Desde siempre los ciudadanos en todo el planeta practican sobre el mundo su visión, sus criterios sobre el como ellos consideran a ese mundo en el momento de esa mirada. Y del análisis que hagan sobre todo ello saldrá su nueva concepción, cerebral, del mundo deseado o del cómo debería ese mundo ser.
Esa concepción nacida a partir de vivencias que dependen mucho de factores socioculturales en general y de influencias personales en particular. Se dirigirá en una dirección o en otra, y determinará que ella se ubique en una izquierda o en una derecha como se le han dado en llamar. Puede, esa posición del sujeto ante el mundo, ser vista como política, con el argumento de que todo es político, y tal afirmación podría aceptarse siempre y cuando no se trate de partidos políticos ya que ello sería otra cuestión y futuro tema de reflexión.
Ubicarse tradicionalmente dentro de una concepción de derecha en la sociedad se ha marcado como conservadurismo. Es la idea arraigada en la mente del sujeto de que es mejor mantener las cosas como están –statu quo-, que nada debería cambiar y que todo el orden vigente es válido y no susceptible de reformas profundas, ni de su destrucción o cambio. Tal actitud ante la vida es trasmitida por el sujeto de viva voz o a sotto voce a su entorno más o menos próximo, buscando ser entendido y a la vez echando combustible a sus congeneres para que se le unan a la cosmovisión de la cual es adepto. Tal derecha posicional del sujeto se fundamenta en la seguridad que proporciona un orden tradicionalmente establecido y aceptado, facilita el pronostico futuro de las cuestiones sociales e individuales y da tranquilidad de espíritu, ya que desde su fuero interno el sujeto planea su vida con la certeza ideológica de un fluir hacia un porvenir casi asegurado, en línea recta.
En la otra cara de la moneda, la Izquierda, están los sujetos que consideran en su cosmovisión que el estado de cosas de su mundo no es el más adecuado y que debería ser sometido a cambios. Este izquierdista también parte de condiciones socioculturales y nace en él una actitud de critica ante ese mundo, le resalta todas aquellas cosas que su juicio les dicte como negativas, injustas, tramposas o poco adecuadas para el momento de sus vivencias, y por lo tanto, a partir de allí, él también a viva voz, a sotto voce y con su comportamiento promoverá su idea de cambio, de reformas profundas o de revolución o destrucción. Será llamado rebelde, revolucionario, contestatario, etc. Esa actitud del sujeto de izquierda será una actitud de mayor beligerancia, altisonante, inquinosa, para el Sistema instituido y funcionante y para los de la cosmovisión de derecha. Se verá como un peligro ante el orden de las cosas y ello le causará desasosiego, intranquilidad y enojo ya que deberá luchar con ahínco para cambiar cualquiera parte del sistema establecido
Se crea así, a partir de estas dos visiones distintas de la vida de cada sujeto en su sociedad, un antagonismo de fuerzas, de actitudes, que dividen al ente social en grupos Pro statu quo y grupos Pro cambio, derecha e Izquierda. Y cada uno de ellos defiende su posición a capa y espada como la verdadera o adecuada, sin que halla forma de cambiar tal actitud desde el propio sujeto y solo la influencia de los acontecimientos socioculturales, la vivencia cotidiana, podrán hacer que uno de los dos sujetos varíe sus concepciones ya sea minima o máximamente. Llegándose entonces a un pulimento conceptual llamado tolerancia y en el cual el sujeto sería capaz de moverse hacia posiciones menos hostiles hacia el otro aunque el núcleo de su cosmovisión aun se mantenga incólume…
Así los hombres, dentro de sus sociedades, quedan divididos ideológicamente. Tal división ideológica “natural”, propia de la condición humana, terminará creando sectores, grupos, que se apropiarán de esas ideas socioculturales y fomentarán una división aun más profunda a través de ese artificio que se ha creado y ahora defienden como partidos políticos. Es decir, los partidos se apropian y resumen la cosmovisión a una división aun mayor e irreconciliable, ya que utilizan para ello el señuelo del premio o sea la capacidad de alcanzar un beneficio mayor que no es más que la toma y usufructo exclusivo del poder para un partido y sus seguidores, en detrimento de los otros. Esto corresponde a la ideología de partidos, aproximada a la ideología social pero distinta, con afanes de lucro, afán de poder.
Eternamente el campo social y el individual, se ha movido entre dos polaridades, al igual que lo natural; y esas dos fuerzas antagónicas son la chispa que resultará en los nuevos productos sociales que se formarán y se han formado históricamente en cualquiera de esos campos. Para bien o para mal de nuestras existencias.
Ahí les dejo esa.
O Barco de Valdeorras. España.
24052011
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