David Torres
Haber votado al PP es una desgracia como otra cualquiera. Digamos, como cruzar las vías del tren borracho y que te atropelle un mercancías fuera de horario y te arranque de cuajo una pierna. Mala pata. Sin embargo, hay algunos que lo votarían otra vez sin dudarlo, es decir, volverían a cruzar borrachos por el mismo paso a nivel para que les atropelle el mismo tren a la misma hora, a ver si hay suerte y les arranca la otra pierna.
A esto se le llama fidelidad. La extraña enfermedad que sufren las noticias en España, que parecen todas repes. Yo no sé cómo mis compañeros periodistas pueden aclararse cuando tienen que informar sobre si vuelve Aznar, si vuelve Alfonso Guerra o si van a clonar un mamut, como si hubiera mucha diferencia. O sobre el cisma sucesorio en el PSOE, que es un anuncio de crecepelo muy tonto y muy largo. O sobre los papeles de Bárcenas, que al final van a acabar en la Biblioteca Nacional, al lado del manuscrito del Cid, como la respuesta española a la teoría de la relatividad de Einstein: €=mg2, siendo eme la masa de pringados multiplicados por el cuadrado del Gürtel más la brillantina de Bárcenas.
La trama Gürtel pagó "parte del viaje a Disneyland París en 1998 a Ana Mato".
Con todo, la mujer que aparece y reaparece en las noticias, y nunca para bien, es Ana Mato. Sale tanto los últimos meses que habría que revisar las paredes de Bélmez por si se les ha escapado una cara. A la pobre Ana Mato es que le pasa de todo: se encuentra un deportivo último modelo en el garaje, se encuentra unos billetes de avión a su nombre en la mesa de la salita, se encuentra dos cumpleaños y dos comuniones con todos los gastos pagados, se encuentra unas entradas para Eurodisney, etc. Lo de la trama Gürtel empezó un poco como el atrezo de una película barata, con unos trajes y unas corbatas, y al final va a acabar (igual que ciertas producciones de Hollywood) por desbordar los presupuestos generales del estado. Con el dinero que se ha despilfarrado alegremente en regalos a gente que no los necesita podíamos haber contratado a Charlize Theron y a Monica Bellucci de ministras y seguro que habríamos salido ganando con el cambio.
Ana Mato padece una increíble racha de buena suerte, aunque sería mejor decir que la padecemos nosotros. Es el reverso exacto de esas mujeres que salen a la calle un día con un ojo morado y dicen que se han dado contra una puerta, y luego salen una semana después con la barbilla tumefacta y dicen que ha sido otra vez la puerta, que se ha enfadado porque no le gusta andar por ahí siendo la comidilla del barrio. Ana Mato es como Fabra con la lotería pero sin necesidad de comprar el décimo. Paulo Coelho, el célebre filósofo de Copacabana, dice que el universo conspira para hacerte feliz pero últimamente el universo parece dedicado en exclusiva a Ana Mato.
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