producción. Que haya cultivos, vacas, apicultores...diverso.
"No hace falta ser vegano para conservar la naturaleza o la biodiversidad"
¿Qué carencias ve en el movimiento vegano?
Nunca los veo luchando por la creación de nuevos espacios protegidos, o combatiendo el tráfico ilegal de especies. Los veo contra las corridas de toros, que ya no se celebran en Argentina, y contra los mataderos. Es como si solo vieran los animales domésticos que, insisto, no se están extinguiendo. No digo que esté mal, sólo que hay mucho más que eso.
En general, ¿cree que no hay suficiente conexión entre el veganismo y la conciencia ecologista?
Lo que me parece peligroso es que dediques todo tu esfuerzo a salvar el gato negro sin saber nada del medio ambiente, porque igual estás malgastando ese esfuerzo, o ese esfuerzo podría tener más impacto en otro lado. Hay que tener una visión amplia, quizá te ayude a analizar mejor la situación. Si después quieres dedicarte a la defensa de los gatos negros, me parece bárbaro, te lo agradezco. No es incompatible la defensa de los derechos de los animales con la conservación de la naturaleza.
Es evidente que hay un choque entre ambientalistas y animalistas, y sin duda va a marcar el futuro de la humanidad. 
Me recuerda un poco a los partidos de izquierda. Parecen enemigos entre sí cuando en realidad son lo más parecido y los que deberían ser más afines. ¿Sabes quién es el mayor enemigo de la conservación de la naturaleza?
¿Quién?
El indiferente. Muchos indiferentes creen que todos los que estamos preocupados por el medio ambiente somos iguales, que no comemos carne, que somos monjes verdes y no tenemos sexo. No es cierto, ¡somos gente normal! 
"Los ambientalistas creen que los veganos y vegetarianos son meros sentimentales. Por otro lado me preocupa la indiferencia por los animales silvestres y la biodiversidad"
La naturaleza lleva implícita la muerte. Mezclar sentimientos con la naturaleza no parece muy científico, pero por otro lado está la conciencia humana y la responsabilidad sobre una industria contraminante y atroz. ¿Quién se equivoca?
Hay errores en los dos bandos. Los ambientalistas creen que los veganos y vegetarianos son meros sentimentales. Por otro lado me preocupa la indiferencia por los animales silvestres y la biodiversidad, no es coherente. Asumo que la humanidad es una máquina de devorar el mundo, un antropólogo dijo que encarnamos un modelo cosmofágico, devoramos lo que nos rodea.
¿Está satisfecho con el revuelo que ha causado su texto?
Muchos me insultan, me atacan diciendo que maté a un oso polar, lo cual no es cierto. Otros me están aportando nuevas visiones, ¡y yo les doy mil gracias! Yo solo soy un albañil de la conservación de la naturaleza, un jardinero, y me equivocado miles de veces. Hago lo que puedo y no me ofendo por equivocarme. Pienso como un científico, no como un fundamentalista.
"No hace falta ser vegano para conservar la naturaleza o la biodiversidad"

domingo, 1 de novembro de 2015

Viejas pellejas: tradiciones y vanguardias

La asexualidad, la incapacidad intelectual o el carácter bondadoso y frágil son características asociadas a la vejez. Numerosas mujeres, anónimas y famosas, las ponen en entredicho.
Laura Corcuera
www.diagonalperiodico.net

