Alba Losada
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Una vida sin deseo
Nadie tocó a Diego (nombre ficticio) hasta los 27 años. Nunca había estado con una mujer. Desconocía lo que significaba sentir otro cuerpo. Y no imaginaba que pudiese ser deseado.
Salía por las noches, en su silla de ruedas, con la esperanza de encontrar a alguien que le permitiera conocer algo tan desconocido para él y tan habitual para la mayoría: el sexo. Pero, por muchas noches que pasaran, nadie se le acercaba. Tampoco se atrevía a dar el paso porque tenía miedo de que se llevaran una decepción. Un día se rindió.
Pasó por la prostitución, pero no se sintió aceptado. Navegó por la red, pero no encontró lo que buscaba. Hasta que, finalmente, supo de la existencia de Tandem Team, una ONG que pone en contacto a personas con diversidad funcional (discapacitados) con acompañantes eróticos. Y aquello fue su salvación.
De este modo, Diego, que es tetrapléjico, acabó con el mito de que nunca podría dar placer a nadie.
"Es el momento en el que dejas de ser aquel pobrecito y ves que alguien te puede querer. Se rompe el hielo: pasas de ser aquel niño intocable al adulto que tiene su primera experiencia", dice el terapeuta emocional y director de Tandem Team, Francesc Granja, quien quedó tetrapléjico después de un accidente de tráfico a los 32 años. Ha sido él quien nos ha hablado de la experiencia de Diego.
Pasó por la prostitución, pero no se sintió aceptado. Navegó por la red, pero no encontró lo que buscaba. Hasta que, finalmente, supo de la existencia de Tandem TeamEl placer más allá de la asistencia sexual
El sexo en personas con diversidad funcional es un tema tabú. No se suele hablar de ello y, cuando se hace, existen corrientes de opinión diversas.
Algunos creen que nunca tendrán relaciones si no es a través de la asistencia sexual. Otros, en cambio, piensan que cuentan con las mismas posibilidades que el resto.
"Que una persona con diversidad funcional no pueda tener sexo sin asistencia sexual es un mito, un cliché que no se ajusta a la verdad", explica el codirector de la organización Yes, We Fuck!, Antonio Centeno, quien quedó tetrapléjico después de sufrir un accidente a los 13 años.
Él ve la asistencia sexual como una herramienta que le permita hacer aquello que le resulta imposible por sí solo: masturbarse. O, en otras palabras, conocer su cuerpo. De este modo, puede sentir placer cuando y donde quiera. "Es algo que nos pone a ti y a mi en igualdad de condiciones".
"Que una persona con diversidad funcional no pueda tener sexo sin asistencia sexual es un mito, un cliché que no corresponde a la realidad
En cambio, para hacer el amor o sentir el cariño de otra persona, tiene otras vías. "Llevo toda la vida teniendo relaciones sexuales con novias y amigas y nunca he tenido que pagar por ello".
Se trata de una realidad que está distorsionada por la mentalidad, ampliamente arraigada en la sociedad, de aquellos que tienen diversidad funcional no tienen sexo. Que no son deseados y no desean. Algo que acaba por calar en la misma persona y, sin quererlo, le induce a creer que no tiene nada que hacer si no es pagando.
Un tema tabú para la familia
Además de las barreras culturales y sociales, en algunos casos se encuentran con impedimentos en su propia familia. Algo que ocurre, sobre todo, a los discapacitados intelectuales. Aquellos a quienes su familia les tiene que autorizar para tener sexo y a quienes se lo esconden como si se tratara de un tema tabú. Como si no hubiese ningún problema, como si no existiera.
Pero es real.
"Entonces, ¿qué ocurre? Al no darle ninguna salida, expresan su sexualidad en los momentos que pueden y de allí viene eso de que son unos desinhibidos o unos cachondos mentales... No es que sean unos cachondos, sino que no se les está dando algo tan esencial como el placer", dijo Granja.
Pero hay otras familias que ven la asistencia sexual como un alivio. Se trata de aquellas que ven sufrir a sus hijos y "para satisfacer sus necesidades han acabado masturbándoles. Aunque no hablen de ello".
Los prejuicios sociales impulsan a personas con diversidad funcional a creer que no son deseables y, por tanto, que solo pueden encontrar sexo en la asistencia sexual
Esta faceta se ve reflejada en la historia de Xavi, la cual fue retratada en el documental Jo També Vull Sexe. En su caso, quedó en coma después de un accidente y ahora sufre una lesión cerebral. Pero su cuerpo aún tiene sensibilidad. "En una ocasión se acercó a su hermano y le dijo: "Hazme una paja". Y el otro le contestó: "¡Y una mierda!", explicó a carcajadas su madre, Montserrat Sala.
¿Cómo debe ser el asistente sexual?
El asistente sexual es la persona que ofrece servicios sexuales o simplemente cariño a las personas con diversidad funcional que lo soliciten. Los usuarios se pueden poner en contacto con ellos a través de ONG's, como Tandem Team, o buscándolos por su cuenta. Aunque esta segunda opción es más remota.
