Alejandro de los Santos
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En general se da por hecho que los negros están mucho mejor dotados sexualmente que el resto de los mortales. Es bastante frecuente que escuchemos comentarios de dudoso gusto sobre el tema. Algunos sobrepasan incluso el límite de la ofensa comparando a los negros con animales como caballos, toros o elefantes. La mayoría de los chistes suelen acabar con la misma moraleja. Pero no solemos referirnos únicamente al tamaño, también al supuesto apetito sexual desenfrenado. Cuando nos dejamos de bromas, nos ponemos serios y le damos un tono científico a la conversación, hay quien recurre a teorías personales sin ningún fondo científico que no son más que un collage de estereotipos reconocibles por todos: la superioridad física, vivir desnudos, el tiempo libre, el clima tropical, etc. Todos ellos argumentos que históricamente se han empleado para construir una imagen única e indiscutible sobre los negros: irracionales, bárbaros y salvajes.
En la película Soleil ô (1967) del cineasta Med Hondo se exponen algunos de los prejuicios de los franceses sobre los africanos en plena efervescencia de Mayo del 68. En una de las escenas más representativas de la obra se ridiculiza la atracción lasciva de una mujer blanca hacia los misterios sexuales del protagonista, el propio director mauritano. Después de un primer revolcón, la francesa se muestra visiblemente decepcionada porque su amante no da la talla ni alcanza las expectativas que se esperaban de él. “Porque dicen que los negros…” y le susurra a una amiga el gran secreto. Esta fue una de las primeras obras destacadas de los cines de África, en un período en el que los directores querían rescatar la dignidad de los africanos criticando el despotismo de los antiguos colonizadores. Med Hondo desmonta inteligentemente uno de los clichés más enraizados en el imaginario occidental. Y no se trata de una cuestión ni mucho menos insignificante, por mucho que pueda parecerlo. El tamaño por supuesto que importa. Pero no en el sentido estricto del placer sexual. Sino como argumento histórico que ha servido para rebajar a los negros a una esfera inferior, como seres necesitados de la moral civilizatoria y superior de los colonizadores.
El escritor franco-marfileño Serge Bilé en su libro La légende du sexe surdimensionné des noirs (La leyenda del sexo sobredimensionado de los negros) demuestra que los primeros escritos que manifiestan esa supuesta excentricidad sexual se deben al médico griego Heródoto, que sostenía que el semen de los negros era del mismo color de su piel. Asimismo, su compatriota Galeno de Pérgamo llegó a afirmar que “el negro es un ser risueño con el pene desmesuradamente largo”, en un razonamiento prehistórico del mito del “buen salvaje”. Dentro del imaginario griego el falo pequeño representaba la virilidad y el grande, asociado siempre a bereberes y a negros, la esterilidad. Los romanos tampoco dejaron de alimentar la leyenda del negro superdotado como forma de justificar la irracionalidad y el salvajismo de sus esclavos. Las representaciones fueron abundantes, aunque quizá la que más llama la atención es un mosaico que a día de hoy podemos ver en las Termas de Pompeya, en el que aparece un negro con un pene de dimensiones obviamente exageradas.
En escritos fundamentales de la literatura occidental y oriental se ha aludido frecuentemente a la sexualidad de los negros asociada a su inferioridad como especie, situándolos más cerca de lo irracional, de lo animal, que de lo meramente humano. Marco Polo llegó a decir que los negros eran seres horribles, gruesos y superdotados que se asimilaban al diablo. En Las mil y una noches también se hace referencia a los eunucos negros que participaban en orgías dentro de harenes, tarea algo complicada si consideramos que todos ellos eran castrados de sus órganos sexuales. Por su parte, los grandes intelectuales del Siglo de Oro como Rousseau, Voltaire o Diderot aportaron clasificaciones y afirmaciones arrogantes sobre los negros que posteriormente darían lugar a las teorías raciales del siglo XIX que sirvieron de base para la colonización total de África. En la Enciclopedia de Diderot podemos leer: “Si por casualidad nos encontramos con gente honesta entre los negros de Guinea (la gran mayoría son viciosos, la mayoría se inclinan hacia el libertinaje, la venganza, el robo y la mentira (1)”.
La estrategia de manipulación propagandística más eficaz para cristalizar ciertos prejuicios contra una comunidad es la animalización del enemigo, un recurso que ha sido empleado por los regímenes más atroces de la Historia. Recordemos que en Ruanda el discurso oficial hutu se refería a los tutsis como cucarachas, lo que daba carta blanca para cometer cualquier tipo de atrocidades contra ellos. En el caso de los negros, el discurso fue evolucionando a lo largo de los siglos. Los que en un principio eran hombres negros, felices y superdotados, un tiempo después se convertirían en bestias sin pensamiento propio. El filósofo tunecino Ibn Khaldoum por ejemplo aludía a ellos como seres con un grado inferior de humanidad que se acercaban a los animales. Argumentos que servían para legitimar la esclavización de seres a los que se comparaba con animales de carga. Algunos pensadores fueron incluso más lejos y trataron de definirlos como verdaderos monstruos. John Locke, a quien cita Chimamanda Adichie en su célebre The danger of the single story (El peligro de una sola historia), llegó a sostener que los africanos eran “bestias que no tienen casa. Personas sin cabeza que tienen la cabeza y los ojos en el pecho”. Locke escribió tal descripción después de un viaje por África occidental en 1561.