La Pellejos era una señora a la que todos los críos teníamos miedo en el bloque de viviendas vacacionales de Torredembarra, un pueblo costero de Tarragona que el espíritu ibérico urbanístico transformaría con el tiempo en una miniciudad. En el patio de los apartamentos se hablaba de la OTAN y del misterio de aquella mujer que vivía sola y a la que los adolescentes de la pandilla llamaban “la bruja”. No tenía marido. No tenía hijos. Tampoco nietos. Pero tenía instrumentos de cuerda. Era 1986 y a mí me inquietaba y atraía por igual la casa de La Pellejos. Otra chica y yo la espiábamos a escondidas, pero nunca llegamos a ver nada “raro”. Nunca nos atrevimos a hablar con ella. Mi familia dejó de veranear en Catalunya y yo me olvidé de aquella señora. A veces pienso que La Pellejos fue la bajista estadounidense Carol Kaye, y que no hablar con ella fue mi gran oportunidad perdida.
Hoy formo parte de un grupo de música punk rural que todavía no ha hecho su presentación oficial en los escenarios. Vitoriana, María, la Maña y yo montamos el grupo en Braojos de la Sierra (Madrid) el 8 de abril de 2013, después hacer juntas varias performances dentro del proyecto Ayer es hoy. Nuestra banda se llama El Día Que Murió la Thatcher porque empezamos a ensayar la misma jornada en la que el neoliberalismo europeo perdió a su máximo exponente, otra vieja que rompió, a su manera, el mandato sociocultural de la juventud y la belleza.
Tomemos los setenta años como punto de partida de la vejez, como expuso en su minucioso estudio sociológico del mismo título la francesa Simo­ne de Beauvoir.Gran parte de los cambios sociales conseguidos en torno a la imagen de las personas viejas y a la visibilización del edadismo (discriminación por edad) se deben al movimiento y pensamiento feministas. En diciembre de 2009, el Encuentro Estatal Feminista de Granada incluyó la vejez como eje temático. Aquellos debates desgranaron la construcción social de la vejez, y plantearon la necesidad de redefinir los roles tradicionales asignados a las personas mayores en relación con la familia, la pareja, el trabajo remunerado, el dinero y la sexualidad.
Las formas de reinventar la vejez entroncan con la creatividad, las redes de apoyo mutuo, y la creación de comunidades. Que se lo digan hoy al movimiento deYay@flautas“La vejez es un regalo que no puede malgastarse cuidando a los nietos, pagando los alquileres de los hijos, y llevando la misma vida que cuando trabajabas en la ciudad”, dice hoy una de las Thatcher, aunque ella dedica el cotidiano a cuidar a sus hijos, nietos y bisnietos.
Tenemos el edadismo incrustado en nuestra piel. Es el miedo a envejecer y también el miedo a la muerte.
Tenemos el edadismo incrustado en nuestra piel. Es el miedo a envejecer y también el miedo a la muerte
Señoras de pelos largos y canos, interesantes y seductoras, sin necesidad de ser una Sofia Loren ni una Juana de Grandes, habitan pueblos y comunidades de todo el planeta, chamanas y estrategas expertas, dispuestas a transmitir conocimientos, técnicas y placeres.
Cuerpos hermosos de mujeres mayores, como los que retrata la artista estadounidense Aleah Chapin: “La vejez en todo su esplendor y la belleza imperfecta contrariando los mandatos del Photoshop”. Pellejos y arrugas bonitas, una sensualidad profunda que aparece después de la efímera tersedad y que dota de otro tipo de glamour a los seres viejos que han evolucionado, privilegiados, en un planeta en guerras donde relativamente pocos llegan a los 70.
“En la juventud aprendemos, en la vejez entendemos”, dijo la escritora austríaca Marie von Ebner Eschenbach.
Esther Ferrer, Susanne Linke, Charo Francés, María Bonomi, Iben Nagel Rasmussen, Arianne Mounskine, Brigitte Fontaine, Helene Cixous, Rena Mirecka, Fina Miralles, Las Chicas de Oro, Tina Turner o Vanessa Redgrave –la lista de artistas mayores podría ocupar toda la página– encarnan con su prácticas artísticas y culturales la frase “envejecer es un logro, no un cataclismo”, y negocian el sentido del envejecimiento a partir de posiciones vitales e intelectuales muy diferentes a las estructuras sociales en las que nacieron.
El mundo está poblado de personas viejas (como de costumbre, más visibles ellos) que hacen arte, cultura, ciencia y política. Y también está poblado de tabúes. La sexualidad de la gente vieja es un tabú. La imagen del ‘viejo verde’ convive con el imaginario puritano de la abuelita asexual. El deseo de las personas mayores se silencia o estigmatiza. Este­reo­tipos falsos que responden a una división sexual de la sexualidad, valga la redundancia. Pero las realidades son tan variadas como las personas (sin importar su edad) y van desde el “a mí no me han comido el coño nunca y quiero probarlo antes de morir”, pasando por el “cuando eres vieja tardas más en correrte, dura más y es más interesante”, hasta el “¿por qué no organizamos orgías con el Imserso?”. El libro Relatos Marranos, antología editada por Pollen Edicions o el sensual videoclip de Loretta Lynn con Jack White cantando Portland, Oregon pueden ayudarte a cambiar la mirada.
Otro mito igual de penetrante: los “abuelitos” y “abuelitas” no pueden ser vanguardia intelectual de nada y tampoco bajar línea política a la mesa familiar. Para este apartado, se aconseja el cómic de Raquel Franco y Cristina Bueno Las abuelas dan el golpe, en el que cuatro colegas deciden atracar un banco en medio de la crisis del capitalismo. También Arrugas, cómic de Paco Roca que después se hizo película y que narra las aventuras cachondas de unos viejos que viven en un geriátrico.
En materia de creatividad y vejez (tema tan serio como los 10.000 millones de euros que “deberá” España a la Troika en enero de 2016), sobresale el documental Young at heart, tra­ducido al castellano como Cora­zones rebeldes, que Ste­vem Walker grabó en 2007 sobre el Young@Heart, un coro mo­der­no en Northampton (Mas­sa­chu­setts, EE UU) formado por gente vieja de entre 75 y 95 años que se autodenominan “mayores portándose mal” y que siguen triunfando con sus versiones de Jimi Hendrix, Radiohead o Sonic Youth.
El espíritu edadista muestra su cara más gris en las conversaciones sobre médicos, pastillas y dolores. La vejez no es una enfermedad, sino “una obra de arte en sí misma” que puede provocar a un continente entero. Ahí están las piezas teatrales La visita de la vieja dama de Friedrich Durrenmatt o Los Días Felices de Samuel Beckett.

