sábado, 23 de setembro de 2017

Inditex: en negocio basado en la esclavitud y el plagio

Patrick Urbano

http://www.codigonuevo.com/

¿Quién no ha comprado alguna vez en Zara? A día de hoy, hablar de Inditex, multinacional española que cuenta entre sus filas con marcas de referencia como Pull And Bear o Stradivarius, es hablar de éxito empresarial. Los números avalan su ascensión en el mundo de los negocios: en 2013 produjo unas ventas de 16.724 millones de euros y actualmente se valora todo el grupo en unos 70.000 millones de euros. Su fundador, Amancio Ortega, está considerado como uno de los cinco hombres más ricos del mundo, según la lista Forbes. Pero, ¿de dónde sale tamaña fortuna? No pocas voces señalan plagios, esclavitud infantil e incluso el uso de productos cancerígenos en sus productos.

“El negocio de Inditex se basa en fusilar (plagiar) diseños de otros creadores”, explica Daniel Bezares, empresario textil afincado en Madrid, un hombre que sufrió de primera mano las malas prácticas de la exitosa corporación de origen gallego: “no es ningún secreto que detectan las tendencias de las pasarelas para trasladarlas a sus propios modelos”. Bezares sabe de lo que habla. En 2009 creó, junto a su mujer, una línea de ropa para gemelos llamada TOT – a – LOT. La idea se basaba en que el dibujo de una camiseta, por ejemplo, continuara en otra, y así una pieza complementaba a otra.

Esto mismo se aplicó a una serie de conjuntos para los padres de los hijos. La idea culminaba en el envoltorio del producto: en una sola caja, con un diseño y material muy concreto y una tipografía especial, se entregaban ambas piezas. Resultado: un éxito. “Salimos en la tele, tuvimos cierta visibilidad, fuimos los primeros que hicimos algo así en España”, explica orgulloso Bezares, “pero la verdadera sorpresa nos la llevamos tres años después de la salida al mercado de nuestro producto”:

“Inditex copió mis diseños: misma idea, tipografía, envoltorio y mecanismo de apertura”.

Pull & Bear, marca propiedad de Inditex, lanzó una campaña por San Valentín con idénticas características. “Fíjate en el diseño”, señala Bezares, “Inditex copió mis diseños: misma tipografía, mismo envoltorio, división y mecanismo de apertura”. Y es cierto, basta con atender al embalaje y al propio fin del producto: “la conexión especial entre dos personas”, destaca el responsable de aquella empresa familiar que vio su idea y modelo de negocio plagiado por el gigante Inditex. Pero una imagen vale más que mil palabras.

“Nos sentimos indignados e impotentes, el plagio era más que evidente”, cuenta Bezares; “contactamos con abogados especializados en propiedad intelectual e industrial, que enviaron un requerimiento para que Inditex retirara inmediatamente su (nuestra) campaña, reconociera públicamente la copia, y nos indemnizara”. ¿Cuál fue la respuesta de la empresa considerada a día de hoy como una de las más rentables de toda España? Que sí, que lo retiraban (es decir, reconocían que había algo incorrecto), pero de ninguna manera iban a reconocer nada de manera pública y menos aún a compensar el daño económico resultante del robo intelectual. “Nos dijeron que esa idea había salido del departamento de diseño de Pull & Bear, que alguien habría propuesto el diseño como propio”; “pero, claro, ¿de qué nos sirve que solo retiren la campaña si era de San Valentín, y por lo tanto con una vida útil muy corta, si el daño ya estaba hecho?”.

“Nos dijeron que sí, que lo retiraban (es decir, reconocían que había algo incorrecto), pero de ninguna manera iban a reconocer nada de manera pública y menos aún a compensar el daño económico resultante del robo intelectual”.


En un principio pensaron que la cosa no podía quedar así, pero, ¿qué puede hacer un pequeño empresario contra una multinacional con más de 6.300 tiendas presentes en 87 mercados? “Muy poco: nos dieron a entender que si queríamos denunciarlos que lo hiciéramos, al fin y al cabo, lo cierto es que nosotros no tenemos ni los recursos ni el tiempo para enfrentarnos a su legión de abogados…”, concluye Bezares, “así que tuvimos que resignarnos, y encima tengo que reconocer que he seguido comprando en Zara”.

El caso de Daniel Bezares y su empresa familiar no es el único. Un estudiante de diseño de moda de la prestigiosa escuela BAU de Barcelona también tiene algo que decir. Esteve Erol, alumno de último curso de esta carrera, explica que uno de sus trabajos académicos que realiza para la universidad es valorado directamente por la multinacional. “Vienen a la Facultad y nos proponen lo que parece un ‘reto’: elaborar un conjunto para sus líneas de moda”, cuenta Erol, “digamos que diseñamos unas veinte piezas, pero finalmente solo tenemos que entregarles un solo conjunto”.

