luns, 14 de xaneiro de 2013

Todos podríamos ser asesinos en serie



Multitud de asesinos en serie han aparecido a lo largo de la historia y los más recientes casos de Adam Lanza en USA y de Breivik en Noruega con saldo de más de 100 muertes, llama a preguntarse ¿por qué existen estos individuos y como han llegado a ser los asesinos que han sido?
Surge toda una línea de respuestas que explican esos comportamientos y ellas por si solas, aisladas, es probable que no resuelvan la incógnita planteada, pero mezclándolas, articulándolas, sí podrían explicar las formas en que una persona cualquiera podría volverse un asesino en serie, agudo o crónico.
Siempre la personalidad será el sustento básico de cualquier persona, y ella formada a los inicios de la vida impone a muchos seres la fatalidad de llegar a ser un asesino. Aquel niño con un padre excesivamente descuidado y permisivo que mira sin asombro como su pequeñuelo arranca las cabezas a los pollitos, golpea salvajemente al perrito y necesita de darle todos sus gustos a fin que se esté tranquilo o no violento, sin una represión fuerte en contra o sin un llamado cariñoso a reflexionar sobre sus acciones, tal cuadro se magnificará en el mañana en un seguro delincuente, furioso asesino sin remordimientos de culpa y sin ningún afecto que lo ate a este mundo.
Enseñar al niño el placer por la agresión, fomentárselo a través de la caza y muerte de pequeños animalitos indefensos o aquella manida frase de un padre "Jodalo mijo, no se deje, sea varón", tarde o temprano. si no se corta el hilo estimulador, llevara al adulto a ser un cazador de personas indefensas o atemorizadas por la violencia de sus actos y serán esos seres los típicos busca recompensas lógrese con vida o muerte o los mercenarios soldados que se disputan los sitios en donde mayor posibilidad de matar se halle, ya sea en una guerra, una escaramuza o un rescate a sangre y fuego.
A esos asesinos violentos también se les contrapone el asesino pausado, tranquilo, frío  quien justifica sus muertes con el afecto a fin que esos seres escogidos por él y angustiados, no sufran más las consecuencias de una enfermedad terminal o de un defecto físico sórdido que les dificulte vivir en felicidad; este tipo de asesino se considerara un salvador, un aliviador de la desgracia ajena y como tal un ángel lleno de bondad y méritos. Se ve este tipo de conductas en el ámbito de la Sanidad entre médicos y enfermeras o auxiliares de la salud, muchas de estas muertes piadosas –asesinatos- pasaran desapercibidos al amparo de una longeva y sufriente vida asaltada bajo las sombras de la noche.
Se puede matar en propia defensa ante una inminencia de ataque en contra pero también se puede utilizar la doctrina preventiva de Bush y asegurar la muerte de la víctima con un tiro de gracia que evitaría cualquier posible acción en mi contra solo porque mi pensamiento fugaz y nervioso así lo decide.
Otras muchas formas de volvernos asesinos en serie existen tanto en la conciencia plena o en la alterada por efectos emocionales como celos, intenso dolor, etc, y aún bajo los efectos de sustancias psicoactivas se decretan muertes injustas para lograr los dictados que la fantasía alucinógena del adicto o psicópata le ordena a su mente en dicho momento.
Así las cosas, todos en algún momento o circunstancia podríamos volvernos asesinos o asesinos en serie si los mecanismos de compensación de la personalidad no son los suficientemente fuertes para detener el impulso homicida, entre esos mecanismos la compasión impediría matar y la sublimación que consistiría en matar simbólicamente al adversario sin herirlo serían los mecanismos que nos ayuden a evitar ser un asesino real y solo llegar hasta el recreo del pensamiento sin necesidad de avanzar hasta la gaveta de la mesa de noche a cargar la Colt 94.
AINM
@ikaros50
Macondo 13012013

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