Mitos rotos

Vayamos al último grupo de mitos de viejunos: la bondad y la fragilidad. Pobrecitas las abuelas que dan codazos para agarrar el asiento en el bus o colarse en una fila. Violencia Rivas (Peter Capusotto) es la vieja incorrecta precursora del punk que más mola de la Argentina internetera. En alguno de sus crapuleos quizás conoció a Grace, de la películaSaving Grace (traducida al castellano como El jardín de la Alegría), una señora mayor muy british que se montó un invernadero de marihuana para superar los apuros económicos heredados del marido.
Lina Morgan, ¿qué dirías tú desde el cielo sobre el precio que pagan las mujeres mayores por ser como son, guerreras, solteras, amantes, artistas en la España cañí y amén del 2015? “Carmen Sevilla se hacía la tonta con sus ovejitas, pero era más lista que el hambre”, dice una Thatcher fan de Amparo Baró y de Concha Velasco, aunque le horrorice el anuncio de las compresas para escapes de pipí, “por no haber apretado el coño más veces”.
Envejecer en el siglo XXI es un privilegio, y sin embargo crecemos con el miedo a la vejez (y a la muerte), ignorándola o estigmatizándola. Muchas personas se reconocen en “la pesadilla de levantarte un día y ver tu cara de viejo”. Es una cuestión de tiempo. Es un proceso. Y entonces ves a las abuelas de la Plaza de Mayo, a las mayores de Les Quilles en Benasque, a las Old Women Movement de California, a Lynn Margulis (saludos cósmicos) o a Margarita Salas, y lo flipas. Y piensas: joder, yo quiero ser como ellas. Yo quiero llegar a vieja y hacer lo que me dé la gana. Quiero ser una vieja pelleja. 

