LOLA MURUBE
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Durante el pasado 11 y 12 de agosto, las costas gaditanas recibieron a casi 1.100 inmigrantes procedentes de 78 embarcaciones interceptadas por la Guardia Civil y Salvamento Marítimo en el Estrecho. Con ellos, ya son unos 1.400 los inmigrantes registrados en lo que va de año.
Las condiciones climatológicas propias del periodo estival, junto al refuerzo de la valla de Melilla, la ausencia de vigilancia marroquí y el aumento del control en los pasos fronterizos, son algunas de las causas de este nuevo flujo migratorio por vía marítima.
La inmigración se ha convertido en uno de los fenómenos más relevantes de los últimos años en España, posicionándolo como uno de los 10 países con mayor índice de inmigrantes en 2013.
En el marco de la conferencia Control de las migraciones: pateras, mafias y valla de Melilla, organizada por la Universitat Internacional de la Pau, José María Perceval, historiador y doctor de la Universidad Autónoma de Barcelona, ahonda en las causas de la inmigración y analiza la situación desde una perspectiva optimista.
¿España tiene un problema de inmigración?
Siempre que me plantean el problema de la inmigración me pregunto qué es un problema. Un problema es un asunto del que se espera una solución, pero, ¿cuál es el problema, las personas o las vallas que hay delante de esas personas?
El problema no es la migración, ni los migrantes, el problema lo plantean las sociedades emisoras, es decir, expulsoras de personas, y las sociedades receptoras. La problemática, evidentemente, la afrontan los migrantes, pero ellos no tienen un problema, sino que se les plantea un problema al trasladarse. Un problema que no existe para ciertos migrantes.
Entonces, ¿cuál es el problema?
La migración se origina a partir de la Revolución Industrial. En los últimos 200 años, el 85% de la población mundial ha sido migrante. Nos encontramos, por tanto, ante un fenómeno general que se ha producido de forma constante durante las últimas décadas.
Sin embargo, el problema de migración, como tal, se determina a partir de la globalización y el neoliberalismo. Estos movimientos instauran la idea generalizada de que todo debe circular para que no haya competencia. El capital, por supuesto, debe circular para obtener rentabilidad, pero las personas no.
Nos encontramos ante una contradicción que propone la movilidad del capital e impide, al mismo tiempo, la movilidad de personas afectadas por ese flujo de capital. Es entonces cuando se plantea el problema.
Un problema para esas personas, trabajadores, que están amarrados a tierra, y que deben asumir las consecuencias de la movilidad del capital. Consecuencias como las que está viviendo España, ya sea el paro, la reducción de salario o la precariedad.
En este punto se plantea un problema más, un enfrentamiento. Un problema fomentado por políticos, e incluso, sindicatos, que anuncian a su población, a sus trabajadores, amarrados también a tierra, la llegada de otras personas, inmigrantes, que vienen a quitarles el trabajo.
A lo largo de los últimos años, España ha sido uno de los países que más inmigrantes ha recibido.
La situación general, en 2010, posicionaba a EEUU como el país con más migrantes, con 42 millones. Por debajo se encuentra Rusia, posiblemente ocasionado por la división de la antigua Unión Soviética, seguida de Alemania y Arabia Saudí.
Estos datos ponen de manifiesto, una vez más, que el problema de migración no sólo se da en Europa. Es más, dentro de Europa, los datos registrados de migración, comparados con los anteriores, son mínimos.
Con respecto a la población del país de recepción, los migrantes registrados en Europa rondan el 10% de media, una cantidad casi inapreciable.
En España, la migración es un fenómeno minoritario, que no sería importante si los gobernantes no le quisieran dar una enorme importancia.
A pesar de que sea una cifra minoritaria con respecto a otros países, es cierto que España se ha convertido en un punto de destino para los inmigrantes, ¿a qué se debe este flujo de personas?
Los migrantes que llegan a España proceden de distintos lugares, por lo que cada uno puede moverse por uno u otro motivo. Generalmente, las personas que emigran a España lo hacen buscando unas mejores condiciones económicas, aunque también se registra un gran número de inmigrantes que huyen de conflictos militares.
La búsqueda de mejores condiciones económicas no es un sueldo más alto, y mucho menos la Seguridad Social, principalmente porque no tienen ni idea de qué es la Seguridad Social, para qué sirve ni cómo usarla. En la mayoría de los casos se trata de la búsqueda de la supervivencia.
Y esta búsqueda tiene unos factores causantes, que nunca se exponen, porque sólo oímos las consecuencias, no las causas.
¿Cuáles son las principales causas de la inmigración?
Actualmente nos encontramos con realidades muy diferentes. La inmigración se debe, en parte, a la huida de conflictos militares como los que tienen lugar ahora mismo en las fronteras europeas, en Siria, en Palestina o en el Sahel. Esos conflictos, a su vez, también tienen causas, y causantes, porque Francia no ha dejado de tener guerras ni de vender armas en el Sahel, y la intervención Sarkozy dejó a Libia destrozada, por ejemplo.
