André Abeledo*
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Galicia arde indefensa a manos de pirómanos y especuladores del cemento y el eucalipto. Desde el gobierno de la Xunta de Galicia se pretende dar a entender que los incendios son algo inevitable, un fenómeno de la naturaleza, pero no es cierto. Galicia arde porque un gobierno irresponsable ha decidido recortar en medios y hacer leyes a medida de especuladores sin escrúpulos.
Los intereses oscuros de algunos se van ahora a beneficiar de la aprobación de una ley que permite recalificar suelo quemado, una ley que es mucho más peligrosa para los montes gallegos que todo un año de sequía.
Dice el señor Feijoo que Galicia arde porque el suelo está muy seco. Alguien debería decirle que esto suele pasar en verano, que todo el mundo sabe que en temporada de lluvia, que en Galicia es casi todo el año, va a ser complicado que suframos una ola de incendios. Y Feijoo dice semejante tontería sin ponerse colorado, al más puro estilo George W. Bush, que en sus tiempos como inefable presidente de Estados Unidos defendió públicamente que el mejor modo de evitar incendios era cortar los árboles.
No creo en las coincidencias, como que esta ola de incendios coincida con la aprobación de esta ley que el PP se sacó de la manga que va permitir recalificar en suelo quemado.
Es importante tener memoria histórica, también cuando hablamos de incendios en Galicia. En los últimos días de julio de 2006, hace ahora diez años, Galicia estaba a punto de enfrentarse a la que acabó siendo la peor ola de incendios en dos décadas. Aquel verano ardieron en los montes gallegos casi 100.000 hectáreas en unos 7.000 incendios y en una pésima primera quincena de agosto llegaron a estar activos casi dos centenares de focos al mismo tiempo, muchos de ellos próximos a las principales ciudades y vías de comunicación e incluso en el entorno de la residencia oficial del presidente de la Xunta. Los incendios de aquellas dos semanas largas, que habían provocado además la muerte de cuatro personas, dieron lugar a una fortísima controversia política entre la Xunta y el que entonces era único partido de la oposición, el PP. En las siguientes semanas de rifirrafe partidario e institucional había llegado a salir a la luz que una parte de la dirección de los populares gallegos había instado a sus alcaldes a boicotear el dispositivo contra incendios de la Xunta mediante la obstaculización de la puesta en marcha de las brigadas municipales.
Han pasado diez años del boicot del PP a las brigadas contra incendios del entonces gobierno de la Xunta, pero el PP popular ha seguido con su política de desmantelar y precarizar cada vez más estas brigadas fundamentales en la prevención y lucha contra los incendios forestales.
El colectivo de brigadistas es en gran parte un grupo de trabajadores de carácter vocacional, que forman parte de una empresa pública que ha pasado en los últimos años de 2000 trabajadores a los 500 actuales, y que después de diez años continúan sin tener ni tan siquiera un convenio colectivo.
La Xunta de Galicia apuesta en este caso, como en el caso del servicio de bomberos, por privatizar salvajemente estos servicios básicos para la ciudadanía, entregando la concesión a empresas privadas y desviando fondos que deberían ser investidos en obra pública. Este modelo de espolio y mercadeo con lo público conlleva entre otras cosas una descoordinación evidente y una operatividad ineficiente, lo lógico sería que este servicio formase parte de un cuerpo único y coordinado a nivel autonómico.
Una ley de suelo irresponsable y temeraria, unida a privatización salvaje de los servicios contra incendios, sumada a la descoordinación, al drástico recorte de plantilla de las brigadas contra incendios, a la falta de medios, al trabajo en precario, son la suma de factores que nos da el resultado de una Galicia en llamas, que arde por sus cuatro costados, no es la sequía la causa de este drama señor Feijoo, es usted y su mal gobierno.
*André Abeledo Fernández
Concejal de Esquerda Unida en Narón, militante del PCG y organizado sindicalmente en la CIG.
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