HERRAMIENTAS PARA DISFRUTAR DE LOS DESCOLGAMIENTOS

... físicos

Coma y beba de forma saludable (o no), haga ejercicio físico, folle, baile, váyase de fiesta, viaje, ríase, esté en contacto con la naturaleza y con sus amigos. Vuelva a follar. No se gaste un duro en una cirugía estética que arruinará sus encantos más íntimos. Canas, arrugas, orejas y narices grandes, pelos, tetas y genitales colgantes serán las delicias de jóvenes y mayores. Si sigue con las preocupaciones, puede darse cremas extendiéndolas siempre hacia arriba y pedirle a algún colega masajes tonificadores donde a usted más le guste. El cuerpo viejo es dos veces sabio.

...mentales

Descuélguese de una idea preconcebida de la vejez, invéntese una propia, lea, olvídese de intentar parar el tiempo/espacio, júntese con personas viejas y monte un club de intelectuales. Salga a la calle a protestar por todo aquello que le agreda, forme parte de colectivos políticos y culturales, cree una banda de rock, escriba un guión televisivo y desapéguese definitivamente de la imagen fascista de la eterna juventud. Póngase a todo trapo a Wanda Jackson en Thunder on the Mountain y a Tina Turner en We don't need another hero. Ser mayor mola. Que no le engañen.

Bailando sobre la tumba: la risa de la muerte

"En nuestra sociedad, tan amiga de la fotografía, la última escena del álbum familiar, el entierro, siempre falta." Nigel Barley, antropólogo.

 "Nosotros bailamos y hablamos para confortar a los familiares. Si nosotros nos limitásemos a estar afligidos, ¿a qué cotas de dolor llegarían ellos? Por tanto, nos sentamos a hablar, a reír, y a bailar hasta que los familiares también se ríen." Nyakyusa de Malawi.
Noemí. Educadora social y antropóloga social y cultural.


La muerte, en la cultura occidental, es objeto de comentarios avergonzados y comprensiones tácitas. "En nuestra sociedad, tan amiga de la fotografía, la última escena del álbum familiar, el entierro, siempre falta", opina Barley. Al parecer, la muerte nos anonada y somos incapaces de comprender su universalidad. En cambio, los toraja, una tribu de Indonesia, utilizan a sus muertos a modo de cómodos estantes para guardar sus casetes. 

El antropólogo Nigel Barley, explora con ingenio y una visión muy personal la sorprendente variedad de maneras en que diferentes culturas responden a la muerte y le dan sentido. Éstos son algunos párrafos de su libro "Bailando sobre la tumba""Para nosotros, la sonrisa y la risa no tienen cabida en los funerales; resultan espantosas. Todo está cubierto por un manto grave de formalidad. A los nyakyusa de Malawi, la sobriedad de un funeral los llena de asombro: 

"Nosotros bailamos y hablamos para confortar a los familiares. Si los demás estuviéramos sentados, tristes y abatidos, entonces el dolor de los familiares rebasaría con mucho al nuestro. Si nosotros nos limitásemos a estar afligidos, ¿a qué cotas de dolor llegarían ellos? Por tanto, nos sentamos a hablar, a reír, y a bailar hasta que los familiares también se ríen."


Las sonrisas y la risa tiene la misma relación ambivalente con los estados internos que las lágrimas y no son necesariamente muestras universales de alegría. Se dice de los tailandeses, con razón, que tienen una sonrisa para cada emoción. Sin embargo, la comedia y el desenfreno también tienen cabida ante la muerte. La locura y la pantomima, el lanzamiento de excrementos e insultos, los intentos de copular con la propia abuela o con el muerto, el comercio carnal puro y duro, la glotonería y la ebriedad, todos están bien documentados como parte de las disposiciones funerarias regulares y obligadas.

Los nyakyusa tienen "amigos funerarios" a los que se les asigna la tarea de insultar y exasperar constantemente a los muertos y deudos, los cuales no pueden mostrarse ofendidos. Tradicionalmente se les llama "compañeros de bromas" De este modo, se mantiene la muerte y el dolor a la distancia social apropiada. En palabras de los loDagaa de Ghana: "Una persona con la cara larga no puede lamerse su propia herida" Los bromistas son la gente que realiza los actos más desagradables, incluyendo los que se producen durante el funeral. Lavan y afeitan el cuerpo, a veces le extraen los excrementos mediante masajes, disponen de sus artículos personales, bajan a la tumba y manipulan el cadáver.

