Luisa Lores
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Estos días los medios de comunicación celebraban de forma unánime la donación deAmancio Ortega a la sanidad pública gallega, por un montante de 17 millones de euros, para emplearlos en la compra de nuevos equipos de Alta tecnología para el Sergas.
Esto ocurre poco después de la firma, entre el Sergas y las multinacionales Varian Medical (estadounidense) y Philips (Holandesa), de un Contrato de Renting de 8 años de duración, para la renovación y gestión de los equipos de radiología de los hospitales gallegos. Un nuevo contrato de Colaboración Público Privada en la Sanidad Gallega, a pesar del escandaloso fraude del Nuevo Hospital Alvaro Cunqueiro de Vigo, y sin informe técnico del Ministerio de Hacienda que confirme que la gestión de la Alta Tecnología por parte de las multinacionales extranjeras es más eficiente que la gestión pública.
Según los términos del contrato el Sergas no adquiere sino que alquila, por un montante de 11 millones de euros al año, los aparatos tecnológicos a las empresas adjudicatarias, así que los 17 millones donados por Ortega o van destinados a financiar a Philips o solo pueden ir destinados a pagar los primeros plazos del alquiler, lo que indicaría el depauperado estado en que Feijóo está dejando las arcas públicas.
El canon millonario de dinero público también financiará la alta tecnología de la empresa de gestión privada, Galaria S.A (Resonancia Magnética, Medicina Nuclear y Radioterapia), dotación de la que carecerá el Nuevo Hospital de Vigo, y los equipos que se instalarán en otro centro privado, el Centro Oncológico de Galicia, de los que carecerá el Complexo Hospitalario de A Coruña (CHUAC).
Durante los años de crisis Amancio Ortega, que llegó a ganar más de 500 millones de euros en un solo día, utilizó estrategias para eximirse de pagar impuestos, como transferir parte de sus beneficios a paraísos fiscales, mientras los servicios públicos sufrían severos recortes y muchas familias gallegas perdieron sus viviendas y sus trabajos, y carecen de recursos para calentar sus casas, alimentar adecuadamente a sus hijos, o comprar los medicamentos necesarios.
A pesar de este panorama, el tipo medio de impuestos que pagan las grandes empresas se sitúa en torno al 6% frente a una horquilla entre el 12% (los mileuristas del grupo E) y el 38% de los profesionales del Sergas. Esta es la principal causa de la deuda galopante de la Xunta, que ya sobrepasa los 10.000 millones de euros.
En este contexto se enmarcan donativos como el de Amancio Ortega, utilizados para mejorar su reputación y para tomar posiciones en el negocio de la sanidad pública, de gran interés para las empresas, ya que la disminución del consumo está afectando a los beneficios empresariales, pero las personas siguen necesitando asistencia sanitaria.
Para participar en el negocio sanitario, las empresas del Ibex 35 están infiltrando la sanidad y la investigación públicas a través de Centros y fundaciones creadas ad hoc, como la fundación proCNIC de enfermedades cardiovasculares, la fundación Conocimiento y Desarrollo (CYD) o el Centro Nacional de Investigaciones oncológicas (CNIO).
La incidencia de cáncer crece de forma inusitada y es uno de los nichos de negocio de más interés para las empresas privadas. Según los datos de la OMS la incidencia de cáncer de mama pasa de 15.000 a 25.000 nuevos casos/año entre 2000 y 2012 (+ 58%) y la de cáncer de próstata de 13.000 a 28.000 en ese periodo (+ 111%). Este incremento es demasiado elevado como para explicarse por el envejecimiento de la población, y está sobre todo relacionado con hábitos de vida y otras causas evitables, que podrían combatirse.
Sin embargo este no parece ser el principal objetivo del gobierno privatizador de Feijóo. Por el contrario, los médicos del Sergas recibimos continuamente propuestas para colaborar en el desarrollo pre-comercial de productos farmacéuticos y para fomentar la innovación empresarial en el Sistema sanitario Público, y la búsqueda de patentes para la industria.
Esta gestión mercantilista se centra en el marqueting, con la colaboración de los medios de comunicación, que bombardean a todas horas a la población con la promoción de enfermedades y productos sanitarios, y en la productividad, en realizar el mayor número de exploraciones, de intervenciones y de prescripciones de medicamentos al mayor número posible de enfermos (clientes) y no en la educación sanitaria y en campañas de promoción de la salud.
Los gobiernos de Rajoy y Feijóo están haciendo mucho daño, pero están en su etapa final. Los nuevos candidatos deberán aclarar si pretenden separar la sanidad pública de los intereses privados, además de llevar a cabo una reforma fiscal que grave a los que más tienen y permita recaudar los impuestos necesarios para financiar un Sistema Sanitario Público y de calidad, con profesionales independientes. La seguridad de la población está en juego.
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