luns, 10 de setembro de 2012

Sigamos las huellas a la Paz



Como un ciudadano más de los que estamos interesados en que este propósito por la Paz colombiana llegue a feliz término, me permito opinar sobre lo conocido actuado hasta hoy.
Es indudable que “si dejamos escapar esta ocasión única y feliz” tendremos veinte años más de confrontación y sin vencedor alguno. Pero sí a una sociedad perdedora, perdiendo el derecho a vivir sin el sobresalto de las balas y las muertes. Y con el temor introyectado como hasta hoy en cada colombiano, quienes conllevamos la desgracia de tener que vivir una vida en alerta permanente, sin sosiegos, tanto en las zonas del conflicto como fuera de ellas. Porque es indudable que la confrontación armada ha permeado toda la sociedad y ha promovido una forma de vivir en donde la violencia, la intemperancia y el temor son nuestro cobijo cotidiano; y ese estado desfavorece un avance social mejor y mayor, ya que al amparo de esas circunstancias se suceden y permiten muchos desafueros e injusticias.
Los partidarios de la Paz según encuesta del Espectador somos más del setenta por ciento. Por ello ésta mayoría debe estar alerta, participativa y animada a hacerle, desde las circunstancias de cada uno, un esfuerzo pleno por conseguir esa paz esquiva que se nos brinda ahora como caramelo a la puerta de la escuela. El resto no festejara con nosotros la Paz sino que llorará la pérdida de su Guerra eterna. Ojalá y así sea.
Santos cobijado por todos sus generales tal la escena vista por TV pareciera estar pidiendo permiso para seguir en su propósito pero sin pisar los callos de los milícos guerreristas quienes junto con sus fuerzas civiles han pretendido y logrado mantener el statu quo de éste país, sobre todo en lo referente al poder de la riqueza en el campo y su proteccionismo a esa misma en las ciudades. Sin ellos en la jugada Santos se sentiría inseguro cuando un nuevo ruido de sables apareciese otra vez aturdiéndole sus oídos. Por ello como concesión a la guerra permite una continuación de la misma mientras los diálogos fluyen; lo cual no es una jugada limpia para la paz sino una concesión al guerrerismo. Hay cierta ambivalencia del Presidente ante lo militar, algo así como: pidamos la paz pero hagamos la guerra.
El papel de los medios debe ser apropiado al momento, dar la noticia sin sesgos políticos, en su escueta estructura y sobre todo no amplificar los ruidos de quienes se oponen con vehemencia al proceso ya que es indudable que la psicología de muchos queda permeada por la constancia y tesón de la orientación dada a cada noticia. Mesura pues a la mass media colombiana es lo que se le pide.
La guerrilla esta en su derecho de solicitar hasta lo imposible - aun sin ser realista- lo cual constituirá sus consecuentes cañazos, a ver si cuelan, pero ello no debe ser óbice para detener las conversaciones y discusiones ya que solo el dialogo y el acuerdo que salga de ello será el dictamen final de los logros. Así que cualquier solicitud exagerada o cualquier bravuconada de las partes debe entenderse como algo propio y transitorio de un bendito dialogo entre enemigos.
Empiece pues a rodar la bolita y los Colombianos vayamos destapando cada una de las alternativas, construyendo entre todos el definitivo hallazgo de esa Paz esquiva que por fin será posible atrapar como premio final a una sociedad que ha puesto miles de muertos en una confrontación fraternal en donde vencedores no hay. Es preciso que se logre dirimir en la mesa este conflicto y desde esa empezar a llenar de flores las tumbas de quienes injustamente murieron como su homenaje póstumo y en espera que les llegue también su paz definitiva y su justicia.
Por la Paz, con todo.

@ikaros50
Macondo 9092012

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