Los insultos de broma son, de rigor, de doble filo, entre agresión y el consuelo. Emplean la anomalía, lo repugnante, el insulto, y la ambigüedad para definir la naturaleza de un acontecimiento peligroso y marginal, la propia muerte. De ese modo se mantiene la muerte y el dolor a una distancia social apropiada.


Los betsileo de Madagascar se han ganado la desaprobación de los misioneros por lo mucho que disfrutan celebrando los funerales. Mientras el cuerpo aún está sobre la tierra, realizan combates entre hombres y toros, beben hasta quedar inconscientes y se cubren el rostro con las telas empleadas como mortajas para entregarse ciegamente a actos sexuales orgiásticos e incestuosos.
La etnia merina de Madagascar, los mismos betsileo y los bara, celebran un doble enterramiento. Cada 4-7 años, se celebra una exhumación o "famadihana" (literalmente “vuelta de los huesos”), siempre de carácter festivo que va acompañada de la ingesta de muy generosas cantidades de alcohol, música y bailes. Básicamente los celebrantes van en procesión cantando y bailando hasta la cripta donde están enterrados los cuerpos. Se les saca de allí, se les envuelve en un sudario nuevo y blanco y literalmente se les saca en procesión a hombros para que participen del festejo que puede durar varios días. Durante esta parte de la celebración, los vivos hablan con ellos directamente, es como un reencuentro con la persona cuya pérdida fue tan dolorosa unos años antes. Se les cuenta cuáles han sido las novedades en la familia y los cotilleos vecinales, se baila con ellos y se celebra que formalmente pasan a formar parte de los razana familiares. Los fragmentos de los sudarios son muy apreciados por los malgaches ya que se les supone unos potentes talismanes de la fertilidad. Las mujeres que quieren quedarse embarazadas toman trozos de sudario para colocarlos en sus almohadas. Acabada la celebración, se retornan los cuerpos a sus tumbas hasta el siguiente famadihana. Los participantes no deben mostrar tristeza en ningún momento del proceso.

Los habitantes de Tana Toraja (Indonesia) siguen un ritual todos los meses de Agosto llamado "Ma'nene", que consiste en desenterrar a los muertos, lavarlos y cambiar sus vestidos y ataúdes por unos nuevos. Después, se les pasea por la aldea.

- ¿Donde está tu mujer, Taab gaay?
- Murió anoche.

Me quedé de piedra. Él parecía tomárselo con mucho aplomo.

- ¿Y cómo fue?
- Sencillamente estaba caminando, se mareó y murió.


Balbuceé un pésame y mientras lo hacía, Pascal miró por encima de mi cabeza, saludó con la mano y sonrió. Levantando la vista, vi a su mujer bajando lentamente por la carretera. Sentí un acceso de ira por haber sido objeto de una broma tan estúpida. Entonces me acordé. Entre los dowayo, se describe a cualquiera que se desmaya o cae en coma como "muerto"; la muerte es algo mucho menos preciso que entre nosotros. Abundan las historias de gente que ha resucitado después de que empezaran a envolver sus cuerpos.

En Occidente ninguna muerte se considera real sin un certificado que explique la "causa de defunción" Si uno muere debido a un paro cardíaco y le reaniman, no se expide certificado alguno. Cada uno de los síntomas de la muerte (falta de respiración o pulso, frialdad y rigos mortis, relajación de esfínteres, insensibilidad ante los estímulos eléctricos) pueden darse sin que se produzca la muerte. El único signo seguro y certero de la muerte es el comienzo de la putrefacción del cadaver. Así que ahora ya ni siquiera sabemos dónde comienza la vida y la muerte; sus fronteras son redefinidas periódicamente.

 

En las representaciones occidentales de la vida, la muerte no se incluye. La "muerte por envejecimiento" ha dejado de ser una causa aceptable para el certificado; debe hallarse una enfermedad para que ninguna muerte pueda contarse como verdaderamente inevitable. Vemos la vida como un cuento.