La economía, o la supervivencia, como decía antes, es otra de las causas. Nigeria y Senegal son dos de los países que más gente está expulsando ahora mismo. En estos casos es muy común oír hablar de piratería y de gente que se lanza al mar en pateras, cayucos o lanchas de juguete, como ahora, pero no se explica el robo absoluto de pescado que China y otros países llevan a cabo en las costas africanas.
¿De dónde provienen los inmigrantes que llegan a las costas españolas?
Las personas que llegan a las costas españolas lo hacen por distintas rutas del Mediterráneo. Según los últimos datos de Frontex, relativos al año 2013, la Ruta Oeste del Mediterráneo, donde se encuentra la valla de Melilla, alberga a 6.838 inmigrantes procedentes de Mali, de Nigeria y de Argelia, principalmente, además del Sahara del Sur.
La Ruta Central del Mediterráneo cuenta con un índice mayor, 40.304 personas, procedentes de Siria, Somalia y Sudán del Sur, donde tiene un importante peso la guerra de Eritrea.
¿Qué papel juegan las mafias?
La acción de las mafias en la inmigración es relativamente reciente, de los años 90, y poco relevante en sus inicios. Una encuesta oficial publicada entre el año 2006 y 2008 mostró que las mafias tenían poco que ver con el flujo de personas que llegaban a las costas españolas en cayucos.
Ahora la situación ha cambiado, y su papel en la inmigración se ha convertido en algo casi fundamental.
Las mafias podrían definirse como organizaciones clientelistas, que se crean en zonas marginales y degradadas en las que proliferan grupos migrantes, y que organizan o gestionan el traslado de esas personas mediante distintas rutas, como las del Mediterráneo.
Por definición, una mafia es una agrupación que surge para organizar las comunidades en las áreas donde el estado no gestiona las necesidades básicas. Esto quiere decir que una mafia es inevitable allá donde el estado no actúa.
¿Europa puede acoger a más inmigrantes?
Claro que puede. No es cierto que Europa no pueda acoger a más personas, principalmente porque tenemos una importante caída demográfica.
El problema es que no hay una línea de actuación que asegure la integración de esas personas. Lo ideal sería crear una política de migración y educación que se aplicara a esa gente que viene, y que garantizara la formación de esas personas para que puedan hallar un puesto de trabajo y resulten rentables para el país, como el resto.
¿La inmigración supone una amenaza?
No es una amenaza, ni un fenómeno preocupante. Yo apuesto por una visión positiva, optimista. La migración es un fenómeno social y político que puede aportar mucho a las sociedades, y que se puede aprovechar
¿Por qué entonces existe el rechazo y el miedo a los inmigrantes?
Porque el miedo tiene una rentabilidad política estupenda. Marine Le Pen y muchos otros generan discursos ‘malistas' y populistas, que fomentan estos sentimientos, pero la única forma de combatir ese miedo es perder el miedo a analizar sus discursos, a comparar las cifras y a verificar la auténtica gravedad del asunto.
Nuestros servicios sociales están en peligro, dicen. No están en peligro por los inmigrantes, los servicios sociales peligran porque los neoliberales nos los quieren quitar. Pero si enlazas ese discurso con los inmigrantes, encuentras un resultado estupendo que oculta el motivo y desvía la mirada hacia otro foco de atención.
La disminución de vigilancia por parte de Marruecos se apunta como una de las causas de las últimas llegadas de inmigrantes por el Estrecho.
Marruecos utiliza y ha utilizado siempre la migración como método de presión a España. Ceuta y Melilla no es que sea de mucho agrado para el país, entre otras cosas, y posiblemente si estas zonas pertenecieran a Marruecos, la situación sería distinta.
Aun así, Marruecos tiene una gran política de actuación relativa a migración, y se está convirtiendo en un país fuerte que está recibiendo a muchos migrantes, desarrollando además una labor de filtro que contiene o regula el paso hacia España.
Es posible que ahora Marruecos tome el control de nuevo y las cifras vuelvan a reducirse, pero para ello habrá que desarrollar una buena política de exteriores con ellos.
¿Existe una política de inmigración que gestione el flujo de personas?
Ese es el problema, que Europa no tiene una política de migración, sino que cada país hace y dice una cosa. Europa tiene Comisión Barroso, que reparte en cinco comisarías las competencias relativas a migración. Dichas competencias están depositadas en la Comisaría de Justicia, de Ciudadanía, de Cooperación Internacional, de Unión Aduanera y de Interior.
Esta división y falta de unidad hace que cada país instaure ciertas medidas y normas respecto a un mismo tema, que son intencionales, independientes y, en ocasiones, contradictorias con la política que siguen los otros países de la Unión Europea.
Esta situación pone de manifiesto la absoluta necesidad de crear un Consejero Europeo de Migración que unifique las políticas migratorias por las que deben regirse el resto de países.
Mientras sigamos sin Comisario, mientras sigamos sin desmontar los argumentos que plantean aquellos que hablan de los inmigrantes como amenaza y magnifican las cifras para ganar votos populares, como Marine Le Pen, será imposible evitar lo sucedido en las vallas y solucionar que estas personas estén aumentando.
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