domingo, 17 de agosto de 2014

La Europa alemana y España como periferia

Eddy Sánchez
www.publico.es
El sociólogo alemán Ulrich Beck, creador del concepto Sociedad del riesgo, es el autor del famoso libro Una Europa alemana, título que tiene la virtud de definir de manera acertada la UE realmente existente en estos momentos.
La justificación de las diversas políticas de ajuste salarial, o de devaluación interna, seguidas en los países de la periferia europea, se relaciona con la idea de ser la única forma de salida a la crisis posible.
El esquema era el siguiente: el crecimiento económico de Alemania sería el motor de recuperación económica del resto de la UE. Para eso era fundamental que Alemania exportase más consiguiendo más competitividad vía costes, objetivo que se lograría si el resto de los países europeos nutriesen a la industria alemana de insumos más baratos. Para lograr dicho objetivo, se requería reorientar los aparatos productivos de los países de la periferia europea hacia su nuevo rol de plataformas exportadoras alemanas, abaratando los costes vía ajuste salarial. Salarios más bajos, productos más baratos, para vender más fuera y así ingresar más, pagar la deuda y salir de la crisis.
A este objetivo se dedicaron con empeño todos los gobiernos, a la cabeza de ellos los gabinetes económicos de Zapatero primero, Rajoy después. Reformas laborales, de la Constitución, ajustes salariales, recorte presupuestario, pensionazos, todo en función de abaratar unos supuestos costes laborales excesivos. La España de bajos salarios para las “maquilas” exportadoras estaba en marcha.
Esta especialización exportadora española sería el modelo que sustituiría al ladrillo como motor económico patrio. A los cuatro años de nuestro “giro” exportador, y revisando los datos publicados hace dos días, nos confirman lo que ya sabíamos. Al bajar todos los países sus salarios el consumo cae, lo que provoca una crisis del comercio internacional que arrastra a España y deja al descubierto nuestra supuesta “recuperación económica”, la cual solo se sostiene mediante el aumento de la deuda, la cuál alcanza ya casi el 100% del PIB. Es decir, todo lo que producimos lo dedicamos a pagar la deuda, entre otras cosas, gracias al 135 de la CE.
Conclusión: la Europa alemana lleva a la crisis de nuevo a Alemania y no tardará mucho en llegar a su periferia avanzada, España.
Todo en una coyuntura donde Rajoy se la juega al discurso de la recuperación y a medidas electoralistas como la “bajada” de impuestos, medida que precisamente contaba con una previsión de mejora económica. De no haber recuperación, unido a la caída de ingresos fruto de la bajada impositiva, nos puede llevar de nuevo al túnel.
Es absurdo pretender competir en salarios con nuestra estructura productiva, cuando en España los costes laborales totales del producto industrial apenas alcanzan el 8%. Frente al ajuste salarial, existe otro camino, relacionado con trabajar la productividad, consistente en hacer lo mismo o mejor con menos, y la innovación, que es hacer cosas nuevas y mejores que las que existían antes.
Para eso hace falta inversión, investigación y formación. La inversión ni está ni se la espera fruto de los recortes presupuestarios. La estabilidad y cualificación laboral necesaria es imposible con las reformas laborales vigentes. Nuestro I+D se desmantela y nuestra generación mejor formada huye por tierra, mar y aire a los países centrales de la UE.
En un mundo que afronta para las próximas décadas formidables retos por el agotamiento de los recursos naturales y la contaminación, la única forma de mantener un nivel de vida digno para la población será conseguir hacer más con menos, y esto sólo pasará en las sociedades que tengan organizaciones productivas que lo logren.
Pero peor que impedir una estrategia de futuro para nuestra economía es la forma en que se está manteniendo la ficción de la recuperación, que es sólo gracias al endeudamiento masivo del sector público. Ello ha provocado que, casi por primera vez desde 2007 (salvo un par de meses en 2009 debido al plan E), el crecimiento de las importaciones sobrepase al de las exportaciones. Es decir, que otra vez volvemos a la dinámica que nos llevó al desastre: una recuperación basada en un incremento insostenible de la deuda exterior.
La auténtica cara de la estabilización económica se nos está mostrando con toda su crudeza: el camino del “default” como país y la ruina cuando ya nadie nos fíe, cuando Europa tire la toalla y se harte de “subsidiar” Gobiernos corruptos del sur de Europa. La única posibilidad que tenemos es impulsar ese cambio radical en nuestra estructura productiva al que hacía referencia, algo para lo que en nada piensa el actual Gobierno.
Cuando desde Izquierda Unida hablamos de impulsar un “nuevo proyecto de país”, hablamos precisamente de superar nuestra condición periférica, recuperar nuestra soberanía económica para impulsar nuestra industrialización pendiente, construir nuestro Estado social frustrado, y desde ahí, superar esta herencia de paro, precariedad y dependencia exterior que sufrimos como sociedad.
Objetivo que nos remite al poder y a las alianzas políticas necesarias para ganar e impulsar el cambio político que el país demanda. Todo lo demás, es someternos como país a un retroceso de décadas.

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