"¿Sabes lo que es esto?", dijo mi anfitrión estirándose para dar una palmada a un bulto que tenía en un rincón de su cuarto de estar. Parecía un montón de ropa vieja como la que se le selecciona para entregarla a una asociación benéfica y que después uno se olvida de llevar durante meses. Un niño daba vueltas a su alrededor en triciclo imitando con pedorrretas el sonido de una moto. "Es mi abuela"

Antes de la televisión, ningún hogar occidental estaba completo sin una abuelita que se sentara con los niños y les soltara fragmetnos de sabiduría de andar por casa. Muchos hogares de los toraya aún la conservan, pero puede estar muerta. El cuerpo se envuelve en tejidos para absorber los jugos de la putrefacción. Algunos toraya modernos hacen tramas y le inyectan formalina para ralentizar la descomposición mientras la familia moviliza sus recursos y reúne a los miembros ausentes para pasar a la etapa siguiente del funeral. A diario se colocará comida y bebida en un plato puesto en equilibrio sobre el cuerpo.


- ¿No vas a saludarla?
- Encantado de conocerla, abuelita.

Resultaba difícil hacer un gesto: estrecharle la mano era imposible, pero darle una palmada al bulto hubiese sido una muestra de confianza excesiva.

-Vaya, eso ha estado bien.
- ¿Cuánto tiempo lleva muerta?
- Nosotros no decimos eso. Está "durmiendo" o "tiene dolor de cabeza". No morirá hasta que abandone la casa. Ya lleva durmiendo tres años.

Se puso de puntillas y bajó un enorme radiocassette para entretenerme con algo de música. Me di cuenta de que las cintas estaban almacenadas en orden alfabético sobre el cuerpo, que resultaba una estantería muy cómoda.

- La echarás en falta cuando muera. -dije.





Muerte tabú, sociedad letal: la muerte-espectáculo.


Noemí. Educadora social y antropóloga social y cultural.

"La premeditación de la muerte es premeditación de libertad. El que aprende a morir, aprende a no servir. El saber morir nos libera de toda atadura y coacción. No existe mal alguno en la vida para aquél que ha comprendido que no es un mal la pérdida de la vida." 
Montaigne.


La preocupación humana por la muerte se remonta a los orígenes de Homo sapiens. Edgar Morin, sociólogo y filósofo, explica que: "... La novedad sapiens que aporta al mundo no reside, tal como se había creído, en la sociedad, la técnica, la lógica o la cultura, sino en la sepultura y la pintura".

"Asimismo, parece claro que este hombre no sólo rehúsa admitir la muerte, sino que la recusa, la supera y la resuelve a través del mito y de la magia..."

El antropólogo británico James Frazer, en su libro La rama dorada, cita muchas de las culturas en las que existen tabúes relacionados con la manera de expresar la muerte, e incluso de nombrar a los muertos. Así, pueblos tan alejados como los guajiros colombianos, los mongoles o los tuaregs del Sahara evitan pronunciar el nombre de las personas fallecidas para impedir que la muerte regrese a por más víctimas. 
Es singular el caso de los aborígenes australianos quienes, como muchas tribus indias, ponen a sus hijos nombres de objetos y animales. Así, con el muerto, cuyo nombre no se puede volver a pronunciar, desaparecen palabras de uso común -águila, fuego, árbol, nube- para las que inmediatamente hay que encontrar una nueva denominación, de manera que el idioma cambia constantemente y de forma caprichosa en cada pueblo, tribu, barrio o familia. 
Entre los indios navajos se considera una grave descortesía interesarse por la salud de los otros, porque piensan que el mero hecho de mencionarla puede acabar con ella. De modo que, si ve a un navajo, nunca le pregunte qué tal está o cómo se encuentra.

Aunque hoy, según Morin, las cosas han cambiado: "El hombre oculta su muerte como oculta su sexo y sus excrementos. Se presenta bien vestido [...] Se diría un ángel. Se comporta como un ángel para expulsar a la bestia. Se avergüenza de su especie: le parece obscena".

