Aníbal Malvar
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Bamos por vuen camino. Mariano Rajoy se postula como nuevo candidato a la presidencia del Gobierno yEsperanza Aguirre pone morritos de alcaldable de Madrid. A eso le llamo yo regeneración democrática. Porque la regeneración democrática consiste en saber a quién votas, cómo le votas y por qué le votas. Cuando millardos de millones de votantes depositen su papeleta hacia Mariano Rajoy o Esperanza Aguirre, sabrán perfectamente en quién evacúan su confianza. Rajoy y Esperanza nos convierten en hombres y mujeres libres, pues ya les conocemos de sobra. O más que de sobra.
La democracia es el arte de confundirse en equipo. Y los carteles de Mariano y Esperanza convierten la equivocación en un ejercicio muy fácil. Mariano y Esperanza saben que sabemos lo que representan. Sus programas electorales van a ser lo de menos. Los van a incumplir como cualquier petimetre infiel de Oscar Wilde. La única diferencia entre un capricho y un amor eterno es que el capricho dura toda la vida.
Y los españoles, votando, somos mucho de caprichos.
Cuando la española vota, es que vota de verdad, y en esto no caben programas, ni ideologías ni siglas ni democracia. Aquí hay un español que vota franquismo, follaniños de sotana y oligarquía, y esa es la legitimidad que ampara bajo palio a Rajoy y a Esperanza a volver a presentarse. Todas las encuestas los siguen aupando como las jetas más votables. Aunque la democracia esté cambiando. Y haya gente deseando votar, en lugar de una jeta, a una coleta.
Mariano Rajoy y Esperanza Aguirre no son la foto del pasado, como queremos creernos los lovertinos. Son aun la España del presente. La rara España de charanga y pandereta. Esa España que no quiere cambiar. Que no se atreve a cambiar.
La única diferencia entre un uniforme y una sotana es que bajo ellas siempre muere uno u otro obrero. Y Esperanza y Mariano solo representan esa muerte a careta quitada.
La única diferencia entre un uniforme y una sotana es que bajo ellas siempre muere uno u otro obrero. Y Esperanza y Mariano solo representan esa muerte a careta quitada.
Los mismos de siempre nos van a ofrecer lo mismo de siempre, y para la estulticia, para el masoquismo, para la vulgaridad y para el miedo son las mejores opciones posibles. Y ellos lo saben.
Hay un estúpido refrán que dice que lo malo conocido es mejor que lo bueno por conocer. No soy un políglota de referencia, pero no atisbo en ninguna otra lengua frase suicida de tan honda depresividad.
Lo malo conocido es el barómetro de la cobardía. El arbitraje del miedo es el motor sin combustible que ha movido en las últimas décadas el hortera y tancredista devenir de España. El ejército, la iglesia, los inspectores de hacienda y los registradores de la propiedad.
Es triste pensar que la cobardía siempre dura más que el amor. Por eso Esperanza Aguirre y Mariano Rajoy aun tienen ciertas posibilidades.
Mariano Rajoy y Esperanza Aguirre se presentarán mientras nosotros no nos enamoramos. Así se resume la asquerosa y putrefaccionante historia reciente de España. No voy a decir nada más, porque ya me aburre hablar de España.
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