martes, 10 de maio de 2011

Poder y Método


A través de la historia de la humanidad,  los detentores del poder han usado diferentes estrategias y distintos métodos para atrapar y aplastar en sus redes a contestatarios mayores o menores que en algún sentido se le oponen.

Bajo el imperio romano, los contestatarios eran sometidos muchas veces al proceso de un juicio sumario y su posterior condena con los azotes y muerte a crucifixión como sucedió en el conocido caso de un Nazareno llamado Jesús quién en su actitud rebelde se atrevió a pregonar un nuevo reino que no amenazaba directamente a Roma pero sí al poder local de Jerusalén, representado en los altos jerarcas del Judaísmo. Algunos menos afortunados eran condenados a jugarse la vida entre sí representando en una lucha el espectáculo previo para disfrute de las clases privilegiadas del imperio en el circo Máximo. Y esos seres infortunados tuvieron, muchos, que enfrentarse a fieras hambrientas antes de morir. En esos casos muchos esclavos y los rebeldes vencidos estaban condenados a morir ejecutados sumariamente con solo el bajar del dedo pulgar del gobernador de turno en el circo.

En la época medieval, ya bajo la autoridad de las monarquías en contubernio con la santa iglesia católica papal y apostólica,  los actos de rebeldía eran sometidos al juicio de la real y santa inquisición, juicios que se constituían en una farsa en donde el acusado de pactos con el demonio o brujería -léase actos contrarios al discurso del poder- era condenado a muerte de horca, hoguera, empalamiento, y otras barbaridades o torturas sin alternativa de salvación alguna en juicio; ya que si asumía su responsabilidad de actos era condenado por estar contra Dios y si no la asumía era condenado igualmente por también estar contra Dios. Tal sistema inquisitorio constituyó uno de los mayores genocidios en la historia.

Igual en la llamada época moderna, los juicios eran la antesala de la muerte, se pretendía mostrar cuanta justicia emanaba de el. Y el método igualmente definía la suerte del rebelde juzgado en una posterior condena a morir en la guillotina o su fusilamiento sumario.

Ya más recientemente, en la actual época postmoderna, siguen los juicios justificando las muertes, se han vuelto juicios mas elaborados, más lentos en el tiempo. Dando la impresión que el rebelde acusado verdaderamente tiene posibilidades de justicia y salvación pero al final el resultado es el mismo de ayer: su muerte en la cámara de gases, aun en la horca, en fusilamiento o la lenta muerte de la cadena perpetua excepcional para los juicios de personas contrarias  el poder. La tortura no desaparece, se enriquece, se justifica de nuevo  y se dice que es una potestad del estado ante sus enemigos externos o internos. Aun se viola la integridad física del individuo sin compasión alguna para ejemplarizar a través de la noticia sutil o directa y en imágenes  que la rebeldía contra el poder será castigada sin contemplación, y haciendo ver siempre que el ajusticiado se merecía todos los atropellos y violaciones a su integridad.

En resumen, el poder sigue mostrando a los contestatarios y rebeldes en todas las estaciones de ese poder, que el discurso y las actitudes que le sean contrarias seguirán siendo vehemente castigadas con las mismas armas antiguas de juicios amañados, ejecución horribilis y noticias justificatorias a la ejecución y formas de muerte.

Como muchas otras cosas de la historia del poder, los cambios son mínimos, imperceptibles. Pero la propaganda los magnifica y nos hace creer que son cambios bondadosos.  ¡Mamola!

O Barco de Valdeorras. España.10/05/2011

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