Se ha impuesto, entonces, una perspectiva nihilista ante la muerte. Tal como escribía el filósofo Wittgenstein,"mi muerte, mucho más que un suceso, será el fin del mundo, la conclusión definitiva de todo".



Visión, dirá el filósofo y sociólogo Jean Baudrillard, que define nuestra civilización: "La irreversibilidad de la muerte biológica es un hecho científico moderno. Es específico de nuestra cultura. Todas las otras afirman que la muerte comienza antes de la muerte, que la vida continúa después de la vida y que es imposible discriminar la vida de la muerte."

Pudiera ser que esa concepción nihilista de la muerte sea la consecuencia de la idea de la muerte como tabú. Baudrillard y Louis-Vincent Thomas, antropólogo y sociólogo, parecen estar de acuerdo en que el tabú de la muerte está relacionada con el control social. Baudrillard sugiere que el hecho de que la muerte sea ocultada, significa más bien que es omnipresente"Sabemos lo que significan esos lugares inencontrables: si la fábrica ya no existe es porque el trabajo está en todas partes [...], si el cementerio ya no existe es porque las ciudades modernas asumen por entero su función: son ciudades muertas y ciudades de muerte. Y si la gran metrópoli operacional es la forma lograda de toda una cultura, entonces, simplemente, la nuestra es una cultura de muerte."



De manera que la sociedad que hace de la muerte un tabú, es una sociedad letal: desde la industria bélica al monopolio de la muerte y violencia por parte del Estado (pena de muerte, brutalidad policial), hasta, como dice Baudrillard, la construcción de las necrópolis modernas, donde somos, "muertos en vida, arrastrados entre instantes insignificantes".

Sogyal Rimpoché, maestro budista, cuenta: "Un día iba viajando por Francia con mi esposa, admirando el paisaje mientras conducía. Pasamos ante un extenso cementerio que estaba recién pintado y adornado con flores. Mi esposa comentó:

—Rimpoché, mira qué pulcro y qué limpio lo tienen todo en Occidente. Hasta los lugares donde depositan los cadáveres están inmaculados. En Oriente, ni siquiera las casas donde vive la gente están tan limpias.
—Ah, sí —repliqué—, es verdad; es un país muy civilizado. Tienen unas casas maravillosas para los cadáveres de los muertos. Pero, ¿no te has fijado? También tienen casas muy bonitas para los cadáveres de los vivos”.



Por otro lado, la ciencia nos remite a la misma paradoja: en la medida en que quiere matar a la muerte, participa de esa idea que quiere rechazar. Matar al muerto, segregarlo, rechazarlo es impedir entenderla como algo natural, impedimento que se vuelve contra nosotros en angustia de muerte, de modo que mientras “nosotros traficamos con nuestros muertos la moneda de la melancolía, los Otros viven con los suyos bajo los auspicios del ritual y la fiesta”. (Baudrillard)

Si, como hemos dicho, la muerte es el tema tabú en Occidente, ¿cómo es posible su omnipresencia en los medios de comunicación?

“Los medios de comunicación difunden sobre la muerte un discurso superabundante que la trivializa y oculta su dimensión esencial: muertes anónimas y lejanas, de interés estadístico o anecdótico, muertes espectaculares cuya repetición disminuye la repercusión emocional y cuya escenificación las diferencia radicalmente del drama vivido.”

De manera que consumimos un espectáculo visual permanente, que “cada día aporta su cuota de catástrofes, de crímenes, y de guerras, de vidas en peligro y de anuncios de fallecimientos”. Thomas.



Así, tanto en las catástrofes naturales como en los atentados, encontramos en los medios de comunicación la misma producción, edición, control, invención de la realidad: si se trata de un atentado o de una catástrofe natural en un país del Primer mundo, lo mediático sigue las siguientes pautas: ocultamiento de muertos (¿quién vio un cadáver o cuerpo sin vida el 11-S? Además, en nuestra cultura estamos acostumbrados a todo tipo de eufemismos para referirnos a la muerte: preferimos decir ‘cuerpo’ para no hablar de ‘cadáver’.); construcción narrativa consoladora y esperanzadora, que remite a la protección del Estado (banderas, jefe de Estado en la zona), de la Tecnología y del Capital (despliegues militares, ostentación tecnológica).
Sin embargo, si la catástrofe sucede en un país tercermundista, todo apunta a una especie de pornografía de la muerte: primeros planos de cadáveres, imágenes de dolor, zoom de miradas desesperadas, etc. 
Se perfila un modelo controlado, censurado, que además participa de la autodisuasión y de la automentira: a nosotros no nos pasan esas cosas.