A pesar de no ser un trabajo reconocido por el Estado, la mayoría recibe una bonificación por su trabajo. Pero, como comentó Granja, también hay otros que lo hacen voluntariamente, algunos que solo piden que se les pague el transporte y los hay que, incluso, aceptan trueques.
Aquellos que acuden a Tandem Team suelen "haber sentido la llamada de explorar este terreno". Muchos provienen del sector sanitario o de la asistencia social. Algunos ya han ofrecido este servicio de forma autónoma. Otros lo han hecho, "desde la culpa y el silencio", en su propio trabajo porque consideraban que aquella persona estaba viviendo una injusticia.
Se trata de una función que no podría hacer cualquiera. Porque deben tener cierta sensibilidad, conocimientos sobre discapacidades físicas o intelectuales, estar acostumbrados a ver cuerpos distintos a la mayoría y sentirse atraídos por ellos.
Estos son algunos de los aspectos por los cuales se diferencia de la prostitución, con la cual ha sido comparada en numerosas ocasiones. Además, mientras la prostitución se basa especialmente en la parte genital, para algunos la asistencia sexual abarca toda la persona. Para otros es un medio para hacer lo que físicamente les resulta imposible.
"No pueden funcionar con piloto automático. Les han de hacer bailar. Que un día sea un tango y otro un vals", añadió Granja.
"No debe ser alguien que te folle"
Soledad Arnau, con diversidad funcional de nacimiento, no está dispuesta a pagar por sexo. "A mi no me vale que me digan: 'oye, puede haber una persona dispuesta a tener relaciones sexuales contigo'. Yo no quiero esto".
Al igual que Centeno, opina que la asistencia sexual es una herramienta que le ayuda a conocer su cuerpo. No es alguien con quien echar un polvo, ni para ser un objeto de deseo, ni para dar amor. Porque se trata de una persona que está haciendo su trabajo. "Para encontrar cariño me busco la vida".
Tuvo sus primeras experiencias sexuales durante la adolescencia con sus "xurris, parejas, amantes, rayos...". Igual que ahora. Son personas a las que conoce y que, por tanto, le pueden dar todo aquello que nunca aceptará del asistente sexual.
Es una herramienta que le ayuda a conocer su cuerpo. No es alguien con quien echar un polvo, ni para ser un objeto de deseo, ni para dar amor
"Yo lo quiero todo. Quiero tener la oportunidad de coger todos los taxis. Quiero hacer lo mismo que tú y con la misma libertad. Porque tu puedes ir a clubs swingers, ser infiel o poliamoroso. Conoces muchas más facetas sexuales que los que necesitamos apoyos humanos para vivir".
Una privación, un rechazo y una condena
Como explicó en el documental Jo També Vull Sexe, Jesús se ha hartado de escuchar a las chicas decir que no querían nada serio con él por tener diversidad funcional. Por ello, terminó probando con la prostitución. Pero no le gustó. Eso solo consistía en echar un polvo y él quería hacer el amor. Algo que, en su caso, sí que terminó encontrando 2 años y medio atrás en Tandem Team.
"Me veo en el espejo y digo: '¿Quién coño soy yo? ¿Por qué el sexo opuesto me rechaza?' A veces me veo en fotos y digo: '¿A dónde voy? ¿Soy un bicho raro, soy algo extraño o algo fuera de lo normal?'".
"No. Soy Jesús. Soy una persona que tiene sus sentimientos. Que quiere amor. Que quiere ser amado. Tengo 55 años y han sido tantas las veces que he intentado decir a una persona que la quiero que, incluso, tengo miedo a decirlo". Un temor que le ha hecho creer que el asistente sexual es el único motor de placer de su vida. La única vía en la que puede encontrar cariño.
No. Soy Jesús. Soy una persona que tiene sus sentimientos. Que quiere amor. Que quiere ser amado. Tengo 55 años y han sido tantas las veces que he intentado decir a una persona que la quiero que, incluso, tengo miedo de decirlo
Para él, contratar este servicio no significa comprar sexo. Se trata de compartir compañía, amistad y ternura. Tampoco las ve como prostitutas, son personas que tienen un modo de vida con el que quieren ayudar y, en este caso, lo hacen sexualmente. "Dan esperanza, dan vida".
Vemos sexo y personas con diversidad funcional en televisión. Pero rara es la ocasión en la que encontraremos las 2 cosas en la misma escena. Se trata de una realidad que ignoramos, que hacemos como si no existiera. Algo que puede deberse a que los cuerpos con diversidad funcional nunca han entrado en los actuales cánones de belleza. Nunca se los ha presentado como un cuerpo potencialmente atractivo.
Y este es el peor de los males. Aquel que hace que se vea diferente a una persona e, incluso, se omitan sus necesidades más íntimas. Aquellas que conectan a las personas, las empoderan y las ayudan a darse cuenta de que también pueden ser atractivos ante los demás.
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