En el mundo, cientos de millones de personas no tienen acceso continuado al agua potable y bastantes más tampoco al saneamiento, a pesar de que ambos hayan sido reconocidos como derecho humano por Naciones Unidas desde el año 2010.
Afortunadamente en España, salvo en algunos casos puntuales, prácticamente toda la población tiene acceso al agua potable y el saneamiento. Sin embargo, la escasez de fuentes públicas en la mayoría de las ciudades dificulta dicho acceso en determinadas situaciones. Antes, en nuestras ciudades había gran cantidad de fuentes públicas, lo que permitía saciar la sed en sus calles y plazas. Sin embargo, a partir de los años 70 se empezaron a retirar una buena parte de estas fuentes, debido mayormente a las presiones del sector hostelero. Una de las consecuencias de esta decisión fue que, a los que éramos niños entonces, se nos privó de poder acudir a beber a las fuentes cuando jugábamos en los parques y las calles. Como solución, las autoridades de entonces indicaron a través de los medios de comunicación que los niños y niñas, cuando quisiéramos beber agua, entráramos a un bar y la pidiésemos. Paralelamente, el negocio del agua mineral embotellada crecía imparable en España.
En los últimos años, las organizaciones ecologistas y otros sectores sociales demandan cada vez más un mayor acceso y consumo de agua potable del grifo y de fuentes públicas, frente al agua mineral embotellada. Vamos a comparar ambos productos: El agua del grifo es muy barata, reúne las condiciones sanitarias y de calidad adecuadas, de acuerdo con lo establecido en el decreto que regula la calidad del agua de consumo humano, y además no genera residuos en forma de envases. Por el contrario, el agua mineral embotellada, que viene regulada por la ley de Minas (se considera un recurso minero), se somete a menos controles sanitarios que el agua de grifo, resulta doscientas veces más cara, y además genera un gran volumen de residuos en forma de botellas de plástico. De hecho, en casi cualquier lugar del mundo, incluyendo en el mar, siempre hay botellas de agua mineral tiradas. Por todo ello, desde Ecologistas en Acción siempre hemos reclamado la instalación de un mayor número de fuentes públicas y, de hecho, algunos ayuntamientos así lo están haciendo. También reclamamos que se establezca la obligatoriedad de dar agua del grifo de forma gratuita en bares y restaurantes si así se solicita. Por varias razones, por una parte, por cumplir con el derecho humano al acceso al agua potable para todas las personas y en todo momento y, por otra, porque se trata de un agua de igual calidad que la embotellada que tiene, además, un coste económico ínfimo para el establecimiento.
El Anteproyecto de Ley de Residuos y Suelos Contaminados, recientemente presentado por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, y que actualmente se encuentra en tramitación, recoge estas demandas sociales. Así, en su artículo 17, apartado 4, se indica que en los "establecimientos del sector de la hostelería y restauración se tendrá que ofrecer siempre a los consumidores, clientes o usuarios de sus servicios, la posibilidad de consumo de agua no envasada de manera gratuita y complementaria a la oferta del mismo establecimiento…". Ante esta propuesta la patronal de la hostelería en España ha mostrado su oposición, alegando que el dar agua del grifo gratis conlleva costes asociados en forma de jarras que hay que lavar, vasos, etc. Dichas objeciones nos parecen absurdas, pues bares y restaurantes también ofrecen unos servicios gratis que también tienen coste, como son los aseos, que también hay que limpiar, o el uso de servilletas. Se entiende que los costes de esos servicios ya se repercuten en la comida y bebida que vas a consumir. Y ya lo dice el dicho: "el que regala bien vende", pues si pidiendo agua del grifo en un restaurante se niegan a traértela, siempre puedes decidir no volver más a ese establecimiento.
Lo cierto es que, al menos en Madrid, cada vez son más los restaurantes que te sirven agua del grifo si la pides, sin poner ningún tipo de pega. Por otro lado, la patronal del sector de las aguas minerales también ha manifestado su oposición a esta medida, habiendo ido mucho más lejos, al criticar incluso la instalación de fuentes públicas en las ciudades, lo cual resulta ambiental y socialmente inaceptable. Las críticas empresariales responden, por una parte, a intereses económicos de las empresas productoras de agua mineral, y por otra, por qué no decirlo, a una cortedad de miras por parte de algunos en el sector de la hostelería. Un ejemplo claro de cómo se pretenden anteponer los intereses particulares al interés general.
Apoyamos plenamente la obligatoriedad para bares y restaurantes de dar de forma gratuita al cliente agua del grifo si así lo solicita pues, como hemos indicado anteriormente, se trata de un derecho humano. Además, se trata de un agua de igual calidad cuando no mejor, que se somete a mayores controles sanitarios y su consumo no conlleva la generación de residuos en forma de plásticos. En este sentido, consideramos que los hosteleros deberían seguir los pasos de sus homólogos de otros países como Estados Unidos, Canadá, Francia, Noruega y otros más, en cuyos restaurantes, nada más sentarte, lo primero que te traen sin pedirlo es una frasca o jarra con agua del grifo y unos vasos, que no te cobran. Y ello no les ha supuesto perjuicio de ningún tipo. Debemos avanzar en esa dirección.
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