Baudrillard diría que no es indiferencia lo que sentimos: es goce de no estar ahí, de poder ver el espectáculo desde un sofá.

"lo que necesitamos es el sabor afrodisíaco de la multiplicación de las falsificaciones, de la alucinación de la violencia, el goce de nuestra indiferencia, de nuestra irresponsabilidad".

La insensibilidad ante la muerte mediática porque el otro que muere no es ‘tú’, sino ‘él’: "la muerte en tercera persona es la muerte en general, abstracta y anónima, un objeto como otro cualquiera, un objeto que puede describirse y analizarse... y que representa el colmo de la objetividad no trágica".

Igual que en la ciencia, hay una separación entre sujeto y objeto, descripción, análisis, falta de retroalimentación. Como diría Baudrillard, ausencia total de intercambio simbólico entre sujeto y objeto.



Sogyal Rimpoché explica que "todo parece ir bien hasta que se acerca la muerte y aparecen inesperados signos de decadencia. Entonces los cónyuges ya no osan acercárseles, sino que les arrojan flores desde cierta distancia..."

Pero tampoco podemos olvidar que la muerte se hace virtual por su repetición. Thomas resume el efecto de las imágenes como "inofensivo en la sociedad que teme la muerte, ya que la reduce a información".

"la sobresaturación de informaciones e imágenes que amenaza al consumidor, de alguna manera, lo anestesia y rara vez produce consecuencias prácticas".

En consecuencia, la 'muerte-espectáculo' genera así una hiperrealidad de la muerte que acaba convirtiéndose en la versión de la realidad. Se trata de una jaula mediática: hay que romper esos barrotes y elaborar un pensamiento autónomo sobre la muerte, y porqué no, también un pensamiento poético sobre la muerte, porque tan sólo desde la poesía se puede pensar que aquellos seres que amamos y se fueron, a la vez están y no están, se marcharon y permanecen, callan y hablan a diario con nosotros.

"La muerte es a la vez horrible y fascinante [...] Horrible porque separa para siempre a los que se aman; porque el chantaje de la muerte es el instrumento privilegiado de todos los poderes; porque hace que nuestros cuerpos terminen por desintegrarse en una podredumbre innoble. Fascinante porque renueva a los vivos e inspira casi todas nuestras reflexiones y nuestras obras de arte, al tiempo que su estudio constituye un camino real para captar el espíritu de nuestra época y los recursos insospechados de nuestra imaginación. Puede decirse con verdad que amar la vida y no amar la muerte significa no amar realmente la vida." Louis-Vincent Thomas.




Todos me dicen el negro, Llorona,
negro pero cariñoso,
Yo soy como el chile verde, Llorona,
picante pero sabroso.

Dicen que no tengo duelo, Llorona,
porque no me ven llorar,
Hay muertos que no hacen ruido, Llorona,
  y es más grande su penar...

Fuentes: 
Extraído de “La construcción mediática de la muerte. Un estudio desde la filosofía, la antropología y la semiótica” Juan Carlos Herranz, Mónica Lafon. http://biblioteca.itam.mx/estudios/60-89/87/JuanCarlosHerranzLaconstruccion.pdf
http://www.socargcancer.org.ar/actividades_cientificas/2006_hombre_ante_la_muerte.pdf
E. Morin, El hombre y la muerte.
L.V. Thomas, La muerte.
L.V. Thomas, Antropología de la Muerte.
L. V. Thomas, El cadáver: de la biología a la antropología.
J. Baudrillard, El intercambio simbólico y la muerte.