Sin embargo, este estudiante denuncia que viene personal de Inditex a tomar fotografías y registrar los otros diseños que finalmente no van a ser entregados. “¿Para qué lo quieren? ¿Acaso van a utilizar mis diseños para sus marcas? ¿Sin pagarme un duro? Visto lo visto, no me sorprendería”, bromea Erol, “pero lo peor es que no te atreves a decirles nada, al fin y al cabo, son ellos los que te ponen nota en la asignatura…”. Erol tiene en mente el escándalo que ocurrió en 2011 con esta marca de ropa, cuando se lanzaron una serie de camisetas que copiaban sistemáticamente diversas fotografías de blogueras de moda.

Este estudiante denuncia que viene personal de Inditex a tomar fotografías y registrar los otros diseños que finalmente no van a ser entregados. “¿Para qué lo quieren? ¿Acaso van a utilizar mis diseños para sus marcas? ¿Sin pagarme un duro? Visto lo visto, no me sorprendería”.

Ojalá el plagio (delito penal tipificado en el artículo 270 de nuestro Código Penal) fuera el único pecado de Inditex. Pero no. Basta teclear Zara, Stradivarius, Oysho, o cualquiera de las marcas filiales de la multinacional, para encontrar un palmarés pasmoso. En 2011 Brasil condenó a la empresa española a pagar 1,4 millones de euros por explotación laboral, e incluso es posible que estos crímenes sigan vigentes a día de hoy. Tan solo dos años después saltó un escándalo parecido en Argentina. Según explicó en su momento el diario El Mundo, la Fiscalía Anti Trata (la argentina UFASE) denunció la existencia de “tres talleres textiles clandestinos instalados en la ciudad de Buenos Aires que producen en condiciones de explotación inmigrantes indocumentados”.

A su vez, la ONG La Alameda denunció que en éstos viven y trabajan niños y adultos costureros en jornadas laborales de 13 horas. La multinacional respondió que sus proveedores “son auditados periódicamente y en los últimos años se han realizado más de 300 auditorías certificadas en sus procesos” y que “siempre ha manifestado la tolerancia cero ante una situación que atente contra la dignidad del trabajo”. Pero un vídeo registrado por un voluntario de la ONG pone en entredicho los supuestos compromisos éticos de la empresa.




Finalmente, los tres talleres fueron clausurados. Inditex, sin embargo, tal y como demostró un reportaje elaborado por el canal de televisión francés France 2, se escuda en subcontratas para así despreocuparse del estado de las condiciones laborales de los costureros. En la India, por ejemplo, tienen más de 200 subcontratistas en la ciudad de Nueva Delhi. Inditex no compra directamente a los que vulneran derechos humanos tan básicos como un salario digno o descanso del trabajador. Existen mediadores que son los que se encargan de hacerlo, y estos venden sus productos a la multinacional. De esta manera, se blindan de las críticas, haciendo ajena una responsabilidad que debería ser propia: garantizar unas condiciones dignas para el ser humano.

Uno de los periodistas responsables del reportaje preguntó en rueda de prensa a Pablo Isla, actual presidente del grupo Inditex, por qué permitía la esclavitud infantil en la India para obtener sus productos, pero Isla consideró que dichas cuestiones “estaban fuera de lugar”.


Pero contra la opacidad, datos e investigación: en 2012 se presentó un informe elaborado por el Centre for Research on Multinational Corporations, ONG holandesa, y por el India Commitee of the Netherlands, en el que se incluye a Zara como una de las empresas que explotan a jóvenes indias de entre 14 y 20 años de la casta más baja de la sociedad, considerada impura. Esta vez, Inditex no está sola: le acompañan en la lista negra Tommy Hilfiger, H&M, Diesel, El Corte Inglés y un largo, doloroso y demasiado presente en nuestro día a día etcétera.

Y hay más. En 2012 Greenpeace encontró sustancias peligrosas en los productos de Inditex. Elementos cancerígenos y disruptores hormonales, algo que es tan dañino como mal suena“. Las principales cadenas de ropa nos están convirtiendo a todos en víctimas de la moda al vendernos prendas que contienen sustancias peligrosas que contribuyen a la contaminación tóxica del agua en todo el mundo, tanto cuando se fabrican como al lavarlas”, denunció Yifang Li, responsable de la campaña de Tóxicos de dicha ONG en Asia Oriental. Cabe destacar que en este caso, la multinacional tomó medidas al respecto y se comprometió a no usar nunca más estos agentes dañinos para el medio ambiente y el ser humano.

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