Hoy en día el mito está tan extendido en todo el mundo que incluso gran parte de la población negra propaga esta presunta diferencia morfológica. El sexo sigue siendo un tabú en casi todo el mundo y en África también. En las sociedades patriarcales el tamaño del pene está íntimamente ligado a la masculinidad y obviamente pocos hombres se atreverían a desmitificar públicamente una leyenda que fortalece su propia virilidad. Incluso se convierte en un argumento de peso para algunos políticos irresponsables. En una noticia aparecida recientemente en el periódico Jeune Afrique se informa de que varios senadores de Uganda declararon que uno de los motivos que explican el alto índice de SIDA es el tamaño de los preservativos, ínfimo en relación a la media del pene de los ugandeses. Comentario imprudente donde los haya, considerando los estragos que causa esta enfermedad en el país. En este sentido, es especialmente revelador el resultado de las encuestas realizadas en Martinica por Serge Bilé. La población negra de esta isla vuelve a reproducir los estereotipos que comentábamos anteriormente: los negros poseen un sexo de mayor tamaño y en las regiones tropicales es mucho mayor que en Estados Unidos o en Europa. No hay duda de que estos argumentos se han visto reforzados en parte gracias a la emisión de películas pornográficas norteamericanas en las que se difunde exageradamente la leyenda en torno al sexo aventajado del negro. Es común encontrar casos en los que los propios actores sostienen enormes prótesis de plástico para que no se desmienta la fábula. ¿Quién quiere ver a un negro que la tenga pequeña? Bilé recoge el testimonio de la actriz porno francesa Katsumi, para quien “los negros son sólo contratados únicamente sobre esa base. Por eso en las películas todos tienen sexos desmesurados”, lo que ha provocado que algunas actrices porno se nieguen a rodar con ellos.
Existen algunos estudios y mapas sobre el tamaño del pene en todo el mundo. El último de ellos recibió duras críticas de especialistas, como el profesor Jelte Wicherts de la Universidad de Tilburg, que reprochaba la falta de rigor científico por basarse en fotografías recogidas de Internet (2). ¿Es esta una fuente fidedigna para decidir que la media del pene de todo un país o, peor aún, de un continente? En una noticia publicada en el periódico español La Razón, podemos encontrar en la entradilla la siguiente frase acerca de las “medias fálicas” en el plano mundial: “África gana por goleada con una media que casi alcanza los 18 centímetros (3)”. No hace falta ser un entendido del fútbol para saber que una goleada implica una diferencia importante en el resultado. Sin embargo, si observamos bien los datos, veremos que entre los cinco primeros hay tres países latinoamericanos y dos africanos, separados por muy poca distancia. No obstante, la noticia reproduce los tópicos que el lector espera leer sobre los africanos. Además, observando las fuentes de información para el diseño del mapa ilustrativo del estudio (4), nos encontramos con referencias de páginas webs con títulos como Show your dick (Enseña tu polla) o Measure your dick (Mídete la polla) (5).
“Ideas preconcebidas: los negros la tienen grande” fue el eslogan utilizado para patrocinar la tarjeta de crédito Egg en Francia en el año 2002. El anuncio mostraba una imagen en la que aparecía un negro tumbado en la playa con un minúsculo bañador en el que se aprecia que el sujeto en cuestión no tenía demasiado que esconder. La empresa pretendía cuestionar en tono humorístico obviedades supuestamente aceptadas por la mayoría. Al contrario de lo previsto, la campaña provocó la indignación inmediata de buena parte de la sociedad civil francesa en un gesto de valentía sin precedentes. Tanto en este caso como en las bromas que escuchamos tan a menudo, el humor presenta de forma velada conclusiones profundamente racistas, pues el sexo gigante, desenfrenado, salvaje, se manifiesta como elemento primario que constituye la esencia del negro. Sobre todo del negro anónimo, del que no tenemos referencias. No será lo primero que se piense de Obama, Desmond Tutu o Nelson Mandela.
Cuesta creer que la sexualidad sea uno de los argumentos que han servido para denigrar a todo un sector de la población con el único objetivo de argumentar su brutalidad y por lo tanto su inferioridad. En muchos casos, no sólo históricos sino también actuales, se llega a representar al negro como una persona cuyo pene lo define como persona. Los estereotipos aparecen como armas de ataque ante lo desconocido o para simplificar una amplia y compleja realidad. A pesar de que la sexualidad del negro siga causando especulaciones y carcajadas, es necesario conocer el origen del mito, entender de dónde procede y con qué fines se ha utilizado históricamente. Sólo de esta forma sabremos reaccionar ante actitudes primitivamente racistas.
La imagen de la portada pertenece a la obra “The Spear” del artista sudafricano Brett Murray.
- http://fr.wikisource.org/wiki/Page:Diderot_-_Encyclopedie_1ere_edition_tome_11.djvu/82
- http://www.huffingtonpost.co.uk/2012/09/30/penis-survey-puts-british-men-ahead-of-french_n_1927295.html
- http://www.larazon.es/detalle_hemeroteca/noticias/LA_RAZON_365293/3868-disenan-el-primer-mapa-mundi-segun-el-tamano-de-los-penes#.Ttt1R9U9k3BJ4lW
- http://www.everyoneweb.com/worldpenissize
- www.measureyourcock.tumblr.com
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