venres, 29 de setembro de 2017

La carta de una usuaria de la sanidad pública: Asistencia sanitaria, ¿igual para todos?

ISABEL RODRÍGUEZ DOCAMPO
Se nos fue nuestra adorada madre y abuela. Un infarto la llevó el pasado día 7 de septiembre. Su muerte nos produce un inmenso dolor que se incrementa al pensar que si nuestro Hospital Comarcal de Valdeorras estuviese mejor dotado, o si el CHOU estuviese más cerca, igual podría seguir con vida.
¿Sería posible salvarla si no tuviese que viajar 120 kilómetros en una ambulancia (no había helicóptero disponible) para encontrar un cardiólogo? No tenemos respuesta a esta pregunta, pero sí podemos y debemos luchar para que esto no se repita. Ese mismo día falleció en Ourense otro vecino de O Barco, también de un infarto.
Sabemos que no es posible que un hospital comarcal disponga de todos los equipos especializados para resolver todas las situaciones de emergencia, pero sí que es exigible que haya especialistas (y no sólo pasando consulta) que puedan asistir en primera instancia a pacientes que deban ser trasladados. También es exigible que los tiempos de traslado se reduzcan al máximo. Para un hospital como el de Valdeorras, a una hora y media por carretera del centro de referencia, disponer de un helicóptero de uso preferente y con capacidad para volar con niebla o de noche, que los hay, es una imperiosa necesidad.
Llevamos muchos años asistiendo a un sistemático desmantelamiento del Hospital Comarcal de Valdeorras hasta casi quedar reducido a un consultorio de especialidades. Los recortes practicados en la sanidad pública en los años de la mal llamada crisis han repercutido de manera especial en los servicios de hospitales como el nuestro. Cuando esto sucede no se puede decir que "los ourensanos, vivan donde vivan, tengan las mismas posibilidades de acceso, forma y especialidad" como afirmaba Dionisio López Bellido, responsable de la asistencia sanitaria en Ourense, hace unos días en una entrevista. 
Los dirigentes que nos gobiernan sentirán igual que yo la muerte de sus seres queridos, pero seguramente nunca tendrán que pasar el dolor y la angustia que supone hora y media de traslado de una persona que se debate entre la vida y la muerte, tratando de acceder a la asistencia que por derecho le corresponde.
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